
En un año electoral caracterizado por la incertidumbre y el desafío de mantener el plan económico del Gobierno, la confianza y los consensos políticos emergen como factores clave. Así lo destacó Diego Chameides, economista jefe del Banco Galicia, durante su intervención en el Congreso de CREA 2025 en Tecnópolis, bajo el lema “Viví la energía transformadora”.
“Muchos de los desafíos que estamos enfrentando hoy están relacionados con las cuentas fiscales de Argentina. Esencialmente, se trata de cuánto gastamos como país y cuánto podemos recaudar. Al igual que en un hogar, si gastamos más de lo que ingresamos, debemos financiar ese déficit. Mientras nos presten, todo está bien, pero cuando nos cortan el crédito porque dejamos de ser confiables, comienzan los problemas”, explicó Chameides.
El economista recordó que Argentina lleva años manteniendo un nivel de gasto elevado, que inicialmente pudo sostenerse gracias al auge de las commodities, pero que luego se volvió insostenible. “Hemos quedado con un gasto muy alto, subsidiando tarifas de transporte, energía y ampliando beneficios previsionales. Todo eso resulta atractivo, pero simultáneamente es muy complicado de reducir porque la sociedad no desea renunciar a esos beneficios”, apuntó.
La discusión no se centra en si habrá que pagar la deuda, sino en cómo: “La sociedad debe estar al tanto de las consecuencias de cada camino. Si no conseguimos financiamiento, el costo del capital aumenta, la inversión disminuye y el crecimiento se frena. Es así de simple”
En este sentido, trazó un paralelismo con la gestión de Mauricio Macri y sus intentos de ajuste fiscal gradual. “Con el diario del lunes, podemos afirmar que el gradualismo no funcionó. El financiamiento se interrumpió, el mercado dudó de la capacidad de repago y se tuvo que realizar un ajuste más rápido. Pero los argentinos no estábamos dispuestos a soportar ese esfuerzo”, señaló.
La diferencia con la actual administración, sostuvo, es que Javier Milei optó por implementar un “shock fiscal”. “El gradualismo no funcionó y ahora se ha probado lo contrario: un ajuste muy drástico de cinco puntos del PBI, que llevó rápidamente al superávit primario. Esa es la bandera de este Gobierno: equilibrio y superávit fiscal”, remarcó.
No obstante, advirtió que la clave reside en el ámbito político. El gran interrogante es si el riesgo político de este shock “se sostiene o no”, en un año electoral y lo que se decida en octubre determinará hasta qué punto la sociedad está dispuesta a asumir este esfuerzo, indicó.
Según el economista, las recientes elecciones en la provincia de Buenos Aires alertaron a los mercados. “Hasta hace poco, las encuestas mostraban un apoyo mayoritario al ajuste, pero los últimos resultados pusieron en entredicho esa narrativa. Hay que esperar a octubre para ver si esa señal se consolida o no”, indicó.
Paralelamente, Chameides enfocó la atención en la necesidad de financiamiento externo. “Si el mercado percibe que Argentina pierde credibilidad, tendremos que pensar cómo afrontar esos compromisos. No queremos entrar en cesación de pagos”, advirtió.
El economista resaltó que el país necesita disminuir el riesgo país y recuperar el acceso al crédito: “Argentina requiere capital barato para financiar proyectos de infraestructura”
El economista subrayó que el país necesita reducir el riesgo país y recuperar el acceso al crédito. “Argentina necesita capital a bajo costo para financiar proyectos de infraestructura: rutas, subtes, aeropuertos. Ningún país invierte a tasas superiores al 10% en dólares. Si no disminuimos el riesgo, no habrá inversión, ni crecimiento, ni mejores salarios”, sostuvo.
Chameides también describió la dinámica cambiaria, donde el mercado contempla dos escenarios: uno en el que no hay financiamiento, y la cuenta corriente debe ajustarse con menos importaciones y turismo; y otro en el que ingresan capitales productivos que financien el déficit. “En este último caso, el tipo de cambio real ya se muestra elevado e incluso podría bajar”, sostuvo.
Sin embargo, reconoció que en un contexto de escasez de reservas, el tipo de cambio es un asunto central. Si se debe cerrar la brecha de financiamiento con ajuste externo, eso implica un dólar más alto. “El problema es que el traslado a precios es inmediato. Más tipo de cambio significa más inflación, y eso afecta el bolsillo”, explicó.
En su análisis, destacó la importancia del sector energético y minero. Existen perspectivas de ingresos en divisas por inversiones en petróleo, gas y minería. Eso podría financiar un déficit de cuenta corriente del 1,5 o 2% del PBI sin inconvenientes. “Pero, de nuevo, depende de la confianza que logre generar Argentina”, aclaró.
Para el economista, el factor político es el que más pesa en este momento. El mercado se mueve actualmente entre dos equilibrios: uno de mayor ajuste y otro de financiamiento. Por eso, los precios de los activos caen y el dólar se mueve. “Todo depende de lo que acontezca el 26 de octubre; sin embargo, la vida sigue después: el 27, el 28, noviembre, diciembre. No termina con la elección”, planteó.
Chameides fue contundente en señalar la necesidad de consensos políticos para mantener el rumbo. “El Gobierno en ningún caso tendrá mayorías. Necesitará aliados. Y hasta ahora ha hecho lo opuesto, se ha confrontado con todos. Para recrear confianza, hay que demostrar que Argentina no va a dar volantazos constantemente”, advirtió.
A su juicio, la discusión no consiste en si habrá que pagar la deuda, sino en cómo. “La sociedad debe ser consciente de las consecuencias de cada camino. Si no logramos financiamiento, el costo del capital incrementa, la inversión disminuye y el crecimiento se detiene. Es así de simple”, resumió.
El economista enfatizó que el país necesita previsibilidad. “Los inversores analizan si existen reservas, si hay coherencia en la política económica y si hay estabilidad política. Sin eso, no se obtiene crédito y no hay posibilidad de crecer”, agregó.
Asimismo, alertó sobre la volatilidad cambiaria. “En la actualidad, el mercado se mueve en medio de escenarios opuestos, lo que genera incertidumbre. La confianza es lo que definirá si el tipo de cambio se estabiliza o si continúa la presión devaluatoria”, sostuvo.
Chameides reiteró que no es suficiente con tener superávit fiscal. “El equilibrio primario es una condición necesaria, pero no suficiente. Lo que verdaderamente necesitamos es financiamiento externo y reservas para mantener la estabilidad. Sin ello, cualquier shock resulta vulnerable”, detalló.
En cuanto a la estrategia oficial, destacó: “Este Gobierno optó por el shock porque el gradualismo fracasó. Pero ahora la pregunta es si habrá consenso político para sostenerlo. Sin consensos, el riesgo de retroceder es elevado, y esa incertidumbre es lo que afecta al mercado.”