Sábado, 20 de septiembre de 2025   |   Nacionales

Doble golpe inesperado: análisis de 2023 y 2025 en contexto crítico

Doble golpe inesperado: análisis de 2023 y 2025 en contexto crítico

Un doble fantasma recorre la Argentina: la presunción de que el gobierno de Javier Milei está atravesando un ciclo descendente inmodificable y que, además de representar un nuevo fracaso social compartido, se añade el agravante de que no hay una alternativa de reemplazo.

En medio de tanto pesimismo, así como el tetrafármaco de Epicuro para el alma herida de la Grecia que había perdido su autoestima, es útil recordar que siempre hay una alternativa que “la astucia de la razón” revela solo en el momento preciso, sin hacerlo perceptible anticipadamente.

Hay una inteligencia social que trasciende a cada uno de los individuos que actúan con su voto y elecciones, creando un mensaje que no siempre es bien interpretado por los receptores, es decir, los agentes políticos, pero que termina imponiéndose.

Ese mensaje, aún incomprendido, se manifiesta en las votaciones de 2023 en contra de Sergio Massa y Patricia Bullrich, representantes de los dos partidos que habían gobernado en los períodos anteriores: el peronismo y Juntos por el Cambio, de las cuales surgió Javier Milei como presidente; y en las elecciones de hace dos semanas, donde se votó en contra de la alianza entre La Libertad Avanza y el PRO en la provincia de Buenos Aires.

Varias de estas lecturas erróneas sostienen que Milei ganó en 2023 y que Kicillof, el kirchnerismo o el peronismo se impusieron en 2025; o que la sociedad es errática, votando en un sentido y a los dos años en el opuesto; o que vota siempre igual, frustrada, en un círculo vicioso que se muerde a sí mismo. En todos los casos, se concluye que la sociedad vota mal, lo que nos lleva a la repetición constante de crisis, caídas y estancamiento.

No obstante, hay una interpretación totalmente diferente del mensaje de las urnas: que “la astucia de la razón” (no es necesario recordarles a nuestros lectores a Hegel y profundizar en la filosofía de la historia como un proceso racional y teleológico con un propósito) de la sociedad argentina ha asestado dos golpes coherentes y sincronizados. El primero en 2023, manifestando que no quieren la continuidad de ninguno de los gobiernos que los precedieron: Kirchner-Kirchner-Fernández-Massa, ni Macri-Bullrich. Y el segundo, en 2025, al no ir a votar en proporciones inéditas y mayoritarias, expresando que tampoco quieren “este clavo que usamos para sacar el otro”.

En 2023, la forma de protesta fue votar por nadie; “un nadie”, en realidad, alguien que claramente no era un candidato lógico para asumir la presidencia, dando el primer golpe, y en 2025, la misma protesta adoptó la forma de literalmente no ir a votar por nadie. Interesante, como siempre, la etimología: nadie proviene del latín, derivado de “no nacido”, lo que podría interpretarse en nuestro contexto como que aún no ha nacido el candidato y la propuesta política que una parte significativa de la sociedad espera poder votar.

Y aunque, hasta ahora, no ha ganado nadie, se están creando las condiciones necesarias para que surja la síntesis de algo verdaderamente diferente, una figura tipo Alfonsín del consenso, a quien nadie habría imaginado como presidente dos años antes de asumir, en diciembre de 1981, cuando ni siquiera había sucedido la Guerra de Malvinas.

Que, tal como en matemáticas, donde dos negatividades crean una positividad, los dos golpes negativos contra el statu quo, tanto en 2023 como en 2025, estén construyendo la primera positividad política del siglo XXI en nuestro país, que hasta ahora ha estado marcado por el default económico, político y social de 2001, y sus emergentes polarizantes en el kirchnerismo y el macrismo, con su paroxismo en Milei, lo que parece estar llegando a su fin tras un cuarto de siglo de oscilaciones cada vez más abruptas.

En lugar de concebir estos últimos 25 años como una lucha entre dos paradigmas: kirchnerismo y antikirchnerismo, sería más adecuado entenderlo como un solo paradigma polarizante, donde ambos extremos se retroalimentan mutuamente mientras luchan en conjunto contra la gran mayoría de la sociedad que se encuentra alejada de esos extremos.

En su clásico libro Teoría de los discursos sociales, Eliseo Verón sostenía que el mensaje lo completa el receptor, y lo completarán incorrectamente quienes hayan sido los más votados, arrogándose un triunfo definitivo en este interregno donde lo anterior no ha terminado de morir y lo verdaderamente nuevo no ha terminado de nacer, mientras aún nadie –nuevamente el significante clave– lo ha corporizado.

Probablemente, lo que las dos votaciones han enunciado aún no se ha materializado en sentido, y el proceso de semiosis social se esté gestando mientras resulta impredecible el verdadero mensaje, registrándose únicamente a los derrotados y a los coyunturales ganadores, que son la superficie de lo que sucede en profundidad.

Quizás la sociedad esté rechazando lo que se ha llamado cambio porque está gestando el verdadero cambio, que sería la armonía.

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