
La proteína animal más económica de la Argentina sereinventa desde la producción. Las empresas avícolas surfean los efectos de lapandemia, en un mercado interno con fuertes cambios y exportaciones querenuevan expectativas.
Y este 10 de mayo, en que se celebra el Día Mundial delPollo -lo impulsa el Consejo Internacional Avícola (IPC), el máximo órgano deesta agroindustria a nivel global, con 25 miembros entre los cuales seencuentra nuestro país- es una oportuna ocasión para repasar la actualidad de estesector agroindustrial, con el testimonio de dos empresarios líderes.
Buena parte de la proteína animal que la Argentina consume yexporta proviene de la carne de pollo. Por precio y accesibilidad, es desdehace años la segunda carne más consumida en el país, con alrededor de 45 a 47kg por habitante y por año.
Se trata de una actividad productiva que a nivel nacional esprotagonizada por unas 40 empresas integradas verticalmente -es decir quetienen sus granjas propias y/o asociadas que crían los pollos- y además suspropias plantas frigoríficas que elaboran pollo entero, trozado y productos condistinto grado de valor agregado, para diferentes canales de venta local yexterna.
En el contexto de la actual pandemia, como actividadesencial alimentaria su funcionamiento es prácticamente normal, más allá de quelas empresas debieron reorganizar los turnos de producción, para respetar eldistanciamiento social y aplicar protocolos sanitarios específicos como todoslos rubros de la economía que siguieron funcionando desde que se estableció lacuarentena.
En cuanto a las ventas, los valores cayeron en el mercadointerno, por una sobreoferta de pollo y la exportación, si bien mantiene sus valoresestables, hace pocas semanas que ha vuelto lentamente a ponerse en marcha. Elcomienzo de año, COVID-19 mediante, tanto en China, el principal destino de lasventas externas, como en el resto de los destinos hubo un parate total.
Joaquín De Grazia, presidente de Granja Tres Arroyos, laempresa más grande del sector en la Argentina, con 6 plantas ubicadas en BuenosAires, Entre Ríos y Córdoba, que emplea a 6.500 personas y faena diariamente710.000 aves, explicó que “hubo una sobredemanda en los días previos y primerosde la cuarentena, donde el público se sobre estoqueó, fue el llamado”efecto frezer”. Luego de unos días de aislamiento, ya sea por baja depoder adquisitivo o porque encontró tranquilidad en el abastecimiento, comenzóa consumir lo que había comprado antes y nos generó una crisis de oferta quesupera a la demanda”.
Como la actividad también está bastante expuesta a lascondiciones climáticas, cuando refresca el pollo come más, convierte mejor elalimento en carne y se adelantó la edad de faena, lo cual generó unasobreoferta adicional que se dio en estas semanas.
“Esto provocó un combo que para un producto perecedero comoel pollo hizo que bajara el precio por menor demanda, posterior al efectofreezer, y luego el clima nos ayudó a tener mayor peso en menor tiempo, lo queadelantó las faenas entre 2 y 3 días. Eso genera una oferta anormal para estaépoca del año”.
Según De Grazia, el adelantamiento de la faena y la falta definanciamiento impiden colocar esa mayor producción en cámara, hace que sevuelque más pollo al mercado y como consecuencia baje el precio.
“Tras las primeras semanas de cuarentena, la demandavolvió a la normalidad -según De Grazia- porque a los valores actuales no hayninguna otra proteína animal que pueda competir con el pollo, por eso consubsidio de la industria, la demanda se mantiene”. Al público hay ofertasde $80/kg en algunos supermercados y de $110/kg en carnicerías.
“El precio real debería ser $120 en todos lados: hoy estamosvendiendo por debajo del costo. El valor del 6 de marzo (fecha en que elGobierno Nacional congeló los precios de alimentos esenciales) es superior alque estamos cobrando hoy. El de salida de planta es de $65+IVA/kg y el 6 demarzo era de unos $75+ IVA/kg”, dice De Grazia.
Con él coincide en este punto Augusto Motta, presidente deCalisa, empresa del grupo que lleva su apellido, en General Racedo, Diamante,Entre Ríos, que emplea a 500 personas y faena 90.000 aves diarias. “Si bien lasituación está influida por la pandemia, la situación adversa viene de antes.Actualmente hay valores del pollo entero que está rondando los $60/kg+IVA desalida de planta, muy por debajo del precio sugerido en su momento por elGobierno con el programa Precios Cuidados (6/3)”.
Explica que “se debe a una cuestión productiva. El sectorinvirtió en una proporción mayor, siguiendo una planificación prevista hace de12 a 18 meses, para lograr más producción y destinar parte de ella a laexportación, en un mercado interno que de alguna manera respondía”, previsionesque se trastocaron drásticamente coronavirus mediante.
“Esa sobre oferta ha provocado que el mercado se dilapidara-explica-. Tuvimos 2 meses muy buenos (enero y febrero) con precios de $ 80/kgde salida de planta y actualmente estamos en $60/kg, valores similares afebrero y marzo de 2019”.
Al respecto, Motta señala que “cuando hay sobre oferta ybaja la exportación, hay más kilos disponibles, porque las empresas queexportan (unas 10) vuelcan sus excedentes al mercado interno. Eso hace que lasgrandes empresas (3 o 4 que manejan más volumen, 40 o 50% de la aviculturanacional) entran en una competencia de quitarse clientes o bajar los precios demanera de vender al mejor postor, al tratarse de un producto perecedero. Poreso los precios que ofrecen hoy los supermercados son los que deberían ser desalida de planta, para tener rentabilidad, para llegar al consumidor a los 120o 130 pesos”.
Motta y De Grazia coinciden también en que las grandescadenas de supermercados ponen al pollo a precio bajo como “producto gancho”,pero otras menos importantes lo siguen marcando igual que cuando estaba a$80/kg (salida de planta) y el consumidor pagaba $150/kg.
“Actualmente yo lo vendo a $60 y hay comercios que vuelven asubir el precio y al consumidor no le llega el precio que debería pagar, segúnla baja que ha tenido a la salida de planta. Sobre todo pasa en lascarnicerías, que siguen vendiendo carne vacuna a un valor de 3 o 4 veces a 1respecto de de lo que debería estar el pollo y -sabiendo que es un productosustituto- marcan tal vez más de lo que deberían. El precio que termina pagandoun consumidor por un alimento, no siempre repercute en el bolsillo de laempresa que lo produce”, sostiene Motta.
A su criterio, el pollo al público debería estar en$110-115/kg, teniendo en cuenta la intermediación comercial y con un fleterazonable. Mientras que De Grazia opina que el precio de salida de planta almayorista actualmente debería ser de $80+IVA/kg.
La expectativa exportadora
“En la exportación hemos tenido mucha estabilidad de preciosy pedidos. En China no hemos tenido variación de valores y los volúmenescomienzan a recuperarse. Eso hace que una exportadora tiene cierto hándicaprespecto de las dedicadas solo al mercado interno. La exportación así traccionay nos ayuda a no perder”, explica Motta.
Respecto de la situación de Calisa, Motta señala:”Dependiendo de la estructura de costos y de participar o no enexportación, en el mercado interno estamos en un punto de equilibrio, tratandode repagar los costos de producción”.
Desde Granja Tres Arroyos, que concentra 40% de lasexportaciones argentinas, De Grazia coincide en que “comenzó a reactivarseChina y en las últimas semanas también Medio Oriente”, aunque “no reaccionaronlos precios. Sucede que Brasil, el gran productor mundial de pollos, al haber devaluado40% desde enero a la fecha, puso a su producto muy competitivo, porque allí ladevaluación no produce inflación. Y cuando Brasil es más competitivo baja losprecios y gana más mercados. Por eso estamos luchando con un precio que deberíaser mejor para poder ser más competitivos en la exportación”.
Explicó que “China bajó mucho sus stocks de congelados decarnes de pollo, porcina y vacuna, y ahora tienen que comprar”. A ese paísArgentina le vende alas y garras desde hace años. Actualmente están todos losmercados chinos abiertos para el pollo, pero por ahora no compran pollo entero,cosa que había comenzado incipientemente, hasta que se cortó con la pandemia,con lo cual habrá que volver a identificar a los compradores chinos de eseproducto. “Los valores están un poco por debajo que antes del Covid-19, sobretodo porque antes EE. UU. no le vendía a China y ahora le exporta excedentes aprecios que siempre son más bajos”.
Por su parte, Motta señala que “otros mercadosinternacionales se han resentido y han bajado su nivel de compras, como Chile yEuropa, lo que ha afectado nuestra actividad productiva también por el paratede la Argentina, donde ha disminuido el consumo”, con la cuarentena.
En los últimos años, Calisa exportó un 50% de su producción,proporción que actualmente se ha reducido a un 35%. La exportación continúa,aunque a menor ritmo. Canadá fue el último logro para esta empresa, un hitopara la avicultura argentina que actualmente está frenado.
“Había muchos desarrollos y proyección de crecimiento, nosolo en volumen, sino en valor agregado de productos de nuestras plantas deproductos cocidos termoprocesados, rebozados listos para cocinar, queactualmente es la que más sufre la caída de exportaciones y trabaja al 30% desu capacidad”.
La caída de estas exportaciones, además de replantearcuestiones productivas obligó a la empresa entrerriana a reubicar a parte delpersonal de esa planta en tareas de la frigorífica. Dentro de este contextopudo reacomodar al personal, que “es uno de los puntos que más preocupa a lasempresas que hacemos productos de consumo masivo: producir, vender, cobrarpero, sobre todo, poder mantener a nuestros recursos humanos”, destaca Motta.
Coincide con De Grazia en que el mercado chino, en lasúltimas semanas, comenzó a activarse nuevamente aunque con pedidos de menoresvolúmenes que antes de la pandemia. “Creemos que las compras de China se iránnormalizando en los próximos 60 a 90 días. Normalmente estábamos exportandounas 1000 t/mes y la caída es de 25%, especialmente en gallinas para África yChina, rubro en el que la empresa se ha especializado y ha caído menos queotros”.
Cambio de paradigma
Pero China no es todo, para una empresa que vendía ademásproductos terminados crudos y cocidos congelados y rebozados (de 12 a 18 mesesde vida útil) a Canadá, Perú, Uruguay y Chile para cadenas de comidas rápidasde esos países y también en la Argentina, incluidos en el llamado segmentoHoReCa (hoteles, restaurantes y catering).
“Esto tiene un gran efecto sobre nosotros como empresaelaboradora y sobre nuestros distribuidores que abastecen esos locales. Ellosafrontan dos grandes problemas: qué hacer con esa mercadería en stock quetenían para abastecerlos y la falta de ventas que ya padecen”, explica Mottarespecto del canal gastronómico al que abastecía la empresa, que está cerradopor la cuarentena tanto en el país como en aquellos hacia dónde exportaban esosproductos, preparados con especificaciones muy determinadas para un tipo deconsumidor final como las casas de comidas rápidas.
Y agrega que “esa falta de derrame en la cadena es crítico.Las empresas lo vamos a sufrir con menos producción. ¿Pero qué hará undistribuidor que no tiene qué hacer con ella? Estamos evaluando la situaciónque tiene un costo logístico enorme, para relocalizar esa mercadería en algúnotro tipo de cliente que pueda tomar un producto que no fue hecho para esecanal y que tiene un costo mayor que una milanesa”, grafica.
Para Motta, la caída de ventas repercute tanto en el mercadointerno como en la exportación. “El impacto es muy importante y por eso estamosrepensando un plan de negocios para reconfigurar nuestros modos y canales decomercialización de manera de superar la actual coyuntura. Es algo que debemostrabajarlo con los distribuidores y clientes; no es una decisión que tome unaempresa solitariamente”.
Al respecto, adelantó que trabajan en un formato de nuevoplan de negocios en el contexto actual económico global, que implica pasar delllamado concepto B2B (Business to Business), llegando a los consumidores víadistribuidores y comercios, como sucede actualmente, al llamado B2C(“Business to Consumer”) que implica llegar directamente al cliente,algo que en el rubro alimenticio y especialmente en el de la proteína aviar seviene desarrollando.
Los precios de los productos avícolas procesados deexportación en dólares/FOB, informados por la industria avícola, evidencian lavalorización segmentada de distintos productos de esta agroindustria. Nuggetscocidos: 2.500 US$/tonelada; Milanesas cocidas: 3000 US$/tonelada; Polloentero: 1.200 US$/tonelada; Garras: 2000 a 2500 US$/tonelada (según calidad)Alas enteras: 1.800 US$/tonelada.
El consumo y su laberinto
Si de productos y consumo se trata, específicamente en elmercado interno, De Grazia también tiene su visión desde Granja Tres Arroyos.Más allá del pollo entero, señala que “los productos más elaborados (patamuslo, presas, rebozados, congelados) son más estables en la venta al público.En el rango mayorista siguen la suerte del principal producto que es el polloentero. Pero no sirven como gancho, como es el pollo entero cuando se presentacomo oferta barata en los supermercados, que luego sirve para que el público selleve algún otro producto”.
Explicó que de planta, 15% del pollo sale trozado y 85%entero, pero el consumidor recibe 50% trozado y 50% entero. Esto sucede porquelo cortan algunos supermercados y todos los carniceros, que le cortan en presasel pollo entero que compró el cliente, o lo trozan y venden su cuarto trasero,milanesas y alas por separado, entre otras opciones.
“Es curioso -dice De Grazia- que el mercado no deja que alpollo lo troce la industria, que lo puede hacer en una planta a 10 grados detemperatura, en condiciones de inocuidad, salubridad y con control de calidad.Hay que promocionar el congelado IQF (individually quick frozen), un procesopor el cual en 70 minutos una pechuga recién faenada y procesada llega a -18°C. Pero la gente prefiere el fresco”, comenta.
Queda claro que cualquier congelado (de pollo u otro tipo deproducto) es mucho más caro en la góndola que un producto fresco y que quizássea por eso es que tiene menor demanda.
Ante esta realidad, De Grazia sostiene que “el congelado nodebiera ser mucho más caro que el fresco. Allí aparece el margen que le aplicaun supermercado en función del producto que vende. Mientras que un “productogancho” como el pollo entero a veces (el supermercado) lo vende al mismo precioque lo compra, a los demás productos le aplica un margen mucho mayor, al tiempoque el carnicero no vende congelado porque su negocio es el fresco”, explica.
La venta de pollo en el supermercado ronda el 21 a 22% de laoferta. El resto es carnicería/rotisería/pollería o el segmento HoReCa.Carnicerías y pollerías pelean por un segmento del mercado donde lainformalidad (se calcula un 20% en el pollo) le pone precio a un productoperecedero. “No es tanta pero castiga mucho al precio”, dice De Grazia.
Sobre el canal gastronómico en el actual contexto, tiene unavisión diferente: “la gente que comía en restaurantes (el delivery es apenas un15% de sus ventas) come en casa, con lo cual esa demanda se trasladó de losestablecimientos gastronómicos al hogar, donde se sigue eligiendo pollo por elprecio. El cierre de ese canal no afectó la demanda de pollos que se siguevendiendo por los restantes”.
Derechos de exportación
Respecto de la relación que la actividad avícola de carnemantiene con el Gobierno, tanto De Grazia como Motta la calificaron de normal.Ambos sostienen que recibieron de las autoridades, a través del Centro deEmpresas Procesadoras Avícolas (CEPA), la cámara empresaria que las agrupa, lascomunicaciones respecto del congelamiento de precios al 6 de marzo pasado ycoincidieron en que, dado el actual contexto de cuarentena en medio de lapandemia, no es momento para hacer otros planteos.
Igualmente, en este punto, De Grazia adelantó que “hay querevisar los derechos de exportación (DEX) (9% para el pollo) en función delvalor agregado de cada uno de los productos. Faltó sintonía fina. Es mucho máslo que paga la industria por sus exportaciones que la ventaja que obtiene porlos DEX que paga el maíz o la soja, que son los productos fundamentales dealimento balanceado”.
Explicó que “al tener la soja un DEX de 33% y el maíz 20%,pero significar, respectivamente, 10 y 20% del costo del alimento de lospollos, en forma teórica nuestra ventaja (al comprar granos más baratos)estaría en 5%, pero pagamos 9% por todo el valor agregado del pollo en el precioFOB, que se compone de mucho maíz, un poco de soja más mano de obra,transporte, combustibles, envases, impuestos. Todos esos factores forman unprecio y sobre ese total pagamos 9%. Por eso la incidencia de esas 2retenciones fuertes que tienen esas materias primas (soja y maíz) es muchomenor que el 9% que pagamos, significan un 5% del costo del pollo”.
Para De Grazia, además hay un agravante: “el 9% es realporque es sobre un determinado precio. La retención al maíz y a la soja para mí-comprador en el mercado interno- no siempre es 20% y 33% menos. Porque si enChicago la soja vale 300 dólares, no hay nadie que me diga que voy a pagar 200por la soja (disponible en la Argentina). El de granos es un mercado donde enforma teórica una soja de 300 dólares me debería costar 200, y quizás pago 240porque pago distinto que la exportación, porque la tengo más cerca o más lejos.Es un mercado que está influenciado por ese impuesto. Ahora en el mercado delpollo, el DEX es un impuesto que está gravando un precio de venta, no hayduda”, argumentó.