Martes, 26 de agosto de 2025   |   Campo

Desempleo en histórica láctea provoca masiva marcha en apoyo a despedidos en su pueblo

Desempleo en histórica láctea provoca masiva marcha en apoyo a despedidos en su pueblo

La crisis que atraviesa la histórica planta láctea La Suipachense, situada en el partido bonaerense de Suipacha, ha sumado un nuevo capítulo de tensión. Tras el despido de nueve empleados administrativos el jueves pasado y la aparente falta de conducción por parte del grupo venezolano Maralac, propietario de la empresa, los 140 trabajadores realizaron ayer por la tarde una multitudinaria marcha por las calles de la localidad.

La movilización reunió no solo a los empleados, sino también a sus familias, vecinos, funcionarios del municipio y representantes de todo el arco político local, en señal de apoyo a quienes actualmente mantienen la planta bloqueada en demanda de respuestas.

La situación se agravó a finales de la semana pasada, cuando la empresa envió nueve telegramas de despido. Según narró una alta fuente relacionada con la situación en la planta, el contenido de esas notificaciones fue particularmente duro: “El detalle del telegrama fue en términos muy duros, casi acusando a los trabajadores de ladrones, buscando una justa causa de despido”.

Marcha de los empleados de “La Suipachense”. Crédito: Informate de Primera

A raíz de esa decisión, el gremio lácteo Atilra intensificó las medidas de protesta y tomó control directo del ingreso y egreso de la fábrica. “Si antes entraban unos 40.000 litros, hoy no entra un solo litro de materia prima”, sostuvo la misma fuente.

En el lugar, la escena es clara: el portón de la planta permanece cerrado, los camiones de leche no ingresan y la producción se encuentra paralizada. La estrategia gremial busca forzar una reacción de los propietarios, quienes, según indicaron, no han dado señales en semanas.

El conflicto alcanzó un punto de quiebre a fines de julio, cuando los trabajadores ocuparon la administración de la planta al percatarse de la ausencia de directivos. En aquel momento, explicaron que lo hicieron para poder pagar salarios y asegurar insumos básicos. Por su parte, los propietarios denunciaron una “toma forzada”.

Desde entonces, se han mantenido reuniones con autoridades municipales y referentes gremiales en busca de una solución. Sin embargo, la llegada de los telegramas de despido terminó de destruir los puentes de diálogo.

“Esto acelera la situación que ya se venía planteando. Los dueños aparentemente habían designado a un nuevo gerente, pero aún no ha llegado a la planta. Nadie se hace cargo de la situación, especialmente porque se acerca fin de mes y se deben sueldos de julio y agosto”, describió la fuente consultada.

En este contexto, el gremio insiste en la necesidad de una intervención inmediata del área de Trabajo del Gobierno. Según advierten, el siguiente paso debería ser una conciliación obligatoria que abra un canal de negociación y permita descomprimir la tensión en la planta.

La incertidumbre sobre la representación del grupo empresario agrava la crisis. “El tema es que no se sabe quién representa al grupo venezolano. Los empleados los han llamado varias veces, pero no contestan. Es una situación muy extraña”, explicó la misma fuente.

El temor también se ha instalado entre los trabajadores, quienes evitan hablar públicamente. “Tanto el gremio como los empleados están muy asustados ante la posibilidad de que el grupo tome represalias”, señalaron.

El trasfondo económico es delicado. En su mejor momento, La Suipachense procesaba 250.000 litros de leche diarios. Hoy, la cifra ha caído a cero. Hasta la semana pasada, trabajaba con apenas 40.000 litros, lo que ya mostraba un recorte drástico de su capacidad.

La comunidad de Suipacha, compuesta por aproximadamente 12.000 habitantes, sigue de cerca la evolución del conflicto. La planta, con 75 años de historia, representa un motor económico y social para la ciudad. “Falta una figura que se siente a resolver la situación y convoque concretamente a los venezolanos a negociar una salida, porque bajo estas circunstancias el panorama no puede sostenerse mucho más”, resumió la fuente.

El trasfondo económico es delicado. En su mejor momento, La Suipachense procesaba 250.000 litros de leche diarios. Hoy la cifra ha caído a cero. Hasta la semana pasada, trabajaba con apenas 40.000 litros, lo que ya reflejaba un recorte drástico de su capacidad.

A los atrasos salariales, que en algunos casos alcanzan dos meses, se suman deudas millonarias con proveedores y prestadores de servicios.

A los atrasos salariales, que en algunos casos alcanzan dos meses, se suman deudas millonarias con proveedores y prestadores de servicios. De hecho, como relataron a este medio, una estación de servicio de la ciudad cortó la cuenta corriente de la planta debido a la falta de pago por el combustible utilizado por los fleteros.

Los productores tamberos también se han ido alejando. De los 180 que abastecían la planta, apenas 40 seguían entregando leche hasta hace unos días. Hoy, el número se ha reducido a cero. “Cuando los productores se enteran de que una fábrica enfrenta problemas, dejan de entregar leche. A diferencia de otros insumos, aquí la producción es diaria y perecedera. Si se corta, se acabó la fuente de materia prima”, explicaba recientemente una fuente del sector.

En este contexto, el fantasma de la paralización definitiva podría ser inminente, y los trabajadores advierten que la próxima semana, con el vencimiento de salarios de agosto y la ausencia de ingresos de materia prima, el conflicto podría escalar aún más.

En el gremio subrayaron que su intervención busca asegurar el pago de sueldos y mantener un mínimo de operación. La planta, que en los últimos años ha pasado por manos chilenas y luego venezolanas, arrastra un déficit estructural. Según cálculos extraoficiales, requiere alrededor de $3000 millones mensuales para operar, pero venía recaudando apenas $500 millones.

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