Viernes, 23 de mayo de 2025   |   Campo

Desde Buenos Aires, el drama de los campos inundados por una obra inconclusa a 100 kilómetros de distancia

Desde Buenos Aires, el drama de los campos inundados por una obra inconclusa a 100 kilómetros de distancia

“Todo el ganado está amontonado en la única loma seca que queda, pero eso no es suficiente: no hay pasto ni espacio, y los animales ya no tienen adónde ir”, comenta Mariano Baldoni, productor de Lobos, a unos 100 kilómetros de Buenos Aires. Su campo, completamente inundado, se sitúa sobre un tramo inconcluso del dragado del Río Salado, una obra paralizada desde hace meses. Tras el último temporal, la falta de desarrollo de esta obra ha vuelto a poner en evidencia las dificultades que enfrentan los productores, quienes lidian con el exceso de agua y la ausencia de infraestructura adecuada.

La obra en cuestión debería haber ayudado a mitigar los impactos de las lluvias. Se trata de la ampliación de la capacidad del cauce en el Tramo IV, Etapa 2, que abarca unos 30 kilómetros desde la ruta 205, en Roque Pérez, hasta el puente que conecta Ernestina con Elvira, atravesando los partidos de Lobos, 25 de Mayo y Roque Pérez. Aunque este tramo es el más corto de los más de 400 kilómetros ya ejecutados entre Samborombón y Bragado, permanece sin finalizar en una zona crítica. Fuentes del sector indican que el gobierno nacional mantiene esta obra “paralizada”, lo que repercute negativamente en la cuenca del río Salado.

La falta de intervención en esta área ha generado un verdadero “cuello de botella” que impide el escurrimiento natural del agua. El estrechamiento del cauce, que ya era motivo de preocupación antes del temporal, hoy causa graves daños en los campos vecinos y dificulta el drenaje del agua que proviene de otras zonas. En este contexto, los productores enfrentan pérdidas de forraje y serias dificultades para trasladar y resguardar a sus animales.

Con los campos inundados, los productores han tenido que mover a su ganado a las pocas áreas secas que quedaron, en un intento por salvarlos. “Recibimos agua que viene desde más de 150 kilómetros, y no hay canal por donde sacarla. La obra está en marcha, pero sin concluir. Es como si estuvieras en una autopista de cinco carriles y, de repente, tuvieras que continuar por uno solo”, ilustra Baldoni.

Como ejemplo de esta situación, menciona que en uno de los lotes que trabaja junto a su hermano Luciano, solo diez de las sesenta hectáreas han quedado libres de agua. “Es la parte alta donde está la casa. El resto está completamente cubierto”, relata. En esa zona han improvisado un espacio para alimentar a los animales con rollos de pasto, pero no es suficiente. Por eso, han decidido adelantar la cosecha de un lote de maíz para liberar una superficie seca y poder trasladar allí más ganado.

El productor tenía vacas preñadas y terneros recién nacidos en los campos afectados. Algunos lograron sobrevivir sobre los terraplenes de la obra inconclusa, mientras que otros fueron rescatados con ayuda externa. “Tuvimos que llamar a los bomberos para mover a los animales. No podíamos llegar al fondo del campo ni siquiera a caballo”, recuerda.

A pesar de que están acostumbrados a convivir con el agua, la frustración en esta ocasión es mayor. “Siempre hemos enfrentado inundaciones, pero el problema más grave ahora es que esto se podría haber evitado. No es aceptable que una obra de tal magnitud esté sin terminar”, concluye. En otro lote, donde habían sembrado hace apenas diez días, ahora hay “un metro y medio de agua”. Y con ella se ha perdido toda la reserva forrajera que tenían planificada para el invierno. “Cuando el agua se retire, no quedará nada”, advierte.

A pocos kilómetros, en un campo que cruza directamente el río, Fabián Mercante enfrenta una situación similar. Su familia firmó un contrato para avanzar con el dragado, que solo duró uno o dos meses antes de paralizarse. “Ahora tenemos unas 400 hectáreas de cañadones, destinados para animales, bajo entre un metro y medio y un metro ochenta de agua”, explica.

“Contamos con entre 500 y 600 animales y no tenemos dónde ubicarlos”, añade. La situación lo abruma. Afirma que su padre está considerando vender ganado y que, tal vez, tengan que dejar de sembrar para usar los campos agrícolas como refugio para el ganado. “No sé qué hacer. Es muy angustiante lo que estamos viviendo. No tenemos respuestas de nadie”, dice, mientras lamenta la pérdida de entre 15 y 20 animales, seguramente ahogados.

La transformación ha sido abrupta: caminos rurales que antes eran transitables hoy están cubiertos por el agua. Según los productores, la crecida ha sido de un metro en solo un día. “De un día para otro creció un metro. La camioneta pasó por un camino seco y al día siguiente ya estaba inundado. Nunca he visto algo así”, recalca el productor. El agua ha desbordado con fuerza desde zonas donde el dragado sí ha sido completado y se ha estancado en un embudo. “El tramo entre Ernestina y Roque Pérez, de 32 kilómetros, está sin hacer. Apenas han realizado el 10%, y nada más. El agua no puede seguir su curso y se desborda”, explica.

En este contexto, la preocupación aumenta ante los pronósticos de nuevas lluvias para el fin de semana. “Si sigue lloviendo como pronostican, el agua llegará al pueblo. En Larre, a 40 kilómetros de Roque Pérez, ya han comenzado a cerrar canales para frenar el ingreso del agua. Es desesperante”, advierte.

Es importante recordar que a principios de mes, el Consejo Honorario Asesor del Río Salado, que incluye organizaciones como la Sociedad Rural Argentina, Coninagro, Federación Agraria, la UIA y Carbap, emitió un fuerte reclamo al gobierno nacional. Exigieron la “reactivación inmediata” del dragado del Tramo IV.2, junto con la continuación de las obras complementarias del Plan Maestro Integral, que empezó hace más de veinte años.

“Acertadamente, se calificó como prioritario hace menos de un año por la Subsecretaría de Recursos Hídricos, pero su paralización ya era evidente a finales del año pasado y se formalizó en marzo mediante la modalidad de neutralización por 60 días”, advierten. Y reclaman que ese plazo no se extienda: “Es necesario avanzar sin demoras hacia la reanudación urgente y necesaria de las obras”.

Además, el Consejo recordó que el impacto de la paralización de este tramo “va más allá de él mismo, porque retrasa y afecta el desarrollo de un conjunto de obras largamente esperadas por comunidades del interior”, que sufren frecuentemente las consecuencias de las inundaciones.

“Se trata de una obra de carácter federal”, subrayan, y advierten que la Cuenca del Salado representa entre el 25% y el 30% de la producción agrícola y ganadera del país, afectando también la infraestructura vial, el acceso a servicios y la permanencia de las comunidades rurales. “Esto compromete el arraigo y el desarrollo de una región clave del interior”, concluyen.

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