
Se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío. Si se opta por la primera perspectiva, el anuncio del ministro de Economía, Luis Caputo, sobre la extensión de la reducción al 9,5% de los Derechos de Exportación (DEX) para el trigo y la cebada hasta marzo de 2026 —cuando inicialmente debía finalizar el 30 de junio— representa un avance hacia la disminución de impuestos que promueve el Gobierno. Al igual que habían solicitado las entidades productivas, el titular del Palacio de Hacienda ha dado una señal para alentar la siembra de ambos cultivos de la cosecha fina.
Por otro lado, si se elige ver el vaso medio vacío, el anuncio conlleva la confirmación de que los DEX para la soja y el maíz aumentarán el 1° de julio próximo. Además, la naturaleza temporal de la reducción para el trigo y la cebada introduce una distorsión en el mercado, ya que los compradores saben que los vendedores contarán con un período limitado para vender su producción tras la cosecha.
La estrategia del Gobierno de “abrir y cerrar” los DEX añade un ruido innecesario para un sector que ya enfrenta riesgos significativos, como la volatilidad de los mercados internacionales y las inclemencias climáticas. El severo temporal que afectó al norte de Buenos Aires y parte del oeste de la provincia el fin de semana pasado recordó que el clima es un riesgo fundamental en esta actividad.
Si esta estrategia cuenta también con una motivación política, el ruido se intensifica. Ya han comenzado las especulaciones sobre un posible anuncio de reducción de retenciones por parte del presidente Milei en la próxima Exposición Rural de Palermo. Se considera que, unos meses antes de las elecciones legislativas en las que pretende validar su modelo, no tomará decisiones que puedan alejar el voto de las zonas productivas vinculadas al campo. Ya sea por razones políticas o económicas —dado que el superávit fiscal depende de los DEX— la estrategia de abrir y cerrar las canillas dificulta cualquier intento de revitalización del agro.
Una de las cadenas más afectadas por esta oportunidad de desarrollo es la del maíz. El próximo miércoles se llevará a cabo el congreso de Maizar, donde se discutirá, entre otros temas, “por qué la agroindustria en nuestros países vecinos crece, mientras que en Argentina está estancada desde hace décadas”, según los organizadores.
La cadena del maíz planteará nuevamente la necesidad de transformar localmente el grano, ya que en las zonas alejadas de los puertos, su rentabilidad es cuestionable. “Brasil lo hizo en Mato Grosso y ha incrementado exponencialmente su producción de maíz en los últimos años, a pesar de estar a 2000 km del puerto, gracias a la transformación, especialmente en carnes y bioetanol”, recordaron.
Durante el congreso, se presentará una actualización de un estudio realizado por Roberto Bisang y Ricardo Negri que evalúa el impacto del desarrollo de la cadena del maíz a través de la transformación de granos en alimentos, energía, fibras y otros productos industrializados.
Un cálculo de Bisang en Maizar 2024 sostiene que “el valor anual de las retenciones a la exportación del cereal es equivalente a la inversión en diez plantas de etanol de 1,5 millones de toneladas cada una”. Este es el impacto que conlleva un impuesto distorsivo como los DEX sobre una cadena productiva.
Es cierto que el Gobierno ha implementado medidas que benefician la producción, como la reducción de aranceles a insumos, el fin del cepo cambiario para personas, la eliminación del régimen de “volúmenes de equilibrio” para las exportaciones y otras decisiones en favor de la desregulación. Sin embargo, la competencia es feroz y hay países que no se detienen. Por ejemplo, Brasil acaba de firmar un acuerdo con China para exportar burlanda al gigante asiático. El país vecino, que ha mantenido por décadas una política sólida en biocombustibles, está construyendo diez plantas de etanol en los estados de Mato Grosso, Goiás y Paraná, aumentando la oferta de este subproducto del maíz. En el mercado chino, Brasil busca desplazar a la oferta estadounidense. Si logró hacerlo con la soja, ¿por qué no con los productos derivados del maíz?
La cadena del maíz, al igual que las de otros cultivos, compite en estas grandes ligas y no debería distraerse con debates menores sobre dos puntos más o menos de un impuesto distorsivo. Los desafíos que enfrenta son de una magnitud mucho mayor.