
En las últimas dos semanas, más precisamente del 4 de diciembre al miércoles pasado, en apenas 8 jornadas hábiles, el Tesoro nacional aceleró el ritmo de compra de divisas y aumentó sus depósitos en dólares en el Banco Central (BCRA), de USD 97 millones a cerca de USD 2.000 millones, precisa el más reciente informe semanal de Invecq.
En detalle, el salto de 1.962% de las tenencias en divisas de Economía en el Central se debía a compras estimadas en USD 630 millones, complementadas por USD 360 millones de desembolsos netos de organismos internacionales (el grueso, del Banco Interamericano de Desarrollo, BID) y USD 910 millones por la colocación de Bonares. De este modo, el equipo encabezado por el ministro Luis Caputo se adelantó al anuncio del BCRA de que a partir de enero no solo las bandas cambiarias del esquema de “flotación” pasarán de ajustarse al 1% a ajustarse según la tasa de inflación del segundo mes anterior, sino que además la entidad empezará a comprar dólares y acumular reservas para permitir la “remonetización” de la economía que según sus previsiones consistiría en un aumento de la Base Monetaria del 4,2 al 4,8% del PBI. En ese “escenario base” la presunción es que el Central compraría USD 10.000 millones, cifra que aumentaría en USD 7.000 por cada punto adicional del PBI en que se “remonetice” la economía.
Demanda de dinero, reservas y riesgo-país
“Hacia adelante -explica el informe de Invecq- la acumulación de reservas dependerá fundamentalmente de la evolución de la demanda de dinero, una variable históricamente volátil y difícil de anticipar en un contexto donde persisten los controles de cambios. Es posible que el Gobierno confíe en que el anuncio, por sí mismo, acelere la caída del riesgo país —hoy ya en torno a los 500 puntos— y habilite un mayor endeudamiento externo a tasas más bajas, facilitando así la recomposición del activo del BCRA”. El esquema, dice, “seguirá siendo ‘Cuenta Financiera dependiente’”.
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En cuanto a los anuncios del Banco Central, el reporte dice que se trata de “medidas positivas”, pero a la vez advierte la persistencia de “dudas sobre si serán suficientes para cubrir simultáneamente las necesidades de 2026 y la recomposición del activo del Banco Central”.
Las medidas, se reafirma, “van en la dirección correcta: el BCRA explicita su compromiso con la acumulación de reservas, cambiando el enfoque que evidenció desde la implementación del acuerdo con el FMI, y recalibra el esquema para reducir la apreciación del tipo de cambio real (TCR). Así, el programa recupera algo de credibilidad”
¿Alcanzará?
Las dudas se concentran en si eso alcanzará para garantizar, al mismo tiempo, una oferta de dólares capaz de cubrir las necesidades de 2026 y de recomponer el activo del Central.
“La principal incógnita reside en el atesoramiento de individuos: si promediara USD 2.000 millones por mes —una cifra plausible al nivel actual del Tipo de Cambio Real, TCR”.
Sucede que las necesidades de financiamiento son muy altas. “Dadas nuestras proyecciones de Cuenta Corriente y el objetivo de acumular USD 10.000 millones en el año, podrían superar los USD 50.000 millones”, cita Invecq un dato estremecedor, pero relacionado con lo que fue la demanda de divisas de familias y empresas en el último año.
“La pregunta clave es si el mercado estará dispuesto a financiar esos montos y, en particular, dicho nivel de dolarización privada. La apuesta del equipo económico es que el ahorro en divisas caiga considerablemente. Si bien este escenario luce plausible, habrá que ver hasta qué punto. Como referencia, el atesoramiento de personas humanas promedió, a precios actuales, US$21.000 M en 2016-2019 (US$24.000 M si se excluye 2016). En ese período, el TCR se ubicó en niveles comparables al actual en 2016, fue inferior en 2017 y resultó más elevado en 2018-2019. En este marco, la confianza en Milei y en la consistencia del programa será el factor determinante”, dice un pasaje central del trabajo.
Esa misma confianza, cree Invecq, “será también fundamental para la eventual reaparición de flujos financieros relevantes. Durante 2016-2017, la inversión de cartera promedió anualmente UDD 47.500 millones, lo que abre la pregunta sobre si un volumen de esa magnitud podría volver a materializarse. A favor del escenario actual, cabe señalar que aquella notable entrada de capitales se dio incluso con un déficit de Cuenta Corriente mucho más elevado. En contra, en 2016-2017 Argentina no se encontraba bajo un acuerdo con el FMI: la vigencia de un programa introduce hoy una cautela adicional entre los inversores, tanto por el recuerdo de la crisis cambiaria de 2018-2019 como por ser un “acreedor privilegiado”.
Por eso, concluye, “la acumulación de reservas dependerá fundamentalmente de la evolución de la demanda de dinero, una variable históricamente volátil y difícil de anticipar en un contexto donde persisten los controles de cambios. Es posible que el Gobierno confíe en que el anuncio, por sí mismo, acelere la caída del riesgo país —hoy ya en torno a los 500 puntos— y habilite un mayor endeudamiento externo a tasas más bajas, facilitando así la recomposición del activo del BCRA”.
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