Domingo Recalde es carpintero y empleado municipal de Parques y Paseos hace siete años, según contó. A principios de 2009 empezó a dirigir un emprendimiento municipal que se fundó como una medida de ahorro para la Comuna. La tarea era hacer los ataúdes con los que la Municipalidad presta el servicio fúnebre a personas de bajos recursos. Para empezar, el convenio firmado estipulaba que la Comuna iba a firmar un comodato con Recalde por el uso de su taller particular, pero éste “nunca se formalizó” y “jamás me pagaron la luz ni el desgaste de las herramientas”, dijo. De los tres empleados que le asignó el Municipio, “dos iban cuando querían”, con lo cual a menudo debía cumplir con las exigencias de la Comuna (23 ataúdes por mes en promedio) con un solo ayudante.En diciembre pasado le llegó una nota desde el Cementerio reclamando ataúdes que él ya había entregado. “Comparando las planillas nos dimos cuenta que entre los remitos nuestros y lo que el Cementerio decía haber recibido faltaban 72 ataúdes”, dijo Recalde. “Iniciamos los reclamos por vía administrativa, puntualizando los tres asuntos: los empleados que no venían, los gastos que no se pagaban y la faltante de los cajones. Esto fue en diciembre. En enero se firmó la resolución cerrando el taller y después salió una licitación para comprar 25 ataúdes afuera por 18 mil pesos, cuando nosotros le hacíamos 100 cajones por 30 mil pesos”, lamentó Recalde. “A mí me duele mucho esto, porque yo presté mi taller y mis herramientas durante nueve meses y jamás me reconocieron nada. Hacíamos cajones dignos. Ahora me sacaron los plus que cobraba y la categoría que me habían dado por ser responsable del taller. Este mes cobré 670 pesos”, dijo.Los ataúdes hechos por el Municipio, junto con el taller de indumentaria, fueron uno de los emprendimientos más publicitados por la gestión el año pasado, subrayando la puesta en valor de la producción del propio Estado.FaltanteRecalde entiende que la gota que colmó el vaso para las autoridades comunales fue su reclamo por la faltante de ataúdes. El carpintero ya había presentado notas para que le pagaran la luz, teléfono ($ 100 por mes) y el afilado de herramientas ($ 400 por mes), según dijo, y había planteado una queja por las “ausencias injustificadas de dos de los tres empleados que me había puesto el gremio (Sindicato Unión Obreros y Empleados Municipales, Suoyem)”. De acuerdo con lo que narró, el tema de los cajones saltó en diciembre, cuando el carpintero pidió cerrar el taller unos días para tomarse vacaciones. “Yo no podía salir, dejar mi casa, mi taller, con gente extraña. Porque los conocí acá a los tipos, estos muchachitos no se manejaban solos, a todos los cajones les ponía la mano yo porque no tenía gente capacitada para dejarlos solos para que trabajen”, explicó.Pero el director del Cementerio -dijo-, José María Pussineri, le hizo notar que no obraba en las instalaciones comunales el stock de ataúdes requerido para el mes. “Entonces me mandaron la lista de cajones que ellos tenían y con esto nos pusimos a hacer cuenta de lo nuestro: faltaban 72 cajones, que era lo que debió haber habido en stock para poder irnos de vacaciones tranquilos. El director del Cementerio me pide por vía administrativa con nota y yo le contesto igual administrativamente que están faltando 72 cajones. No estaban los cajones, ese era el problema, que no estaban”, subrayó Recalde. Los cajones los retiraba personal de Acción Social y los llevaba a la sede de calle Colón, precisó el carpintero. “Le hacíamos firmar el recibo con número de legajo al personal que venía a retirar y aclaración de la firma. Cuando voy a la Secretaría de Gobierno a hacer el reclamo, la secretaria Rosario Romero me dijo que si yo tenía los comprobantes de que los cajones estaban entregados ya estaba, lo demás a mí no me debía interesar”, refirió el ex subdirector del taller de ataúdes.Cierre“En enero pasado salió una resolución derogando el taller con el argumento de que no dábamos cumplimiento a la tarea y que le estaba saliendo caro al Municipio”, informó Recalde. “Pero en la nota que manda el director de Cementerio, allí consta que incluso habíamos superado la demanda, que en diciembre ya era de 30 por mes, entregando 36 ataúdes”, citó. “Íbamos haciendo partidas de 10, 12 cajones y las mandábamos”, señaló. Contó entonces que la última exigencia de la Comuna era que entregara 12 cajones por semana. Pero esto era imposible, dijo: “Trabajaba con un empleado y medio, porque uno iba cuando quería al taller y el otro dejó de ir, decían que desde el gremio los autorizaban a faltar. Qué le pasa al personal, le pregunté yo al titular del gremio: y él me dijo: no se haga problema, firmele planilla igual. Me sentía presionado. Estas personas no entraron con contrato de obra, entraron con contrato de servicio directamente y tienen categoría, jefe de departamento. Cobraban 2.200 pesos, más que yo, que era subdirector y tenía que pagar los gastos del taller, el afilado de las herramientas, comprar las sierras descartables, pagar la luz”, puntualizó.HerramientasAhora Recalde, que trabajaba en Parques y Paseos, fue destinado a Arquitectura, contó. Dice que lo tienen “en un rincón” sin funciones, y que le sacaron el plus que cobraba por trabajar en el Parque Gazzano anteriormente, y por prestar funciones para el Cementerio. “Pedí licencia porque me estaba enfermando y me dijeron que no, hasta que no devolviera las herramientas del Municipio que quedaron en el taller. Yo tengo la mayoría mías pero una parte son del Municipio. No me niego a entregar pero lo haré por vía formal. Nosotros reclamamos que nos tengan consideración, que vengan y se fijen. A la cepilladora mía que se usó durante meses se le rompió el engranaje y cuesta 1.500 pesos. Por lo menos que me dejen en condiciones lo mío. Me empobrecieron”, finalizó diciendo Recalde. (Fuente: El Diario)
