Viernes, 19 de diciembre de 2025   |   Campo

Denuncian aumento de robos en los puertos del Gran Rosario

Denuncian aumento de robos en los puertos del Gran Rosario

Durante la cosecha, especialmente de soja, maíz y trigo [hoy en el país se recolecta este cereal], ingresan miles de camiones a los puertos cerealeros del Gran Rosario, lo que provoca un mayor movimiento y congestión en rutas y terminales. Al mismo tiempo, se incrementan los hechos de seguridad">inseguridad en las vías y en los accesos a las terminales, donde se descarga la mercadería de la campaña, con robos de granos mediante la apertura de boquillas.

Los episodios ocurren tanto con los vehículos en marcha como durante detenciones forzadas por tránsito o por el mal estado de las rutas. Según los transportistas, el tramo final del viaje se transformó en una trampa mortal: la zona portuaria —que abarca San Martín, Timbúes y Rosario— registró un aumento drástico de la violencia en los últimos tres años. Playa Pérez, en Rosario, es uno de los puntos más temidos por los conductores, que aseguran evitar acercarse.

Matías Ullua, quien desde hace ocho años lleva mercadería al puerto, dijo que se trata de un reclamo colectivo de colegas que recorren las rutas y que pocas veces pueden denunciar. “La inseguridad es muy alta. Entran muchos camiones al puerto, hay poca seguridad policial, zonas muy oscuras y falta de iluminación”, resumió.

El modus operandi de las bandas que actúan en la Circunvalación y los accesos es brutal y veloz, explicó el transportista. Aprovechan la reducción de velocidad de los vehículos de gran porte —por el estado de los caminos y los semáforos— para atacar. Ullua lo sufrió en carne propia el pasado septiembre, cuando ingresaba a Puerto San Martín. “Frené por una vía y me rompieron el vidrio del acompañante de un piedrazo. Cuando reaccioné, tenía al ladrón colgado del vidrio con una pistola apuntándome a la cabeza. Me robaron el celular, la billetera y un sobre con dinero que era para cargar combustible durante el viaje. Fue cuestión de segundos, aunque en ese momento se siente como una eternidad. No sabía si el asaltante era inexperto o si se le podía escapar un tiro”, narró.

Así se derrama el cereal cuando le abren la boquilla

Más allá del robo a mano armada en la cabina, el delito más habitual es la apertura de las boquillas de descarga para sustraer el cereal, muchas veces con el camión en movimiento. En la Circunvalación de Rosario, en sentido hacia Buenos Aires, todos los días hay uno o dos camiones a los que les abren la boquilla, contó. Para evitarlo, los choferes modificaron su forma de manejo: “Ya no circulamos por la mano lenta, sino por el carril del medio, para evitar que los delincuentes se trepen desde la banquina”.

Además, debieron reforzar la seguridad de los vehículos de modo casero para intentar frenar los robos. “Todas las boquillas tienen unas orejitas con agujeros y les ponemos tornillos. Todo lo que tenga una palanca que influya para abrir una puerta, lo tengo atornillado”, detalló.

Días atrás lo vio en primera persona, mientras viajaban en convoy con Carlos Raccini, uno de los colegas con quien suele recorrer la ruta: “Le abrieron la puerta llegando al puerto. Yo le hacía señas de luces y él vio por el espejo que estaba perdiendo mercadería. Se bajó y cerró la puerta”. Ullua maniobró su camión para cubrir la retaguardia de su colega y evitar que quienes andaban en motos volvieran a atacarlos mientras estaban detenidos. El transportista explicó que el robo de cereal plantea un dilema perverso para el chofer: si frenan para cerrar la compuerta, se exponen a un asalto; si siguen, pierden la carga. El seguro cubre cuando los choferes son amenazados con arma, pero no en los casos de apertura de boquilla.

Los transportistas señalan que el estado calamitoso de los accesos obliga a detener la marcha. “A veces hay que frenar a cero para esquivar un pozo porque viene otro vehículo de frente”, agregó. Según Ullua, la presencia de patrulleros en el trayecto entre Puerto San Martín y Rosario es escasa.

Rosalía Rodríguez, transportista con más de 15 años en el rubro

Rosalía Rodríguez describió el cordón industrial como un mapa de zonas rojas que se extiende desde Timbúes hasta Arroyo Seco, pasando por Rosario. Aunque su base está en Ricardone, señaló que el verdadero peligro se concentra en los accesos a los puertos del sur, como Unidad 6 y Playa Pérez. Allí, la infraestructura juega en contra: los descampados en los ingresos y el paso obligado por avenidas rodeadas de asentamientos, como Ayolas y Uriburu, convierten a los camiones en blancos fáciles.

La mecánica de los robos en la Circunvalación de Rosario evolucionó hacia una violencia técnica y rápida. Según relató la conductora, las motos se pegan a los laterales de los camiones cuando deben reducir la velocidad; los delincuentes “arrojan cadenas a las boquillas de descarga y utilizan la tracción de las propias ruedas del camión para arrancarlas de cuajo”. A esto se suman los piedrazos constantes a los parabrisas, una táctica brutal que busca obligar al chofer a frenar y permitir abordar la cabina. Ante este escenario, la regla de oro entre los camioneros es “no parar bajo ninguna circunstancia” hasta ingresar al puerto.

Rosalía Rodríguez, transportista con más de 15 años en el rubro

Rosalía explicó que deben tomar medidas extremas, como “atornillar todas las compuertas y circular por los carriles rápidos para evitar el abordaje de las motos”. La situación es tan crítica que, si ven a un colega perdiendo cereal porque le abrieron la boquilla en movimiento, no pueden detenerse a ayudarlo en la ruta por el riesgo de ser asaltados; la asistencia solo es posible una vez que logran cruzar las rejas de la terminal portuaria.

Para evitar ser asaltados, los transportistas viajan en grupo y se cuidan entre sí: “La única forma de disuadir a los delincuentes que se cruzan en la ruta para frenar la marcha ha sido gracias a la intervención de otros colegas que, mediante maniobras o señales de alerta, logran evitar el asalto en el último segundo”.

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