Jueves, 23 de octubre de 2025   |   Internacionales

Del Louvre a Dresde: robos, persecuciones y enigmas que exponen fallas institucionales en museos icónicos

A lo largo de la historia, joyas imperiales, obras maestras y piezas únicas fueron blanco de golpes meticulosamente planeados y huidas espectaculares que crearon leyendas y desafíos para la seguridad del patrimonio cultural mundial
Del Louvre a Dresde: robos, persecuciones y enigmas que exponen fallas institucionales en museos icónicos

La calma de la mañana del domingo 19 de octubre se quebró de forma abrupta cuando, en el corazón de París, un grupo de ladrones irrumpió en el Louvre, el museo más visitado del mundo, y logró sustraer valiosas joyas de la realeza con enorme peso histórico.

El golpe, perpetrado a plena luz del día, desató una ola de preocupación internacional sobre la seguridad de los grandes tesoros culturales que conservan los museos.

La investigación posterior puso de manifiesto la precisión y rapidez de la operación: cuatro delincuentes, con los rostros cubiertos y chalecos de obrero, aprovecharon una zona en obras para acceder por el costado sur del Louvre, junto al Sena.

En apenas siete minutos y empleando motosierras y un montacargas, irrumpieron en la Galería Apolo, rompieron dos vitrinas blindadas y se llevaron ocho piezas de joyería de la corona francesa, entre ellas coronas, collares y pendientes históricos.

La corona de la emperatriz Eugenia fue recuperada —aunque dañada durante la huida—, pero el resto del botín continúa desaparecido. El robo obligó a suspender las actividades del museo y aumentó la presión por modernizar los sistemas de vigilancia, mientras la fiscalía investiga con el apoyo de más de 100 agentes.

Por su parte, expertos en patrimonio advierten que esas piezas, valoradas en más de 100 millones de dólares, podrían ser desarmadas y vendidas como gemas sueltas o fundidas para borrar rastros.

Sin embargo, este audaz atraco no fue un caso aislado: la historia reciente está salpicada de episodios igualmente sorprendentes en los que piezas irreemplazables, custodiadas bajo estricta seguridad, se desvanecieron por la astucia de sus autores y por vulnerabilidades humanas y tecnológicas. Aquí, cinco hechos que convirtieron a estos espacios en auténticos escenarios de película.

Una de las sustracciones más notorias ocurrió en la Ciudad de México la Nochebuena de 1985. Mientras el país celebraba en familia, dos jóvenes universitarios, Carlos Perches y Ramón Sardina, se infiltraron en el Museo Nacional de Antropología utilizando un conducto de ventilación.

Al recorrer las salas del museo, robaron más de 100 artefactos precolombinos, entre ellos la máscara funeraria de jade del rey maya Pakal. El golpe desconcertó a las autoridades, que en un primer momento sospecharon de una sofisticada red de contrabando de arte. Años después, las investigaciones revelaron que los responsables habían planeado el atraco durante más de seis meses, visitando el museo en numerosas ocasiones para estudiar sus sistemas de seguridad.

Algunas piezas fueron recuperadas por la policía en poder de Perches en 1989, cuando intentó venderlas a un jefe del crimen organizado en Acapulco. Si bien la mayoría de los objetos fue finalmente restituidos, su integridad puso en duda la capacidad para proteger el legado cultural mexicano y provocó importantes refuerzos en la seguridad de los museos.

El 18 de marzo de 1990, dos individuos disfrazados de policías ingresaron de madrugada al Museo Isabella Stewart Gardner de Boston, alegando responder a un supuesto incidente.

Allí inmovilizaron a los guardias y, en menos de hora y media, se alzaron con 13 obras maestras valoradas en 500 millones de dólares. Entre el botín figuraban lienzos irreemplazables de Edgar Degas, Édouard Manet y la única marina conocida de Rembrandt: “La tormenta en el mar de Galilea”.

El robo permanece sin resolver, y los marcos vacíos siguen en la galería como testigos mudos; el museo ofrece la mayor recompensa privada de la historia por información que permita recuperar las obras.

En Alemania, el 25 de noviembre de 2019, la ciudad de Dresde fue escenario de uno de los atracos más espectaculares de la era moderna.

Un grupo criminal originario de Berlín, apodado la “familia mafiosa”, provocó un incendio como distracción y, tras cortar la electricidad, irrumpió en la Bóveda Verde del Castillo de Dresde.

El objetivo era el tesoro real de Augusto el Fuerte, una colección de joyas y diamantes cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII.

Los ladrones, usando cizallas y maniobras precisas, se apropiaron de 21 piezas repletas de miles de gemas, incluida una espada ceremonial y la legendaria Piedra Blanca de Sajonia.

Parte del botín fue recuperada y varios responsables recibieron penas de prisión, pero aún existen incógnitas sobre el paradero de las piezas más valiosas.

La lista de golpes memorables en la historia del arte incluye la sustracción más emblemática de todas: el robo de la Mona Lisa en 1911.

Vincenzo Peruggia, un trabajador italiano del Louvre, ingresó al museo vestido con uniforme de trabajo, extrajo la pintura de su marco y salió con ella sin mayores contratiempos.

El cuadro permaneció desaparecido durante más de dos años y su ausencia atrajo multitudes que acudían al Louvre a contemplar el vacío en la pared.

La obra fue finalmente recuperada en Florencia, lo que además catapultó su fama internacional y la elevó al estatus de ícono universal.

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