
En 2025, numerosas empresas agropecuarias del norte argentino, que abarcan actividades como la producción de tambo, tabaco y granos, se encuentran ante un momento decisivo. Factores externos, como los bajos precios de las commodities y del tabaco, junto con el incremento de los costos de producción, ejercen una presión negativa sobre los márgenes.
El cultivo de tabaco, por ejemplo, demanda más de 120 jornales por hectárea durante todo su ciclo, lo que hace que la eficiencia en el control de las labores y la mecanización sean elementos estratégicos dentro de la estructura de costos.
“Desde hace meses trabajamos con varias empresas en la proyección del cash flow y detectamos que, si no tomábamos decisiones, enfrentaríamos meses de déficit. Fue un gran desafío, pero también una oportunidad, ya que logramos reunir a los equipos de las diferentes unidades de negocio para buscar soluciones y equilibrar el flujo de fondos”, explica Martín Gana, consultor y asesor en Select Debernardi.
“Reconocer la situación permitió actuar de inmediato. En una empresa, se activaron cuatro camiones propios para realizar fletes y generar ingresos adicionales, se tomó la decisión de vender vaquillonas para mejorar la liquidez y se acordó con el nutricionista del tambo utilizar grano húmedo propio, disponible antes de lo esperado, para reducir la compra de maíz. Además, se implementó un tercer ordeño aprovechando la disponibilidad de personal, lo que elevó la producción a 29 litros por vaca y día. También se redujeron los retiros personales para mejorar la caja. Gracias a estas medidas, el déficit de flujo de fondos se disminuyó en un 40%”, agrega.
Situaciones como las mencionadas se repiten en muchas empresas agropecuarias, que han sido golpeadas por años de clima adverso, precios bajos y, sobre todo, el aumento de costos. En este contexto tan desafiante, que podría repetirse en los próximos años, surge la necesidad de un cambio de paradigma para sostener y proyectar las empresas, con cuatro puntos clave: eficiencia, escala, información y planificación estratégica.
Ser eficientes no implica solo reducir costos, sino entender en qué se gasta cada peso y cada hora de trabajo, y qué retorno genera cada decisión, señala. En el tambo, la eficiencia radica en medir litros de leche por vaca y día, litros por hectárea, costos de alimentación, tasa de descarte y eficiencia reproductiva. En ganadería, se trata de conocer los kilos de carne por hectárea, la ganancia diaria de peso, la conversión alimenticia y los costos de la recría, destaca.
Planificar no es adivinar el futuro, sino trazar un rumbo y establecer qué se necesita para avanzar.
En agricultura, es esencial analizar el costo por tonelada producida y el margen neto por cultivo, además del rendimiento por hectárea. La incorporación de tecnología para registrar datos en tiempo real resulta clave. “Muchos productores aún no miden estos indicadores con frecuencia, y allí se pierden oportunidades de mejora”, enfatiza Gana.
Con el aumento de costos, la escala se vuelve indispensable para ser competitivos, pero escalar no significa crecer de cualquier manera. Implica hacerlo con orden, eficiencia y planificación.
De acuerdo con el reporte, un tambo que aumenta su escala puede negociar mejores precios de insumos y diluir costos fijos en más litros de leche, siempre que el proceso esté organizado. Lo mismo se aplica a la agricultura, al planificar compras de insumos, o a la ganadería al organizar recrías e invernadas en campos propios, señala.
“Conocer el costo para cubrir los gastos fijos, el impacto de cada variación en el precio de la alimentación o el efecto de cada mejora en infraestructura permite anticipar decisiones”, subraya Gana.
Tomar decisiones basadas en datos es fundamental. “Conocer el costo para cubrir los gastos fijos, el impacto de cada variación en el precio de la alimentación o el efecto de cada mejora en infraestructura permite anticipar decisiones”, resalta Gana.
“Un tambo que mide y analiza sus datos diariamente está un paso adelante de aquel que solo reacciona cuando los problemas ya se han instalado. Lo mismo ocurre con un feedlot que controla consumos y ganancias diarias, o un lote agrícola que utiliza imágenes satelitales y mapas de rendimiento para planificar insumos según ambientes”, añade.
Según el experto, planificar no es adivinar el futuro, sino definir un rumbo y establecer qué se necesita para avanzar. Para ello, subraya, se requieren objetivos concretos y un plan de acción con controles periódicos.
Los Indicadores Clave de Desempeño (KPI) permiten monitorear los avances y detectar desvíos a tiempo. En el agro, estos pueden incluir litros de leche por vaca y día, tasa de preñez, kilos de carne por hectárea, costo de alimentación por litro o rendimiento agrícola en relación con el costo total. Su medición y comparación mensual permite ajustar decisiones de manera ágil.
Señala que ninguna transformación es posible sin un equipo profesionalizado y comprometido. El recurso humano es esencial en el ordeño, la alimentación, la sanidad y la reproducción en el tambo, en el manejo de rodeos en ganadería y en cada etapa del ciclo agrícola.