
En noviembre próximo, Brasil será el escenario de la Conferencia de las Partes, COP 30, que se llevará a cabo en Belem, en la región de la Amazonia. La elección de esta sede marca, de alguna manera, un cambio respecto a la hegemonía de las dos últimas conferencias, celebradas en países donde la cuestión energética—y más específicamente los combustibles fósiles—domina la economía.
La selección de la Amazonia por parte del actual gobierno brasileño es, sin duda, simbólica y permitirá poner el foco en la importancia de la selva amazónica en la lucha contra el cambio climático y la preservación de la biodiversidad.
No obstante, esta conferencia enfrentará desafíos clave, como el impacto creciente del cambio climático sobre la seguridad alimentaria y la pobreza, que afecta a millones de personas. La COP30 debe impulsar soluciones que fortalezcan la resiliencia de los sistemas agroalimentarios y promuevan la adaptación climática para garantizar el acceso a alimentos y reducir la pobreza.
Aquí es donde resalta el papel de la agricultura en América Latina, una región que produce alimentos suficientes para más de 1300 millones de personas, más del doble de su población.
Es la COP donde se puede resaltar el papel de la agricultura en América Latina como una región que de facto produce alimentos suficientes para más de 1300 millones de personas, lo cual es más del doble de su poblaciónGetty Images
La región produce aproximadamente el 14% de la producción agrícola y pecuaria a nivel mundial y es responsable de cerca del 25% de las exportaciones regionales, lo que la posiciona como un actor clave en la seguridad alimentaria global.
En este contexto, la COP ofrece una interesante plataforma de diálogo que permitiría a América Latina y el Caribe (ALC) exponer, ante los tomadores de decisiones, cómo una región con alto potencial productivo es parte de la solución y no el problema.
Sin embargo, la efectividad genera inquietudes, especialmente al considerar el peso significativo que tiene el sector en términos de emisiones totales de GEI (Gases de Efecto Invernadero) en comparación con el promedio mundial. Aproximadamente el 45% de las emisiones netas totales de GEI están vinculadas a la agricultura y al cambio en el uso del suelo, mientras que a nivel global esta cifra es del 21%.
La transición del sector hacia una actividad resiliente y sostenible, tanto climáticamente como económicamente, se ve limitada por la falta de implementación efectiva de acuerdos y el escaso financiamiento por parte de las fuentes multilaterales existentes.
A nivel mundial, por ejemplo, las pérdidas del sector agropecuario debido a eventos climáticos extremos alcanzaron más de US$120.000 millones, y la financiación para este sector representa apenas el 5% del total de la financiación climáticaBrazil Photos – LightRocket
A nivel global, las pérdidas del sector agropecuario por eventos climáticos extremos superaron los US$120.000 millones, y la financiación destinada a este sector representa solo el 5% del total de la financiación climática. A esto se suma uno de los mayores retos de la COP30: la posición casi inflexible de la actual administración de EE.UU. respecto a la acción climática y su financiamiento.
La COP 30 se perfila como una conferencia extremadamente compleja, que plantea la pregunta de si Brasil, como anfitrión y líder del sector agropecuario latinoamericano, podrá encontrar consenso entre los diversos países en las conversaciones sobre cambio climático, financiación, agricultura y seguridad alimentaria.
La imposición de altos aranceles por parte de Estados Unidos reduce la competitividad de productos agrícolas brasileños como carne, café, jugo de naranja y azúcar en un mercado clave, volviendo inviables muchas exportaciones y provocando una posible caída de precios internos debido a un exceso de oferta.
Además, la medida de Trump genera incertidumbre sobre la capacidad de Brasil para liderar los intereses agropecuarios en ALC, ya que evidencia su vulnerabilidad ante cambios en la política comercial de grandes socios y lo obliga a buscar con urgencia nuevos mercados en Asia, Oriente Medio y el Sur Global, donde la competencia es intensa y las barreras de entrada pueden ser elevadas.
El sector experimenta una notable inestabilidad. Las guerras entre Rusia y Ucrania, así como entre Israel e Irán, la continuación de las hostilidades en la Franja de Gaza y la nueva política arancelaria de la administración Trump han provocado aumentos en el precio de la energía, encarecimiento de los fertilizantes nitrogenados y potásicos, e impactos sobre las cadenas de suministro. Estas circunstancias han generado una volatilidad y vulnerabilidad significativa para la agricultura en América Latina y el Caribe.
Un reciente informe del Banco Mundial proyecta un crecimiento del 2,1 % en 2025 y del 2,4 % en 2026, lo que sitúa a la región como la de menor crecimiento a nivel mundial. Esta situación forza a los países de ALC a enfrentar el desafío de adaptar sus estrategias económicas ante las crecientes incertidumbres, en medio de una creciente volatilidad económica global.
En ALC, la falta de liderazgo regional y los desacuerdos en políticas agropecuarias y climáticas dificultan la adopción de prácticas sostenibles y la respuesta conjunta ante el cambio climático. Los intereses económicos particulares de cada nación agravan la falta de coordinación.
Aunque la COP30 brinda una oportunidad, las tensiones geopolíticas y la carencia de compromiso financiero podrían obstaculizar avances significativos. Ante esto, surge una pregunta crucial: ¿podrán los países dialogar y otorgar a la agricultura el papel clave que merece en la financiación para enfrentar tanto el cambio climático como la seguridad alimentaria, o estamos, una vez más, ante un nuevo fracaso y desaprovechando otra oportunidad para el cambio?
El autor es ingeniero agrónomo, con una maestría en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Fue parte del Servicio de Extensión Rural del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Israel y actualmente ocupa el cargo de Director del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional.