Sábado, 25 de octubre de 2025   |   Internacionales

Crisis en Japón por récord de muertes por ataques de osos en 2025 reabre debate sobre políticas ambientales

Nuevos casos generan un estado de alerta en el país asiático tras la expansión de los animales hacia zonas urbanas
Crisis en Japón por récord de muertes por ataques de osos en 2025 reabre debate sobre políticas ambientales

Japón registró un nuevo fallecido y cuatro heridos por dos ataques de osos en zonas distintas, lo que eleva a niveles récord el número de víctimas y enciende las alarmas en el país. Las autoridades aún investigan el aumento y evalúan adoptar medidas ante la escalada.

Según informó la policía local a la agencia AFP, este viernes un oso atacó a cuatro personas en el norte del país: una de ellas murió y las otras tres fueron hospitalizadas. Ese mismo día, en la región central de Toyama, una mujer de unos 70 años resultó herida en otro ataque, de acuerdo con la emisora local NHK.

Estos episodios se suman a una tendencia preocupante: el país del sol naciente registra un récord histórico de muertes por ataques de osos en lo que va del año.

Antes de los incidentes del viernes, las autoridades ya contabilizaban nueve víctimas fatales, cifra que supera ampliamente el máximo anterior de seis muertes, según datos del Ministerio de Medio Ambiente.

El ataque letal en la región de Akita ocurrió mientras dos de las víctimas realizaban labores agrícolas y fueron sorprendidas por el animal; otras dos personas resultaron heridas al intentar socorrerlas.

En Toyama, la mujer atacada ese mismo día refuerza la percepción de que los osos están ampliando su presencia en zonas urbanas, una preocupación que se ha intensificado en los últimos meses.

La crisis nacional alcanzó niveles inéditos: el Ministerio de Medio Ambiente confirmó que el número de muertos y heridos supera todos los registros previos. Expertos atribuyen este fenómeno a una combinación de factores ambientales y sociales, entre ellos el cambio climático, que ha alterado la disponibilidad de alimentos y los ciclos de hibernación de los mamíferos, empujándolos a buscar recursos en áreas habitadas.

Asimismo, señalan que la despoblación rural derivada del envejecimiento de la sociedad japonesa favorece la expansión de los animales. El biólogo Koji Yamazaki, de la Universidad de Agricultura de Tokio, explicó en diálogo con CBS News que la reducción de la población humana en estas zonas ha ofrecido a los osos “una oportunidad de ampliar su área de distribución”.

El impacto de la crisis se ha hecho sentir también en áreas densamente pobladas. En los últimos meses se reportaron incursiones de osos en supermercados, ataques a turistas y apariciones cerca de escuelas y parques. En una localidad de la región central, un ejemplar de más de metro y medio entró en un comercio y causó heridas leves a dos hombres mientras decenas de clientes permanecían en el lugar.

Japón alberga dos especies: el oso negro asiático y el oso pardo, este último presente principalmente en la isla del norte. Miles de ejemplares son cazados cada año.

Frente a la gravedad de la situación, el gobierno japonés anunció una serie de medidas para intentar contener los ataques. El nuevo ministro de Medio Ambiente, Hirotaka Ishihara, calificó los episodios como “un serio problema” y se comprometió a reforzar las acciones estatales.

“Estamos comprometidos a fortalecer aún más medidas, incluyendo la protección y capacitación de los cazadores gubernamentales y la gestión de la población de osos”, declaró en una conferencia de prensa, según recogió AFP.

Entre las iniciativas que evalúa el gobierno figuran el reclutamiento y la formación de nuevos cazadores, una intensificación de la gestión poblacional de osos y el mejoramiento de la protección de las comunidades vulnerables, especialmente en las regiones más afectadas por la despoblación y la expansión de estos animales hacia áreas residenciales.

La emergencia por los ataques de osos ha obligado a las autoridades a buscar respuestas urgentes y coordinadas, mientras el cambio climático y las transformaciones demográficas siguen alterando la convivencia entre la vida silvestre y las actividades humanas.

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