
En medio de sus apariciones en entrevistas desesperadas por el escándalo de José Luis Espert, el presidente Javier Milei confirmó casi sin darse cuenta una versión que el mercado financiero había recibido por varias vías off the récord respecto de la política monetaria: que el desarme de las Letras Fiscales de Liquidez, las Lefi, un instrumento de absorción de pesos del Banco Central, había sido su idea y no del ministro de Economía y sus colaboradores.
“Cuando levantamos el cepo llamé al equipo económico y les dije muy lindo lo de ayer, ahora tenemos que pensar para adelante, hay que sanear el Banco Central'”, recordó Milei con Antonio Laje hace una semana. Allí relató que fue en ese momento cuando indicó no renovar esos instrumentos porque como vencían a un día podrían ser un riesgo para la estabilidad financiera a futuro.
Según dijo, el titular del Palacio de Hacienda, Luis Caputo, le dijo “¿no te parece exagerado?”. Como a todo su equipo también le parecía una medida tal vez innecesaria, Milei insistió. Anoche, en otro diálogo con Luis Majul sobre los avatares de la campaña, las candidaturas y el narco repitió la anécdota y dejó claro su énfasis: “Los convencí”.
De acuerdo con su mirada, esa decisión fue crucial porque evitó que haya 20 billones de pesos presionando ahora sobre el tipo de cambio, por lo que lo resalta como un acierto suyo y hasta pide que se lo reconozcan.
Entre los economistas y financistas que siguen a la Argentina, sin embargo, el punto de vista es otro. Hacen hincapié en que después de aquella medida de mediados de julio se desató un flujo de pesos desde los bancos al dólar que obligó al Palacio de Hacienda a salir a ofrecer bonos a tasas cada vez más altas para absorber ese sobrante de liquidez.
“El error de haber eliminado las Lefi” comenzó a aparecer en los análisis de la turbulencia financiera de julio y agosto, que con aumentos en el costo del dinero derivó también en un enfriamiento extra de la economía. Y ése fue el momento en el que empezaba a trascender que Caputo les decía a los banqueros que la decisión había sido del Presidente, no suya. Algo que ahora Milei confirmó.
La cuestión se vuelve relevante en medio de las negociaciones de estas horas del propio Caputo y él presidente del Banco Central, Santiago Bausili, en Washington, donde buscan concretar el apoyo del secretario del Tesoro, Scott Bessent, a la Argentina. Ayer hubo otro tuit del funcionario estadounidense con una foto con su par argentino para expresar que siguen las conversaciones pero sin todavía precisiones. El Tesoro sigue vendiendo reservas y el Central interviene en futuros.
Para que llegue un swap, una garantía de recompra de deuda o una línea directa de asistencia país a país, será clave que se tomen algunas medidas que el jefe de Estado ha resistido en público y que ahora deberá llevar a cabo a pedido desde el extranjero.
Dado que, como se vio, suele haber contrapuntos en la toma de decisiones que ahora quedaron a la luz, en las discusiones con la Casa Blanca aparece crucial que los técnicos del Palacio de Hacienda puedan “convencer a Milei” de tomar las decisiones por más contrarias a su pensamiento más radicalizado y poco convencional que sean. A saber:
– Dejar atrás las bandas cambiarias para que el tipo de cambio flote más libremente y no se usen dólares para defender un precio al menos tan bajo como los $1450 actuales;
– Establecer un cronograma de compra de reservas “a la chilena” para asegurar la fortaleza del ente monetario y por ende contribuir a una baja del riesgo país para hacer posible una refinanciación o repago de la deuda;
– Fijar si es necesario nuevas restricciones al acceso de divisas, como ya se hizo con la reimposición de la prohibición de operar en el mercado cambiario por 90 días en caso de que se hagan vendas en el mercado paralelo bursátil (MEP) o con la especificación a las billeteras virtuales de que no pueden vender divisas al tipo de cambio oficial;
Se trata de medidas que el Poder Ejecutivo se viene rehusando a aplicar de manera sostenida más por pretender forzar una baja del tipo de cambio y una consecuente merma de la inflación por razones electorales pero que se supone van a caducar después de las elecciones del 26 de este mes y sobre todo como parte del acuerdo que se supone llegará de alguna forma desde Estados Unidos.
Entre Bausili y Caputo, a esta altura, exhiben en el mercado financiero una chapa respecto de su influencia para “convencer” al Presidente de la Nación: alguna vez han citado el hecho de haberlo corrido de su promesa de campaña de la “dolarización” y haberlo llevado hacia la idea de la “competencia de monedas”, un placebo discursivo que le permitió desdecirse sin ponerse colorado de las veces que dijo que contaba con los fondos para cambiar pesos por dólares en la economía según un misterioso mensaje de WhatsApp que nunca se vio.
Si “convencer a Milei” de que gire en materia económica es la cláusula no escrita para lo que viene, hasta acá ya se puede decir que lo estuvieron haciendo virar en sus posicionamientos políticos frente a la oposición más cercana.
Desde que empezó a hablarse de la ayuda del gobierno de Donald Trump, Caputo reveló que Bessent le dijo que trabajen más en la gobernabilidad. Si bien extrañamente Milei desmintió a su ministro diciendo que la Casa Blanca no pidió acentuar acuerdos políticos, desde entonces el Presidente hizo los deberes: mantuvo diálogos con gobernadores, como Rogelio Frigerio, de Entre Ríos, y recibió en la Quinta de Olivos al expresidente Macri.
“Hasta lo convencieron de bajar a Espert después de sostenerlo en público hasta el final”, ejemplifican los que miran de cerca el paso del equipo económico por la capital estadounidense. Esperan que puedan garantizar un combo de nuevos convencimientos más temprano que tarde si es que se transforma en una condición sine qua non para asegurar el rescate.