
En el horizonte agrícola se vislumbran máquinas inteligentes que operen sin conductor y que sean capaces de modificar su tarea programada de forma autónoma ante cambios de condiciones. Se suman tractores y cosechadoras híbridos o totalmente eléctricos, y drones con capacidad de 300 kilos para aplicar fitosanitarios de manera localizada según prescripción. La agricultura automatizada avanza rápidamente en el mundo para elevar rendimientos, reducir riesgos para los operarios y facilitar las labores de implantación, protección y cosecha.
Nicolás Marinelli, de 32 años y soltero, está a cargo de un campo familiar cercano a Venado Tuerto donde se desarrollan actividades agrícolas, además de gestionar una empresa que presta servicios de cosecha, siembra y pulverización.
El vínculo de la familia Marinelli con el sector agropecuario comenzó hace 60 años, cuando el abuelo de Nicolás, José Marinelli, trabajaba en la fábrica de cosechadoras Giubergia. Con el conocimiento adquirido allí, compró una trilladora y empezó a brindar servicios de cosecha, sentando así las bases de una actividad que se consolidaría con el tiempo.
Durante muchos años la empresa fue creciendo hasta que se sumó Sergio Marinelli, padre de Nicolás. Sergio fue pionero en agricultura de precisión y elaboró el primer mapa de rendimiento del país usando una cosechadora John Deere.
Las pulverizadoras pueden trabajar de manera autónoma. En la foto, los Marinelli colocando dispositivos para ese fin
Con el tiempo amplió la oferta de servicios incorporando siembra y pulverización, y promovió distintas innovaciones técnicas. En la época en que se integró Sergio, el grano cosechado se embolsaba directamente en la máquina y las bolsas se descargaban en el campo.
El empresario diseñó una tolva para almacenar el grano en la propia cosechadora, una innovación que luego fue incorporada por la fábrica Giubergia a partir de las tolvas que él mismo fabricaba.
Equipo para automatización de maquinaria
Más adelante adquirió nuevas cosechadoras a las que añadió este sistema, consolidando una mejora notable en la eficiencia operativa. Con el paso del tiempo también se animó a producir en campos de terceros, manteniendo los servicios de labranza, siembra y cosecha.
Con espíritu innovador, junto a Nicolás creó un servicio de fotografía aérea. Ambos realizaban vuelos en avioneta desde los que Nicolás tomaba imágenes de los campos, asegurado con cinturón mientras la puerta del avión se mantenía abierta con una traba. Esas fotografías aportaban información clave para la toma de decisiones productivas en los lotes relevados.
Gracias a ese proceso de crecimiento, la familia pudo adquirir una fracción del campo donde hoy llevan adelante una rotación tradicional —trigo, soja y maíz al 33%— bajo siembra directa sostenida durante muchos años. Hoy, la empresa contratista realiza labores en más de 6000 hectáreas anuales.
Además de atender el campo familiar, Nicolás es un entusiasta de la tecnología aplicada al agro. Recientemente participó en Agritechnica y dirige Marinelli Technology, una empresa dedicada al asesoramiento y al desarrollo de soluciones tecnológicas para el sector. Marinelli obtuvo una Medalla de Oro en el Premio Ternium Expoagro a la Innovación Agroindustrial, y la Sociedad Alemana de Agricultura (DLG), organizadora de Agritechnica, lo invitó a la expo. Desarrolló una solución que facilita la automatización y robotización de cualquier maquinaria en la agricultura y otras actividades.
Según Nicolás, “existe actualmente una amplia disponibilidad de tecnología agrícola para aplicar en las empresas”, aunque advierte que “su adopción requiere capacitación, adaptación a cada caso particular y comprensión profunda de las herramientas”. No se trata de tecnologías estandarizadas que puedan aplicarse de igual manera en todos los establecimientos.
Marinelli observa que la actividad agropecuaria se volca rápidamente hacia la agricultura digital, impulsada en gran medida por un recambio generacional que demanda nuevas tecnologías para resolver ineficiencias y reducir errores humanos en la ejecución de las tareas.
Desarrollaron una cortadora de pasto para grandes parques
En ese marco, considera que el futuro del sector estará marcado por una mayor automatización, con la robótica como protagonista central. “Las nuevas herramientas permiten optimizar el uso de la maquinaria, disminuir situaciones de riesgo, reducir el cansancio de los operarios y mejorar la calidad de las labores de implantación, protección y cosecha, con impacto positivo en los rendimientos frente a la agricultura tradicional”, destaca.
Al “aterrizar” estos conceptos en el trabajo cotidiano, señala que el piloto automático ya está ampliamente difundido y hoy viene de serie en tractores, pulverizadoras y cosechadoras. No reemplaza al operario en la cabina, pero facilita su tarea una vez que se configura cómo debe realizarse el trabajo y se carga la información para que funcione correctamente.
De cara al futuro, Marinelli estima que pronto no será necesario que la persona permanezca todo el día dentro de la cabina de un tractor o una cosechadora. “Las pulverizadoras podrán detectar obstáculos, como un tanque, reconocerlos y tomar decisiones para eludirlos de manera autónoma”, proyecta.
En un mundo donde el futuro se convierte velozmente en presente, la incorporación de inteligencia artificial en pulverizadoras les permite decidir de manera autónoma sobre cuestiones productivas: por ejemplo, si continuar o no una aplicación ante cambios en la dirección o la velocidad del viento.
Marinelli también observa un fuerte crecimiento en el uso de drones en la agricultura, que hoy cuentan con mayor capacidad de carga —en algunos casos de hasta 300 kilogramos— y autonomías de vuelo de 30 minutos, gracias a la evolución de las baterías
Todos estos sistemas generan datos que pueden consultarse en tiempo real y de forma remota, funcionando como una verdadera “caja negra” de la operación. Incluso, en aplicaciones periurbanas, esa información puede servir de respaldo para demostrar que el trabajo se realizó cumpliendo los recaudos exigidos y ser verificada en caso de conflictos.
En los tractores, la inteligencia artificial también permitió avanzar en sistemas de automatización que posibilitan programar una labor específica. “Una vez iniciada la tarea, el operario podría descender del equipo y monitorear el trabajo a distancia mediante una tablet”, se muestra esperanzado.
En las cosechadoras la incorporación tecnológica ha sido particularmente intensa. Hoy todas las máquinas cuentan con monitores que permiten generar mapas de rendimiento. Además, mediante sistemas automáticos, las cosechadoras grandes calibran la trilla según la información que captan sensores que analizan el material que ingresa.
Nicolás y Sergio Marinelli en Agritechnica
“Si detectan materias extrañas en exceso, el sistema ajusta automáticamente la limpieza; si detectan pérdidas excesivas, ajusta los órganos de trilla”, explica Marinelli.
De ese modo, tareas que antes exigían la experiencia del maquinista hoy se realizan de forma automática, adaptándose incluso a los cambios de lote o a las distintas condiciones de trabajo a lo largo del día.
Además, existen máquinas que regulan la velocidad de avance y del molinete según el estado del cultivo. Por ejemplo, ante la detección anticipada de un manchón verde en un lote de trigo mediante cámaras, reducen la velocidad para evitar atascos.
En síntesis, la ingeniería mecánica tradicional cede paso y se combina con la ingeniería electrónica: las piezas clásicas se integran con sensores, software y sistemas inteligentes. Marinelli también vuelve a destacar el fuerte crecimiento en el uso de drones en la agricultura, que hoy ofrecen mayor capacidad de carga —en algunos casos hasta 300 kilogramos— y autonomías de vuelo de 30 minutos, gracias a la mejora de las baterías.
Estos equipos están automatizados y permiten realizar vuelos de reconocimiento para detectar focos de malezas. Con esa información, se pueden prescribir aplicaciones selectivas sobre los manchones, evitando pulverizaciones en cobertura total y logrando mayor eficiencia. Estos drones de última generación permiten aplicar herbicidas, insecticidas y fungicidas, y más recientemente también fertilizantes sólidos.
Con la mirada puesta en el futuro, subraya la aparición de maquinarias híbridas. En la última Agritechnica se presentó una cosechadora con motores eléctricos para las transmisiones y los sistemas hidráulicos. También aparecieron tractores híbridos e incluso 100% eléctricos, impulsados por la simplicidad del mantenimiento y el uso de energía limpia frente a los motores de combustión interna.
En ese sentido, se está desarrollando un vertiginoso proceso de cambio en la maquinaria y en la forma de trabajar en la agricultura. El progreso no pide permiso y ya está transformando la operativa, con un horizonte cercano en el que podría desdibujarse la figura del tractorista o cosechero encerrado todo el día en una cabina. Probablemente asumirá otras funciones y en sus manos la llave francesa será reemplazada, con ventajas, por un tester electrónico.




