
Los incendios y el calor intenso que han caracterizado las últimas décadas evidencian el avance del calentamiento global, reflejando una relación directa entre las temperaturas extremas y los principales emisores de carbono.
Un estudio publicado en la revista Nature proporciona datos que permiten entender el papel que desempeñan las principales empresas dedicadas a combustibles fósiles y cemento en el aumento e intensidad de los fenómenos climáticos extremos.
Según esta investigación, la conexión entre la actividad de estas corporaciones y los eventos atmosféricos más destructivos es más profunda de lo que se había estimado anteriormente.
Un informe difundido por Bloomberg destaca que una parte significativa de las olas de calor que han ocurrido en el mundo durante este siglo no podría explicarse sin el calentamiento global de origen humano.
Las conclusiones ofrecen tanto herramientas técnicas como fundamentos sólidos para exigir responsabilidades, en un contexto donde aumentan las demandas legales contra grandes actores internacionales.
El estudio documenta que cerca de una cuarta parte de más de 200 olas de calor registradas entre 2000 y 2023 solo pueden atribuirse al aumento de temperatura provocado por actividades humanas.
Los principales responsables son los mayores emisores de carbono, cuyo impacto colectivo es determinante: el equipo de investigación estima que las emisiones de las 180 empresas más contaminantes del planeta explican aproximadamente la mitad del incremento en la intensidad de las olas de calor desde la era preindustrial.
El informe reveló que un grupo de 14 centrales con elevados volúmenes de emisiones estuvo vinculado a más de 50 olas de calor que, bajo circunstancias normales, no habrían ocurrido. Incluso la empresa con menor impacto contaminante dentro de las 180 más relevantes estuvo asociada a 16 episodios extremos.
El estudio indica que el calentamiento global ha multiplicado por 20 la probabilidad de olas de calor entre 2000 y 2009 en comparación con el periodo de 1850-1900. Entre 2010 y 2019, esta probabilidad aumentó hasta 200 veces.
Además, 55 olas de calor se volvieron al menos diez mil veces más probables en años recientes como consecuencia directa de este fenómeno, afectando a comunidades y economías con una severidad sin precedentes.
Las variaciones térmicas tienen efectos que trascienden el clima. Las olas de calor provocaron incendios devastadores, daños en infraestructuras y pérdidas económicas, así como graves repercusiones en la salud pública. Solo en Europa, durante 2022, se registraron más de 60,000 muertes prematuras vinculadas al clima extremo.
Los investigadores utilizaron simulaciones informáticas que reproducen olas de calor en escenarios sin la influencia humana y las compararon con la situación actual.
Este método permite calcular la probabilidad e intensidad de estos eventos, y, al aislar el efecto de las emisiones de cada empresa, cuantificar su responsabilidad directa sobre las olas de calor observadas. De esta manera, se puede especificar el aporte de cada actor industrial al aumento global de temperatura y la frecuencia de fenómenos extremos.
En la investigación se emplearon técnicas del grupo World Weather Attribution, una referencia en el análisis de eventos extremos. Uno de los objetivos centrales es proveer herramientas claras para evaluar responsabilidades, fundamentales en el actual panorama de litigios y demandas sociales en relación con los efectos del cambio climático.
Friederike Otto, profesora de ciencias del clima en el Imperial College de Londres, destacó a Bloomberg estos trabajos como “un paso importante hacia la rendición de cuentas”.
Otto, miembro de World Weather Attribution y externa al estudio, comentó que la ciencia está “abriendo la puerta para responsabilizar a las empresas de combustibles fósiles por los daños causados tanto a las comunidades como a los ecosistemas”.
Karsten Haustein, climatólogo de la Universidad de Leipzig, subrayó a Bloomberg que “la negación y la retórica anticientífica no harán que la responsabilidad climática desaparezca, ni reducirán el riesgo creciente para la vida debido a las olas de calor en nuestro planeta”.
Los autores advirtieron que los daños climáticos asociados a los principales emisores probablemente son mayores de lo estimado. Parte de las olas de calor en África y Latinoamérica, por ejemplo, no se registraron en las bases de datos internacionales más relevantes o no fueron reportadas, dejando así un saldo de perjuicios aún poco visible.
La revisión científica reafirmó la importancia de atribuir rigurosamente el daño por eventos extremos, en un contexto de litigios crecientes y demandas sociales que exigen mayor transparencia y responsabilidad ante el cambio climático.