
El último informe del Banco Central (BCRA) puso de manifiesto un deterioro de la calidad crediticia del sistema bancario y lo atribuye, en buena medida, a un juego de tasas: el aumento de los intereses en la antesala de las elecciones legislativas impulsó la morosidad de empresas y familias, explicó un informe privado, que además analizó la relación con la evolución salarial, diferenciando por tipo de clientes, y concluyó que las “bajas notables” de las tasas de interés luego del 26 de octubre limitarían la tendencia reciente, la cual aún “no parecería ser una amenaza o foco de preocupación”.
“Se bajó la tasa de interés, ahora se monitorea la morosidad”, es el título del último informe semanal de Quantum, que señala que el alza de tasas del tercer trimestre contrastó con la estabilidad observada en la primera mitad del año.
“El sesgo fuertemente contractivo de la política monetaria para amortiguar la caída en la demanda de dinero en ese período llevó a tasas efectivas mensuales (TEM) altamente positivas en términos reales; por ejemplo, los adelantos en cuenta corriente rozaron máximos de 16% de TEM nominal -una tasa real superior al 13,5%- y la tasa TAMAR -tasa pasiva para depósitos superiores a $20 o $1.000 millones, según la fuente- llegó a niveles del 3% real”, subrayó la consultora.
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Tras el triunfo oficialista en las elecciones legislativas se observaron, precisa el informe, “bajas notables”. Por ejemplo, la tasa efectiva mensual de adelantos —casi todos destinados a empresas y por plazos cortos— se comprimió 8,5 puntos porcentuales; la tasa TAMAR cayó a 2,5% nominal, apenas por encima de la inflación mensual; y las tasas de créditos personales se redujeron en promedio 5,8 puntos porcentuales.
Antes de los comicios, además de encarecerse el crédito, varios sectores registraron estancamiento de la actividad, lo que afectó los niveles salariales y constituyó otro factor que empujó la morosidad al alza. Los últimos datos disponibles muestran un promedio del 4,2% de la cartera total, pero con una brecha marcada: 7,3% entre las familias frente a 1,7% en las empresas.
A su vez, dentro del segmento de familias la mayor morosidad se concentra en los préstamos personales, que explican el 22% de la cartera y tienen una mora del 9,1%, y en las tarjetas de crédito, que representan el 26% de la cartera y muestran una mora del 6,7%. En empresas, la mayor morosidad se da en adelantos en cuenta, con 3,9% de mora en ese segmento, que da cuenta del 11% de la cartera total.
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Según Quantum, un impulsor de la morosidad de las familias fue que las cuotas aumentaron mucho más rápidamente que los ingresos nominales. “La reducción de la tasa de inflación (y del aumento nominal de los ingresos a una tasa no muy superior a la inflación) hace que la cuota de los préstamos se licúe menos y, en consecuencia, con el tiempo, sea una proporción mayor de la esperada del total de ingresos, liberando menos capacidad de compra futura”, explica el efecto tijera de tasas en aumento y salarios estancados o levemente declinantes.
Además, prosigue, en el caso de préstamos a tasa variable, la variación de la capacidad de pago se relaciona con la evolución diferencial entre el salario real y la tasa de interés real. Y al comparar el índice de salario formal del sector privado y la tasa de interés real de un préstamo personal, precisa que entre diciembre de 2023 y hasta mayo de 2024 el salario creció más rápidamente que la tasa real, pero a partir de junio pasado esta última no sólo fue positiva, “sino que supera a la variación del salario real en forma continua, generando una diferencia acumulada significativa”.
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Se trata de una dinámica que, de mantenerse, resultaría insostenible. Sin embargo, señala el informe, el reacomodamiento de las tasas de interés junto con niveles de actividad e ingresos adecuados, “aunque con situaciones todavía a dilucidar”, podría poner un límite a la reciente tendencia de morosidad bancaria. En cualquier caso, concluye Quantum, “la situación de estos indicadores no parecería ser una amenaza o un foco de preocupación para los bancos considerando la solvencia en el agregado del sistema bancario”.
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