
Los alimentos que VíctorJacobs consume no llegan a sus manos a través de un recorrido lógico.Empiezan en la góndola de los supermercados de Paraná, Entre Ríos , y pasan a ser parte de la dieta de algunafamilia que luego tira lo que sobra en el cesto de basura. El camión recolectorse lleva los residuos y los transporta hasta el Volcadero, un basural a cielo abierto donde arrojan todos losdesechos de la ciudad. Recién ahí, cuando el camión abre la compuerta ydescarga a orillas del río, es que Jacobs puede empezar a hurgar entre lasbolsas para ver cuál va a ser la comida del día.
De esa basura, según las cifras oficiales, comen más de 200familias, aunque, para las ONG, serían más de 700, que no solo se alimentan,sino que muchas veces duermen entre los residuos. De hecho, cuando Jacobs tenía16 años, un camión de basura le pasó por arriba mientras dormía entre lasbolsas. Por el accidente se fracturó la pelvis, tuvo un hemorragia interna yhoy camina con dificultad. Un año después, su situación no cambió en absoluto.Jacobs sigue viviendo de lo que recoge en el Volcadero.
“Estaba trabajando de noche y me tiré a dormir en unoscartones porque estaba cansado y esa mañana tuve el accidente”, cuentaJacobs. “A mí me llamaron a las 7.30 porque se lo habían llevado alhospital. Me dijeron que estaba muy grave, que había tenido un accidente conuna máquina. La situación acá es muy dura. Los pibes no saben leer ni escribiry tienen que vivir de la basura. Yo tengo 57 años y desde los ocho que cirujeoen el Volcadero”, dice AliciaJacobs, madre de Víctor.
Víctor ahora tiene 17 años y vive en el San Martín, unbarrio montado sobre basura y propenso a los incendios que queda a pocascuadras del Volcadero. Este es un terreno de 30 hectáreas donde tiran más de250 toneladas de basura por día sin ningún tratamiento previo. Los desechossolo se cubren con broza, es decir, plantas y ramas secas. Además de la calamitosasituación social, la basura afectan el aire, la tierra y el agua del ríoParaná. Y así funciona hace casi 100 años. Recién en 2014 se instaló una plantade clasificación y tratamiento de residuos, pero esta no alcanza a tratar ni el5% de la basura que llega al lugar.
“Yo a los 11 años tuve un accidente, igual al deVíctor. A las 5 de la madrugada me levanté para ir a laburar al Volcadero. Mecolgué de una máquina, sin querer me caí y no sentí más una de las piernas.Luego los médicos me dijeron que no iba a poder caminar, pero lo asumí y le dipara adelante. Hay accidentes de este tipo todo el tiempo”, explicó Rubén Lell, de 37 años.
El Volcadero es una muestra explícita de la pobreza extremaque hay en la Argentina. Esta a solo 30 cuadras del centro de Paraná. El Indec muestra que, en el Gran Paraná viven220.452 personas, de las cuales 64.805, son pobres. Según los datos delRelevamiento Nacional de Barrios Populares (Renabap), en esa ciudad hay 12.000familias viviendo en asentamientos informales.
El radical SergioVarisco es el intendente de Paranádesde 2015. Está procesado por narcotráfico y en junio de este año perdió laselecciones contra el peronista AdánBahl. LA NACION intentó comunicarse con Varisco en repetidas oportunidadespero no dio declaraciones para esta nota.
Las cifras del Plan de Inclusión Social, elaborado por elpersonal técnico de la Subsecretaria deAmbiente de la Municipalidad de Paraná, muestran que, de las familias queviven del Volcadero, el 38% tiene el primario incompleto, o nunca tuvoescolarización. Esto implica que en la mayoría de los casos no leen ni escribendebido a la falta de continuidad en el sistema educativo. Un 10% tiene laprimaria completa y una franja del 48% está cursando la secundaria o tiene lasecundaria incompleta.
“El barrio más cercano es el San Martín. Cuando unoentra, a simple vista la vida parece doler. Duele el frío del invierno o lasaltas temperaturas del verano, todas las estaciones duelen. Todo empeora cuandoprenden fuego la basura. Los chicos tienen problemas respiratorios y en lapiel. A todo esto se sumó el problema de la droga. Víctor consume desde losnueve años, todos en su familia tienen problemas de adicciones. La vida ahí espesadísima”, dijo AnabellaAlbornoz, presidenta de la ONG Suma de Voluntades, que trabaja con la gentedel Volcadero.
“Nací y me crié en el San Martín. Mi casa está a seiscuadras del Volcadero. La vida diaria no es vida. Uno acá no vive, sobrevive.Si tenes basura, comes, sino, matas pajaritos, lo que venga. Los días de humono se puede respirar, los días de viento, tampoco. El olor es insoportable, enverano no se puede estar por las moscas. Esto es tremendo hace años yaños”, explica María García, de40 años, vecina del lugar.
“Para comer nos sirve todo, desde el pan, la carne y laverdura. Por ahí la carne viene fea y hay que lavarla con limón o vinagre. Elpan por ahí está verde, entonces se saca esa parte y se come lo de adentro. Lamayoría de la gente no alcanza vivir más de 60 años y las criaturas sufrenenfermedades respiratorias. También hay mucha gente joven que murió por unaccidente con alguna máquina o porque se intoxicaron”, agregó García.
Martín Barbieri es elsegundo Secretario de Ambiente de la gestión de Gustavo Bordet, gobernador deEntre Ríos. Según fuentes oficiales, Barbieri es “la voz del gobiernoprovincial” sobre Volcadero. La provincia está intentando acceder a lospréstamos para la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU),otorgados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El proyecto, haceaños, es hacer un relleno sanitario y sanear el Volcadero.
“El gobernador lo primero que me pidió fue reflotar elproyecto de los préstamos GIRSU. Te diría que estamos en el anteúltimoescritorio para conseguir el préstamo. Esto nos va a permitir hacer un rellenosanitario que cumpla con todas las condiciones en materia ambiental”,argumentó Barbieri.
De este modo, el de Barbieri se suma a la extensa lista deproyectos para el Volcadero que se han presentado a lo largo de nueve décadas.Esperan que, si el BID aprueba el préstamo, puedan comenzar con laslicitaciones a fin de este año. Si lo logran, sería un hito en la historia deese basural.
“En Paranáestamos trabajando con una consultora para que nos aconseje y esto nos permitaobtener el crédito del BID”, agregó. Cuando se le consultó por qué no hubomayores avances en los últimos cuatro años respecto del Volcadero, respondió:”La verdad es que no hablé con los secretarios que me precedieron, no lespregunté”.
“Desde el principio de la gestión, en 2015, trabajamospara darle forma al proyecto que empezó la gestión anterior para conseguir elpréstamos del BID y hacer el relleno sanitario. Por diversas razones que tienenque ver con la coyuntura del país, esto se demoró muchísimo pero ya estamos enla etapa final para conseguirlo. En nuestra gestión, también aumentamos un 600%el subsidio a los cooperativistas que trabajan en la planta de clasificación ytratamiento”, explicó Rosa Hojmansubsecretaria de ambiente sustentable de la municipalidad de Paraná
En cuanto a la insalubre situación del Volcadero, LA NACIONle consultó a Sonia Velázquez, ministrade Salud de Entre Ríos, acerca de las políticas que implementaron paracontener la situación, pero no dio respuesta.
A partir de diciembre, Bahlasumirá como intendente. Él tendrá el desafió de terminar con uno de los dramasmás antiguos de la ciudad. “Paraná está lastimada en muchos aspectos.Estamos enfocados en llevar adelante una gestión para sanarla. La problemáticadel basural tiene tres aristas: está la disposición final de la basura a cieloabierto, la cuestión social y la urbana. En ese sentido el préstamo del BIDtiene entre sus objetivos el cierre de este basural a cielo abierto, laconstrucción de un relleno sanitario y un plan de comunicación ambiental y deinclusión social de manera tal que el problema sea abordado desde todas lasaristas”, declaró.





