
Durante décadas, la población china sufrió escasez de alimentos. Frente a esa situación histórica, las autoridades se ocupan hoy de garantizar la seguridad alimentaria de la población. Para la nación china la alimentación es una prioridad: primero se consiguió que cada habitante recibiera las calorías mínimas para la supervivencia y, más recientemente, se trabajó en mejorar la dieta incorporando la fracción proteica, principalmente a través de las carnes porcina y aviar.
Por ello, el país se transformó en uno de los principales importadores de soja y de otras materias primas destinadas a la elaboración de alimentos para el consumo humano y para el ganado, al mismo tiempo que impulsa el desarrollo de su producción interna. El objetivo es lograr la autosuficiencia en granos a mediano plazo y avanzar luego hacia la exportación. En ese marco, los agricultores reciben apoyo mediante políticas de precios sostén para numerosos productos —excepto soja y maíz—, lo que asegura un crecimiento sostenido de la producción nacional.
Estas conclusiones provienen de un viaje a China organizado por la consultora AZ-Group, en el que participaron 26 personas. El itinerario incluyó visitas a Pekín —la capital nacional—, a Harbin, en el noreste del país, y a Shanghái, otro de los grandes polos urbanos del gigante oriental.
El acceso al puerto de aguas profundas de Yangshan, situado 32 kilómetros mar adentro, garantiza un calado suficiente
El objetivo del viaje fue conocer en profundidad cómo el principal demandante mundial de alimentos combina planificación estatal, tecnología, innovación y visión de largo plazo para sostener su crecimiento.
En Pekín, los viajeros mantuvieron reuniones con funcionarios del organismo equivalente a la Secretaría de Agricultura de la Argentina, quienes explicaron que los productores cuentan con un seguro de precios —excepto para soja y maíz— que les asegura una determinada rentabilidad y fomenta el aumento de rindes.
La intención de las autoridades es seguir mejorando los rendimientos para continuar con el crecimiento de la producción y reducir progresivamente la dependencia de las importaciones. A mediano plazo, la meta es alcanzar niveles que permitan iniciar exportaciones.
En este proceso de aumento de la productividad se incorporaron organismos genéticamente modificados y se superó una barrera que existía en el pasado. “Actualmente, la mayoría de los cultivos son genéticamente modificados, una tecnología que permite aumentar la productividad respecto de los materiales convencionales”, explica Matías Amorosi, uno de los participantes del viaje.
Durante la reunión se explicó a los visitantes que las actividades con alta demanda de superficie, como la producción bovina pastoril, no tienen proyección en China; por esa razón la orientación es hacia la producción de carne porcina y aviar.
En China, la tierra pertenece al Estado, mientras que los productores poseen el derecho de uso, que se renueva cada 30 años. “En 2029 se llevará a cabo una renovación y se prevé una mayor concentración de tierras en menos manos, con el fin de incrementar los rendimientos mediante organizaciones cooperativas o emprendimientos de mayor escala que optimicen la producción”, agrega.
El arroz y el maíz son cultivos claves en China
La mayoría de las empresas agropecuarias son de carácter familiar. Existen pequeños establecimientos de cuatro o cinco hectáreas, donde se cultiva hasta el borde de las viviendas, y fincas de mayor tamaño, de 400 o 500 hectáreas, con una estructura más empresarial. Los cultivos más sembrados son maíz y arroz.
Más allá de las visitas agroindustriales, en Pekín el grupo recorrió una empresa de logística dedicada al comercio a domicilio, basada en la robótica, la inteligencia artificial y la automatización completa. “Hasta hace algunos años, la distribución mediante camiones tripulados de reparto demandaba largos tiempos para la entrega. Actualmente, los camiones autónomos que circulan por zonas definidas permiten entregar los pedidos en un plazo de tres horas y con un costo significativamente menor; los envíos hacia el interior del país se realizan mediante drones”, explica Diego Curat, otro de los viajeros.
También visitaron Hope Full Group, una planta dedicada a la importación y procesamiento de porotos de soja. Ubicada en el centro de la ciudad, cuenta con una capacidad de procesamiento de cinco millones toneladas por año.
Otro destino del recorrido fue Harbin, en el noreste, cerca de la frontera con Rusia. Es el corazón agrícola de China y allí visitaron la Academia de Ciencias Agrícolas, donde observaron ensayos que alcanzan rendimientos de 7.000 kilos de soja por hectárea y 22.000 kilos de maíz.
Hope Full Group, una planta dedicada a la importación y procesamiento de porotos de soja. Ubicada en el centro de la ciudad, cuenta con una capacidad de procesamiento de cinco millones toneladas por año
En Shanghái, capital financiera del país, recorrieron el puerto de aguas profundas de Yangshan, situado 32 kilómetros mar adentro, lo que asegura un calado suficiente. Se accede a través de un largo puente. Es la terminal de contenedores más grande del mundo y está operada con inteligencia artificial, que permite la automatización total de los procesos y la descarga de un contenedor por segundo. “Anteriormente, la descarga de un buque con 3000 contenedores requería un día y medio; hoy, gracias a la automatización mediante inteligencia artificial, el proceso se completa en solo cuatro horas”, diferencia Nicolás Udaquiola, otro participante del viaje.
También conocieron Alibaba, un marketplace similar a Mercado Libre en Argentina, aunque de escala infinitamente mayor. Nació con un local de despacho y hoy dispone de 200.000 empleados repartidos en 18 edificios que atienden a 500 millones de clientes. Además, compite con el sistema bancario ofreciendo alternativas financieras para el comercio. Durante esa visita se consultó sobre el potencial impacto de la inteligencia artificial sobre el empleo futuro. La respuesta fue que “podría reducirse la demanda laboral, aunque principalmente en las tareas repetitivas. No obstante, en todo China existe una preocupación por evitar la pérdida masiva de empleos, a fin de no generar problemas sociales.
“Impresiona la tecnología, y sobre todo cómo logran automatizar procesos sobre la base de inteligencia artificial. El nivel de infraestructura es altísimo, casi sobredimensionado en edificios, autovías y puertos”, resalta Curat.
El gobierno de China fijó como meta convertirse en un país desarrollado en 2049. En consecuencia, cada empresa local debe alinearse con ese objetivo y contribuir al bienestar social generando valor económico y cuidando el ambiente.
En el camino hacia esa meta, en las ciudades se percibe un notable orden y organización. “Las calles se mantienen limpias y vigiladas mediante cámaras de seguridad; los automóviles, totalmente eléctricos, no generan ruido y la seguridad pública permite una vida tranquila para la población”, destaca Udaquiola.
Además, hay una marcada preocupación por la calidad de los productos. “El país busca dejar atrás la producción masiva y de bajo costo para orientarse hacia bienes de alta calidad, con el propósito de conquistar nuevos mercados”, distingue Amorosi.
En todo el territorio se observan autopistas y aeropuertos nuevos, construidos con altos estándares de calidad, así como edificaciones modernas en las ciudades, con rascacielos que superan los 100 pisos.
Los viajeros en la Gran Muralla China
El producto bruto per cápita de la clase media alcanza los 1.200 dólares mensuales y no pagan impuestos quienes tienen un ingreso mensual menor de 5.000 dólares. En el mercado automotor se ofrecen vehículos de 30.000 dólares, financiados a cinco años.
Curat dice que “fue un viaje estratégico, que los empresarios argentinos no pueden dejar de hacer para entender la globalización y las amenazas y oportunidades que se generan ante el crecimiento que muestra el gigante asiático; en todo el país se evidencia un fuerte ímpetu por el progreso, impulsado a gran velocidad, que explica el arrollador avance de China observado en los últimos años”.
Por su parte, Amorosi resalta que “es importante recorrer China para dimensionar el potencial que aún tiene de crecimiento, que apunta primero el autoabastecimiento y luego convertirse un país exportador”.
“China va por todo y está haciendo una profunda transformación de su matriz de producción desarrollando productos con más valor agregado y calidad, para conquistar los mercados internacionales y para llegar a ser, a mediano plazo, el número uno en el mundo”, concluye.



