
En muchas familias de productores argentinos, la vida de los “farmers” en Estados Unidos se caracteriza por el fuerte sentido de pertenencia de las últimas generaciones. Sin embargo, en el país norteamericano se evidencia también una escasa renovación generacional y una creciente preocupación por el futuro. Durante el reciente Farm Progress Show, celebrado en Decatur, Illinois, Chad Henderson, de Alabama, y Kelly Garrett, de Iowa, analizaron los desafíos climáticos que enfrentan y las medidas que toma el Estado cuando los precios de las commodities caen por debajo de los promedios del mercado. Ambos forman parte de una comunidad de productores de alto rendimiento a nivel nacional, alcanzando máxime de 22 toneladas de maíz por hectárea.
Henderson, que representa a la cuarta generación de agricultores en su familia, comentó cómo enfrenta los desafíos climáticos a través de la innovación tecnológica y la resiliencia para seguir en la actividad. Su historia refleja la de miles de productores norteamericanos que, a lo largo de las generaciones, mantienen la agricultura como su modo de vida. Trabaja en Henderson Farms, una empresa familiar que gestiona junto a su primo y su padre en 2830 hectáreas en Madison, Alabama, enfocándose principalmente en soja, maíz y trigo.
“El mayor desafío siempre es el clima. El calor en el sur de Estados Unidos juega en contra, por eso intentamos sembrar lo más pronto posible”, relató a LA NACION. La campaña agrícola comienza a mediados de marzo con el maíz y se extiende hasta principios de abril con la soja.
A pocos días de iniciar una cosecha récord, el productor aseguró que este año el maíz presenta buenos rindes gracias a lluvias oportunas, aunque admitió que “la soja de segunda está seca y, sin riego, se complica mucho”. Actualmente, aproximadamente el 25% de su superficie está bajo riego con 16 pivotes, lo que le permite sostener parte de la producción en años secos.
En cuanto al sistema agrícola en Estados Unidos, explicó que los problemas son distintos en comparación con, por ejemplo, Argentina. “Nosotros no tenemos retenciones a las exportaciones. Gran parte del maíz se destina a la producción avícola y la soja a la industria, principalmente a Bunge, por lo que no enfrentamos esa presión: podemos innovar”, destacó.
Chad Henderson, productor de Madison, Alabama
Subrayó la importancia de las políticas de apoyo que brinda el gobierno estadounidense a los agricultores: en su región existen programas de subsidios y seguros de rendimiento que amparan a los productores cuando los rindes caen por debajo de lo esperado. “No sé si siempre es lo mejor, porque a veces puede postergar lo inevitable, pero necesitamos esa asistencia en momentos difíciles en el ámbito productivo. Cada país necesita de sus agricultores, no solo de los grandes, sino de todos”, reflexionó.
El desarraigo rural, explicó, lo viven también como en cualquier lugar: tiene a su hijo trabajando en la empresa, lo que convierte a la explotación en un proyecto de cuarta generación. Mientras hablaba sobre la producción, se emocionó al mencionar a sus nietos, de quienes espera que, en el futuro, permanezcan en el campo: “Tengo tres nietos, uno de ellos es un bebé. Me parece que también seguirán con la tradición, o eso espero…”. La conversación derivó en inevitables comparaciones con Argentina y expresó su deseo de conocer Expoagro. “Sería genial viajar a Argentina y encontrarme con productores allá”, sintetizó.
Con su sombrero blanco, su imponente semblante y acento del Medio Oeste, Kelly Garrett se presentó como un representante de la tradición agrícola estadounidense y líder en Garret Land & the Cattle Beef. Productor del oeste de Iowa, representa a la sexta generación de una familia de agricultores que sigue confiando en la tierra. “Trabajo junto a mis hijos, mis padres, mi esposa Amber y ahora también con mi nieto Arlo”, destacó con orgullo. Su familia siembra aproximadamente 3000 hectáreas sin labranza y se destaca por la producción de carne de la raza Angus, que ellos mismos comercializan a través de su e-commerce.
Kelly Garrett, productor de Denison, Iowa
“El mayor desafío que enfrentamos son los precios del maíz en relación con los altos costos de producción. Los márgenes son muy ajustados y debemos cuidar cada centavo para poder subsistir”, explicó. En su establecimiento utiliza riego por goteo subterráneo y nutrición dirigida, logrando maíces de hasta 220 quintales por hectárea, indicó.
La competencia internacional es otro factor relevante, aunque él la aborda con una perspectiva integradora. “Considero que es un mercado global. Ya sea en Sudamérica, América del Norte o en cualquier otro lugar, todos estamos viendo los mismos productos y esforzándonos por hacer un buen trabajo. Más que competir, deberíamos colaborar y aprender unos de otros”, razonó sobre el avance productivo de potencias como Brasil.
Argentina fue mencionada varias veces a lo largo de la conversación: Garrett, el primer agricultor en vender créditos de carbono en su país, expresó su alta valoración por el agro argentino, pero señaló que hay algo que en EE.UU. hacen mejor. “Argentina es una gran nación agrícola que produce un excelente maíz… Pero siempre digo que mi carne vacuna es número uno y la de Argentina número dos. Nos reímos de eso”, comentó entre risas, recordando charlas con productores argentinos en el Farm Progress Show o durante sus visitas a su campo.
Uno de los cortes del productor Garrett
Al ser consultado sobre por qué considera que su carne es tan buena, respondió con claridad: “Prestamos mucha atención a la nutrición del ganado. Producimos maíz con un balance mineral de alta calidad, y al alimentarles con ese maíz obtenemos carne de excelente calidad”.
Garrett explicó que, aunque no reciben premios específicos por la carne, sí han obtenido reconocimientos por el maíz, y enviaron muestras a la Universidad de Utah para analizar la densidad de nutrientes. “Los resultados fueron muy buenos: nuestra carne tiene una densidad nutricional muy alta”, detalló.
Respecto al rol del Estado en la agricultura, fue crítico con la lentitud de la política en comparación con la dinámica del sector agropecuario. “A veces el Gobierno ayuda y lo hace bien, pero en otras ocasiones se convierte en un obstáculo. La agricultura avanza rápidamente, especialmente con la tecnología, y el gobierno se mueve demasiado lento. Los cambios en políticas no siguen el ritmo de lo que sucede en el campo”, analizó. Además, agregó que cada transición presidencial trae consigo nuevas reglas que impactan directamente en la planificación de los productores.
A pesar de los desafíos, Garrett, quien en 2022 fue nombrado Agricultor del Año de Field to Market, compartió una visión optimista y familiar, al igual que sus colegas en su país.