Martes, 23 de diciembre de 2025   |   Nacionales

Comando Cóndor Azul: la rebelión de la Fuerza Aérea que presagió el golpe de 1976 contra Isabel Perón

Lo que para muchos pareció una interna militar sofocada fue en realidad la eliminación del último escollo interno para la dictadura más sangrienta de la historia nacional.
Comando Cóndor Azul: la rebelión de la Fuerza Aérea que presagió el golpe de 1976 contra Isabel Perón

Diciembre de 1975. Una Argentina sumida en el caos económico y la violencia política atravesaba sus horas más críticas. Mientras el país se preparaba para las fiestas, en las bases aéreas de Morón y Aeroparque se gestaba un movimiento que, aunque fracasó en su intento inmediato de derrocar a la entonces presidenta Isabel Martínez de Perón, terminaría siendo e“ensayo general” para la tragedia que sobrevendría apenas tres meses después.

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Se recuerda como el instante en que la democracia argentina perdió su último respiro

La sublevación de los “Nacionalistas”

El 18 de diciembre de 1975, un sector de la Fuerza Aérea, encabezado por el brigadier Jesús Orlando Capellini, se sublevó. Bajo el nombre de Comando Cóndor Azul y con un marcado tinte nacionalista y ultracatólico, los amotinados reclamaban la destitución inmediata de la presidenta y la instauración de una junta militar.

A diferencia del golpe coordinado que llegaría en marzo de 1976, este fue un movimiento impulsivo y sectorial. Los sublevados consiguieron detener al comandante en jefe de la Fuerza Aérea, el brigadier general Héctor Fautario, considerado por los sectores más duros del Ejército un obstáculo debido a su renuencia a participar en un quiebre institucional.

Cuatro días de tensión y el rol de Videla

Durante cuatro días el país contuvo la respiración. Aviones de combate sobrevolaron la ciudad de Buenos Aires y se llegó a bombardear la pista de Aeroparque para impedir movimientos leales al gobierno. Sin embargo, el Ejército, liderado por Jorge Rafael Videla, y la Armada, bajo el mando de Emilio Massera, optaron por no respaldar la asonada.

No obedeció a un gesto de lealtad constitucional; fue, por el contrario, un cálculo estratégico frío:

Aislamiento: Videla consideraba que el golpe debía ser una operación conjunta y no un arrebato de un solo arma.

Desgaste: Los altos mandos preferían que el gobierno de Isabel se siguiera despedazando por el peso de la inflación y la crisis social, asegurando que la opinión pública “clamara” por orden.

Limpieza interna: El levantamiento sirvió para desplazar a Fautario, el último jefe militar que sostenía una postura de respeto formal a la investidura presidencial.

El camino despejado

El 22 de diciembre, tras negociaciones mediadas por la Iglesia, Capellini y sus hombres se rindieron. En apariencia, el gobierno había sobrevivido; sin embargo, la victoria de Isabel Perón resultó pírrica.

El saldo real del “Cóndor Azul” no fue la estabilidad, sino el reemplazo de Fautario por el brigadier Orlando Agosti. Con Agosti al frente de la Fuerza Aérea, la tríada Videla-Massera-Agosti quedó consolidada: el triunvirato que llevaría a cabo el golpe del 24 de marzo de 1976 ya estaba conformado.

“El levantamiento de Capellini no fue un fracaso para los golpistas; fue la pieza que faltaba para alinear a las tres fuerzas en un plan de asalto total al poder”.

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