Martes, 7 de octubre de 2025   |   Campo

Colapsó, fue abandonada por muchos y ahora vive el mayor boom de los últimos años

Colapsó, fue abandonada por muchos y ahora vive el mayor boom de los últimos años

Tras una de las peores crisis de su historia reciente, el sector limonero argentino vuelve a recuperar terreno en los mercados internacionales. Tucumán, corazón productivo de la actividad, destaca con exportaciones que alcanzaron los niveles más altos de los últimos cinco años. Sin embargo, el repunte es desigual: mientras los grandes complejos integrados celebran, los productores volcados exclusivamente a la producción primaria siguen enfrentando números en rojo.

Durante décadas, Argentina se consolidó entre los principales exportadores mundiales de limón, abasteciendo con jugos, aceites esenciales, cáscaras y fruta fresca a mercados exigentes como Europa, Rusia y, más recientemente, Estados Unidos. Pero ese auge se detuvo hace unos cinco años, cuando el aumento global de la oferta —principalmente por la expansión de España y Turquía— derrumbó los precios internacionales de los derivados industriales y golpeó con fuerza al negocio.

Miles de hectáreas fueron abandonadas o reconvertidas y el ánimo del sector se desplomó. Hoy ese panorama comienza a revertirse por una combinación de factores climáticos y económicos: una fuerte helada en Turquía en 2024 y una merma productiva en España abrieron espacio para el limón argentino, y la mejora del tipo de cambio devolvió competitividad a las exportaciones.

El complejo citrícola registró el mayor crecimiento de los últimos cinco años

Según datos de la Secretaría de Agricultura, las exportaciones de cítricos durante los primeros ocho meses del año superaron los US$408 millones, con un incremento del 27% en el monto y del 21% en el volumen respecto de 2024. De ese total, el limón fresco aportó US$140 millones, con una suba del 43% interanual.

“Estamos viendo una recuperación importante”, señaló a LA NACION Pedro Omodeo, presidente de Latin Lemon SA, uno de los principales complejos exportadores del país. Sin embargo, precisó que “los números que maneja el sector difieren un poco de los datos oficiales”. Según el empresario, la exportación de limón fresco creció un 35% respecto del año pasado, al pasar de 156.000 a 210.000 toneladas.

No todos los actores del negocio viven esta recuperación con la misma intensidad; Guerineau marcó una diferencia clara: “Lo que está pasando ahora es una mejora que solo llega a los productores verticalizados, es decir, a quienes controlan toda la cadena: desde el cultivo hasta la industrialización y la venta”.

Omodeo explicó que este salto se debe “básicamente a una caída de la producción en España y Turquía”, los dos grandes jugadores del hemisferio norte. “Si bien exportamos en contraestación, la caída en la producción de esos países permitió una ventana de ingreso más amplia y una demanda mucho más sostenida”, dijo.

Esa coyuntura, añadió, se vio potenciada por la fuerte helada que sufrió Turquía el año pasado. “Esa pérdida redujo su oferta justo en el cierre de nuestra campaña, lo que nos permitió enviar más producto a Europa. La combinación de ambos factores explica el aumento de las exportaciones argentinas”, precisó.

Europa fue el principal destino del limón argentino, con alrededor de 100.000 toneladas, seguida por Estados Unidos (50.000 toneladas) y Rusia (otras 60.000). “Los precios en los mercados europeo y ruso aumentaron entre un 30% y un 40% respecto del año pasado”, aseguró Omodeo, y destacó que la paridad cambiaria también ayudó: “El euro estuvo un 15% arriba del dólar, lo que favoreció nuestras ventas a la Unión Europea”.

Omodeo volvió a atribuir el salto a la caída de la producción en España y Turquía: “Si bien exportamos en contraestación, la caída en la producción de esos países permitió una ventana de ingreso más amplia y una demanda mucho más sostenida”

En cuanto a la industria, el empresario sostuvo que la molienda de 2025 fue similar a la del año pasado, pero con menores rendimientos fabriles debido a factores climáticos. “La oferta de jugo y aceite fue menor, y eso impulsó una fuerte suba de precios: el jugo concentrado aumentó un 80%, pasando de US$1200 a más de US$2200 la tonelada; y el aceite esencial subió alrededor del 50%”, explicó.

En detalle, por su parte la Secretaría de Agricultura destacó que el aceite esencial de limón se comercializó en estos primeros ocho meses en US$23.320 por tonelada.

El panorama para 2026 se presenta alentador. “España seguirá con problemas productivos y Turquía aún no se recuperó del todo, por lo que esperamos un mercado con precios sostenidos”, anticipó Omodeo. No obstante, advirtió que todo dependerá del clima local: “Recién estamos en plena floración; hay que ver cómo atraviesa la primavera y el verano la producción argentina”.

Pero no todos los actores del negocio viven esta recuperación con la misma intensidad. Gastón Guerineau, asesor en producción, comercialización y exportación de limones, marcó una diferencia clara: “Venimos de cinco años de crisis, con precios internacionales deprimidos y un tipo de cambio poco favorable. Lo que está pasando ahora es una mejora que solo llega a los productores verticalizados, es decir, a quienes controlan toda la cadena: desde el cultivo hasta la industrialización y la venta”.

Según Guerineau, los productores que solo venden fruta a la industria o a los exportadores “no pueden aprovechar este escenario”. “El costo productivo anual por hectárea ronda los US$3000 a US$3500, y un buen productor obtiene entre 7000 y 8000 dólares por hectárea. Pero esa diferencia no alcanza a todos, porque la mayoría no tiene industria ni contratos de procesamiento”, explicó.

De hecho, en el norte del país solo existen 15 plantas industriales y unos 20 contratos de procesamiento; el resto son productores que dependen de las compras de terceros. “Hay mucho esfuerzo, pero el nivel de inversión viene cayendo. No es el sector entero el que se beneficia, sino un grupo reducido de empresas que manejan grandes volúmenes”, subrayó.

Para el especialista, el problema es estructural: “Esto es fruticultura, y la fruticultura es de largo plazo. No se puede entrar y salir del negocio como en la soja. Cada año hay que invertir para mantener el nivel productivo y la calidad exportable”.

Guerineau recordó que el último gran ciclo expansivo del limón se dio entre 2005 y 2015, impulsado por contratos con grandes empresas de bebidas. “Desde 2020, el sector entró en crisis, y en 2022 fue el peor momento: se arrancaron muchas plantaciones, se abandonaron lotes. Si no se invierte, la producción se deteriora”, dijo.

Por eso, insistió en que la clave es entender que esta actividad exige integración. “El productor que no está detrás de cada proceso comercial y productivo termina vendiendo su fruta a precios viles. Está preso de los valores que le impone la industria”, advirtió.

Algunos pequeños productores, no obstante, intentan adaptarse. “Hoy, hay casos de productores que empezaron a exportar por su cuenta o en asociación con otros, pero son los menos. Requiere mucho capital y una gestión profesional”, señaló GuerineauLA NACION

Algunos pequeños productores, no obstante, intentan adaptarse. “Hoy, hay casos de productores que empezaron a exportar por su cuenta o en asociación con otros, pero son los menos. Requiere mucho capital y una gestión profesional”, señaló Guerineau.

Si bien, con estos avances, la Argentina reafirma su liderazgo global como primer exportador de jugo y aceite esencial de limón, y quinto productor de fruta fresca la contracara es una estructura productiva desigual donde solo los grandes jugadores integrados logran aprovechar las oportunidades, según explicaron.

El asesor privado remarcó que el futuro del limón argentino depende de consolidar la integración de toda la cadena, donde el desafío no es solo producir más, sino lograr que los beneficios lleguen también a los productores que hoy están al margen del negocio.

Déjanos tu comentario: