
José Luis Espert no se recupera. Desde que PERFIL y el portal ElDiarioAr revelaron el documento que prueba que Federico “Fred” Machado le transfirió US$ 200 mil, todo fue cuesta abajo. Recluido en su casa de Beccar, apenas sale. Se esfuerza por levantar el ánimo de su esposa, María Mercedes González, pero lo atormenta una preocupación: su futuro. ¿Quién querría reunirse con él, contratarlo como asesor o invitarlo a dar una conferencia si su nombre se volvió sinónimo del narcoescándalo más importante del año? Dice que la política le arruinó la vida. El economista que soñó con ser presidente y construyó una imagen de tipo duro está deprimido y muy solo.
La angustia, por momentos, se convierte en bronca. Siente desprecio por Juan Grabois, uno de los impulsores de la denuncia. Pero el golpe más duro fue el de La Libertad Avanza. “Fue traicionado por todos y lanzado a la jauría periodística. Le soltaron la mano”, dice un amigo.
Sabe que Karina Milei nunca lo quiso. Desconfía de Santiago Caputo y evalúa si fue un error permitir que mediara en el video donde intentó explicar el dinero de Machado. Aunque reconoce que Javier Milei lo defendió, que el Gobierno sostuviera a Lorena Villaverde ratificó sus sospechas: “A pesar de ser amigos, José Luis representaba una competencia. No se explica que hayan bancado a una diputada con una causa por cocaína en Estados Unidos y a él, que no hizo nada, lo trataran como a un perro”, relatan sus allegados.
El 3 de diciembre pidió declarar ante el juez Marcelo Martínez De Giorgi por supuesto lavado de activos justicia-confirmo-que-espert-viajo-35-veces-en-los-aviones-de-fred-machado-y-bank-of-america-confirmo-la-transferencia-de-200-mil-dolares.phtml">y por los viajes en el avión de Machado durante la campaña de 2019. En paralelo, avanza otra causa en San Isidro, a cargo de Lino Mirabelli. Sus abogados, Alejandro Freeland y Santiago Kent, intentaron unificar los expedientes argumentando que investigan los mismos hechos, pero la solicitud fue rechazada.

Espert está convencido de que será sobreseído, pero vive el proceso como una pesadilla. El allanamiento del 9 de octubre incluyó una requisa personal a él, a su esposa y al hijo de ella. “José Luis se la bancó. Pero que a ellos los metieran en un baño y los desnudaran para ver si escondían un celular fue una humillación que todavía no puede creer”, contaron fuentes cercanas.
En la casa de la calle Brasil al 700 aquel primer allanamiento se vivió como un trauma. El abogado Freeland cuestionó el procedimiento y sostuvo que las autoridades obstaculizaron su ingreso al domicilio. Cuando finalmente pudo entrar, la esposa de Espert lo abrazó llorando y le dijo: “Me siento ultrajada”.
Freeland terminó por convertirse no solo en su representante legal, sino también en el sostén emocional de la familia. Visita el domicilio una o dos veces por semana para hablar del expediente, pero también para escuchar los lamentos.

El abogado llegó cuando todos se fueron. Apenas estalló el narcoescándalo, todo su equipo renunció: los pocos jóvenes que respondían a su mando en política, sus secretarias y hasta su histórico vocero.
Las primeras semanas fueron las peores. En su domicilio hubo guardias periodísticas y, un día, su abogado advirtió un drone sobrevolando el patio; intentó hacerlo bajar a piedrazos.
La casa no está en un barrio privado, aunque funciona con lógicas similares. En la puerta hay una garita de seguridad con custodia permanente y un patrullero. En la mayoría de las esquinas hay personal de vigilancia; las calles son angostas, circulan pocos vehículos y prácticamente no hay comercios. La calma habitual de esa exclusiva zona de San Isidro se había interrumpido, pero ahora —con la atención mediática volcada a otros temas— parece volver a la normalidad.
En las últimas semanas Espert empezó a hacer algunas salidas en Uber: fue a comer, a tomar un café o a hacer trámites. Por ahora, según sus allegados, no afrontó ningún escrache.
Su pequeño círculo le recomienda no darle vueltas al asunto. Espert intenta despejarse y hace actividad física en el quincho de su casa, donde tiene una cinta de correr y algunas pesas. Aun así, no logra dejar de repasar en qué falló y quiénes lo traicionaron.

Una de las pocas autocríticas de Espert es su mala performance mediática. Aun así, sostiene que no tenía chances: afirma haber sido víctima de la prensa y de la política, y que lo eligieron como blanco de un ataque feroz en alianza.
Espert sabe que en La Libertad Avanza el único que le tenía afecto era el Presidente y que el resto quería su cabeza desde hace tiempo. El ejemplo que citan es Patricia Bullrich, una de las primeras que le pidió explicaciones en público. “José Luis es un tipo difícil, se sabe. Pero fue de los pocos que se enfrentó con Mauricio Macri y desde entonces Patricia lo odia”, cuentan.
El 3 de octubre, después de una mala actuación en televisión, Espert grabó un video para intentar explicar su vínculo con Machado. La pieza no funcionó: sus argumentos, el tono y la estética no convencieron. El abogado Freeland lo había asesorado y hasta redactó el párrafo en el que se refirió a un contrato entre privados, pero el resto corrió por cuenta de Caputo y su equipo. “Para mí lo tiraron al muere”, aseguró uno de sus amigos.
El 8 de enero, la Justicia solicitó a la Cámara de Diputados autorización para avanzar con medidas contra Espert. La petición se aprobó por 215 votos a favor y tres abstenciones, a pesar de que los legisladores desconocían que, además del allanamiento, se realizarían requisas personales porque la causa estaba bajo secreto de sumario. En el entorno del dirigente interpretaron la jornada como el puñal final de Karina, a través de Martín Menem. “No tuvo ningún reparo en avanzar”, dijeron.
Espert insiste en que se enteró de la causa por narcotráfico de Machado cuando este fue detenido en 2021 y que hasta entonces lo consideraba un empresario prestigioso. En Comodoro Py, sus abogados presentaron tres escritos en el último mes.
Freeland y Kent intentarán cuestionar que los hechos investigados ocurrieron en el marco de una campaña, período en el que cualquier dirigente está obligado a declarar aportes, monetarios o logísticos. Su defensa sostiene que la ley electoral establece que las campañas comienzan formalmente 30 días antes de cualquier elección.
Desde febrero de 2019 hasta junio, cuando se lanzó a la política, Espert alquiló a Alberto Assef el sello de su partido, Unir. Pero, según sus abogados, en ese lapso se movía solo como una “promesa” de candidato.
Cuando a último momento Assef acordó con Macri, Espert cerró con José Bonacci, el dueño de Unite. Según los letrados, en ese breve periodo apenas llegó a realizar actividades. Quieren convencer a la Justicia de que los vuelos que hizo en los aviones de Machado fueron en calidad de presentador de libros.
Además, negaron que hayan sido 36 viajes, tal como figura en el expediente. Aducen que, como mínimo, fueron la mitad, porque ese conteo suma idas y vueltas y podría reducirse si se consideran algunas escalas. En total, sostienen que diez sucedieron antes del inicio formal de la campaña. ¿Cuántos debería haber declarado? Según su estrategia, no más de dos o tres.
Respecto del contrato por el que recibió US$ 200 mil, insistieron en que fue un acuerdo entre privados que se firmó cuando Espert aún no era candidato y que comenzó a ejecutarse cuando ya había perdido las elecciones, en febrero de 2020. “¿Por qué Machado le pagaría a un tipo que sacó el 1%?”, repiten en su entorno.
En la Justicia de San Isidro agregaron otro escrito sobre el crecimiento patrimonial de Espert. Grabois lo denunció por haber incrementado su fortuna en un 800% y sostuvo que la casa de Beccar se compró en el período investigado. Los abogados admiten el aumento, pero lo atribuyen a la inflación y a cuestiones técnico-contables, y aseguran que la vivienda se adquirió con el dinero de la venta de otro inmueble.
Los trámites judiciales reemplazaron la rosca y la rutina de Espert cambió de golpe. “Vive hecho mierda y tiene que ver cómo sobrevivir a todo esto”, dice uno de los pocos que lo visita.




