
El régimen chino ha anunciado una exención de visados de un año para ciudadanos rusos, pocas horas después de que Xi Jinping y Vladímir Putin sellaran nuevos compromisos en Beijing y fortalecieran públicamente su alianza política y militar.
El portavoz de la Cancillería china, Guo Jiakun, aclaró en rueda de prensa que, a partir del 15 de septiembre, los viajeros rusos podrán ingresar a China sin necesidad de visado por un período de hasta 30 días para fines turísticos, de negocios, visitas a familiares o amigos, intercambios o como escala de tránsito. Esta medida estará en vigor hasta el 14 de septiembre de 2026.
La exención se presenta como un gesto de amistad estratégica, institucionalizada justo después del encuentro bilateral en el que Xi y Putin revisaron su hoja de ruta común, orientada a reconfigurar el equilibrio geopolítico global y oponerse al liderazgo de Estados Unidos y la Unión Europea. Según Guo Jiakun, “bajo la guía estratégica de Xi y Putin, las relaciones entre China y Rusia han mantenido un alto nivel de desarrollo”.
Este movimiento se suma a otras exenciones temporales que China ha ofrecido recientemente a varios países europeos con los que mantiene vínculos estables. Sin embargo, la magnitud y el momento del anuncio para Rusia son notables debido al contexto internacional: la guerra en Ucrania, las sanciones occidentales contra Moscú y el creciente aislamiento del Kremlin en foros multilaterales.
En el ámbito político, la decisión fue reforzada por declaraciones públicas de Xi Jinping, quien reiteró que la relación bilateral muestra “una buena vecindad duradera, una coordinación estratégica integral y cooperación mutuamente beneficiosa”. El mandatario chino destacó que ambos países continuarán “impulsando una mayor integración de sus intereses y trabajando para consolidar y mantener la cooperación”, además de agradecer la presencia de Putin en los actos conmemorativos por el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico.
Por su parte, Putin agradeció a Xi su participación en diversos actos oficiales, subrayando que la coordinación entre ambos en cuestiones históricas y de política exterior es “una muestra de la determinación para defender conjuntamente los frutos de la victoria militar y resistir presiones externas”. El presidente ruso afirmó que Rusia está “lista para fortalecer la coordinación estratégica con China” y enfatizó la “importancia histórica” de la actual conexión entre las dos potencias.
La cumbre bilateral tuvo lugar en vísperas de un desfile militar en Tiananmén, donde, además de Putin, Xi recibirá a otros líderes autoritarios de la región, como el norcoreano Kim Jong-un. El mensaje central giró en torno al rechazo de la hegemonía occidental, la reivindicación de la multipolaridad bajo esquemas no democráticos y el respaldo a iniciativas conjuntas en foros como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), los BRICS y el G20.
Durante el encuentro, la prensa estatal y los canales oficiales insistieron en que China y Rusia “dan ejemplo de lo que deben ser las relaciones entre potencias”, exaltando una “cooperación mutuamente beneficiosa” y una visión compartida sobre la no injerencia en asuntos internos, la “igualdad soberana” y el “multilateralismo” interpretado según los términos del eje autoritario.
El expediente de “exención de visados” forma parte de una estrategia más amplia de Beijing para abrir selectivamente sus fronteras y redes comerciales, apostando por una integración preferente con socios alineados política y diplomáticamente. Esta táctica también responde a la necesidad de mostrar apertura tras el prolongado cierre por la política de ‘cero covid’, y de contrarrestar el descenso en inversiones, turismo y cooperación técnica con países críticos del régimen.
Organismos internacionales y gobiernos occidentales observan con inquietud el acelerado acercamiento estratégico entre China y Rusia, especialmente en el contexto de la invasión a Ucrania y las sistemáticas vulneraciones de derechos humanos por parte de ambos regímenes. El anuncio de la exención para rusos, más allá del turismo y el comercio, ilustra el nivel de dependencia y complicidad que define la nueva etapa del bloque autoritario en la geopolítica mundial.
(Con información de EFE)