Miércoles, 24 de diciembre de 2025   |   Campo

Bajó el agua, se sembró solo el 40% del área y hay menor actividad comercial en las ciudades

Bajó el agua, se sembró solo el 40% del área y hay menor actividad comercial en las ciudades

Este año, el centro-oeste bonaerense vivió una de las peores crisis hídricas de las últimas décadas. En gran parte de la región cayeron cerca de 1700 milímetros, casi el doble de la media anual de 900, y en el momento más crítico se estimó que más de cinco millones de hectáreas quedaron comprometidas por el exceso de agua.

Hoy el panorama es algo mejor, pero todavía está lejos de la normalidad: en 9 de Julio la siembra de granos gruesos apenas alcanzó entre el 45% y el 50% de la superficie, en Bolívar se llegó a cerca del 40% de lo habitual y en Carlos Casares la recuperación avanza, aunque de manera parcial y muy desigual según cada zona.

Aunque el agua comenzó a retirarse, la región quedó con campañas recortadas, logística aún limitada y una recuperación que dependerá de cómo acompañe el clima en los próximos meses. A esto se suman fuertes consecuencias económicas: productores que todavía no pueden ingresar a parte de sus campos y un impacto que ya se siente en la actividad comercial de las localidades.

Campos inundados en la zona de 9 de Julio, donde llegó a haber más de 130.000 hectáreas afectadas
Marcelo Manera – LA NACION

En Bolívar, uno de los partidos más afectados, Carbap relevó en noviembre más de 169.224 hectáreas entre inundadas y anegadas. “El agua bajó mucho, pero no lo suficiente como para devolver el sistema productivo a pleno”, describe el presidente de la Sociedad Rural local, José Gabriel Erreca. Allí, las lluvias superaron ampliamente el promedio anual —que suele ubicarse entre 900 y 1100 milímetros— y en distintas zonas se acumularon cerca de 1700 mm. Aunque en los últimos meses el agua retrocedió, la normalidad todavía está lejos.

La fina dejó muy poco trigo y cebada y, además, muchos lotes sufrieron heladas a fines de octubre y principios de noviembre, con pérdidas de hasta 30% del rendimiento. La gruesa también quedó muy retraída. “Se alcanzó a sembrar un 40% de lo que se siembra habitualmente. En un campo donde el año pasado se sembraron 60 hectáreas de maíz, este año se sembraron 23 ha de soja de primera. Ese es más o menos el porcentaje en todo Bolívar”, describió el dirigente.

Se suma además el mal estado de los caminos rurales. “La red vial estructural no existe. En este momento habría que estar reparando lo que se puede, pero estamos frente a un Estado bobo, un socio bobo, que resta permanentemente, no suma y no ayuda al sector ni a la comunidad rural”, criticó.

Erreca cuenta que el golpe productivo ya empezó a sentirse en los comercios y actividades del pueblo. “Esta situación se va a reflejar seguramente en la economía lugareña en 2026, porque indudablemente va a faltar el ingreso de la siembra fina. Ya se siente una retracción económica importante. Y con solo el 40% de la gruesa hecha va a haber sectores muy complicados”, afirmó.

Campos inundados en la zona de Carlos Casares
Marcelo Manera – LA NACION

En 9 de Julio, otro distrito muy golpeado, los relevamientos previos marcaban 136.797 hectáreas comprometidas entre inundadas y anegadas. La media anual ronda los 900 milímetros, pero este año el acumulado quedó muy por encima: en el cuartel 3, límite con Bragado, se registraron 1779 mm, y en la zona de 12 de Octubre, hacia el oeste, 1647 mm.

Hoy la situación es mejor que en los meses más críticos, pero la campaña quedó condicionada y con atraso. “Se va a lograr sembrar yo creo que la mitad de la superficie… entre el 45 y el 50%. En el sur del partido va a ser mucho menos; para el lado del norte y del este está un poco mejor. La siembra viene tarde: arrancó firme el 15 de noviembre y vamos a estar terminando los primeros días de enero. Igual, los cultivos implantados vienen muy bien”, señaló el presidente de la Sociedad Rural local, Hugo Enríquez.

Campos inundados en el partido bonaerense de 9 de Julio
Marcelo Manera – LA NACION

La fina fue escasa y con rindes dispares, y el maíz tardío se terminó de implantar recién a mediados de diciembre, en simultáneo con soja y soja de segunda, lo que recargó tiempos, equipos y logística. Al igual que en Bolívar, los caminos siguen siendo uno de los mayores problemas. “Los caminos aunque mejoraron un pcoo siguen en estado deplorable. Se repararon básicamente los caminos que conectan pueblos, pero los caminos de producción están prácticamente sin tocar”, resumió.

En Carlos Casares, otro de los partidos que quedó seriamente comprometido por el exceso de agua, los relevamientos previos marcaban alrededor de 105.008 hectáreas afectadas entre inundadas y anegadas. Allí, la presidenta de la Sociedad Rural local, Érica Moro, cuenta que el alivio llegó de la mano del calor y días más estables, que permitieron retomar parte de la actividad agrícola y ganadera.

“La situación ha mejorado un poquito. Las temperaturas altas ayudaron a secar y mejorar algunos caminos, no todos, sino los que no estaban tan complicados. Eso permitió el tránsito de camiones y maquinarias de la agricultura, y también mejoró para la ganadería y la actividad láctea. Algún que otro lote también se pudo aprovechar”, apuntó.

Bolívar llegó a tener más de 160.000 hectáreas afectadas, de las cuales 110.266 estaban inundadas y 58.958 anegadas

La siembra tardía recién pudo avanzar con más firmeza en el último mes, aunque no de manera uniforme y con superficies que todavía no se pueden trabajar completamente. Moro aclara que la recuperación es muy desigual y que cambia lote a lote. “No podría decir exactamente cuánta superficie sigue afectada y cuánta se va recuperando, porque es bastante dinámico. Cuando uno entra al campo recién ahí ve si se puede trabajar o no, y muchas veces no se aprovecha todo el lote; se va trabajando por parcelas y por partes”, apunta.

Si bien el panorama actual es mejor que el de mitad de año, la dirigente remarca que el distrito aún permanece en una situación delicada, con campos que se están recuperando y otros que todavía dependen de cómo siga el clima en los próximos meses.

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