
A días del cierre de listas para las elecciones bonaerenses, con los teléfonos ardiendo y las internas en modo silencioso, una licitación de casi 4.000 millones de pesos que salió a la luz hizo temblar los cimientos del poder. La empresa Tech Security SRL, de la familia Menem, ganó un contrato de seguridad privada para vigilar la sede central del Banco Nación por los próximos dos años. En la práctica es la continuidad de la misma empresa que ya prestaba el servicio, pero esta vez el dato incomoda: uno de los socios de esa compañía, hasta cuatro días antes de la asunción de Javier Milei, era nada menos que Martín Menem, hoy presidente de la Cámara de Diputados.
Este es sólo el último y más conocido de los negocios de los Menem con la política, en un momento en el que la familia -que durante años se mantuvo relegada tras el fin del mandato de Carlos- vuelve a empoderarse de la mano de la hermana del Presidente, Karina Milei. Al calor del oficialismo, los tres hermanos Menem -Martín, Adrián y Fernando- y su primo, Eduardo “Lule”, construyeron una sociedad política atravesada por negocios que se benefician con este presente: Menem S.A. Cada uno cumple un rol en el entorno mileista: Martín, en la Cámara de Diputados; Lule, como asesor en la Casa Rosada y Adrián como colaborador en las sombras. Fernando no se mete en la política.
Según el Boletín Oficial, el 6 de diciembre de 2023, Martín transfirió sus acciones de Tech Security a su hermano Adrián. Pero nadie en el Gobierno se toma el gesto como una renuncia real, sino como una cuestión formal. Tech Security nació en 2005, de la mano de Fernando y su amigo Pablo Vázquez, un vecino de Núñez. La historia del vínculo entre ellos tiene mucho de casualidad: el padre de Vázquez era dueño de un bar en la esquina de Lidoro Quinteros y Pablo Ricchieri, a tan solo 60 metros de la casa de los Menem. Fernando pasaba seguido a tomarse un café. La relación con el hijo del dueño fue creciendo, primero como charla de mostrador y después como sociedad. Hoy, casi 20 años después, Vázquez tiene el 51% de Tech Security; Fernando, el 34%; y el mayor de los hermanos Menem, Adrián, el 15%. Fernando y Pablo armaron otra empresa llamada Purgato, dedicada al rubro limpieza, en la que ambos figuran con un 25% del capital cada uno. En 2019, Purgato logró una licitación en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). En 2004, Fernando ya había probado suerte en otro rubro: fundó Tech One Corporation, una empresa registrada para comercio al por mayor y menor, además de reparación de vehículos y motocicletas. Tech Security fue creciendo a paso firme. Además del reciente contrato con el Banco Nación, ya tenía presencia en clubes de fútbol como River y Racing, en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), y también en distintas dependencias del Estado. Su especialidad: seguridad en eventos masivos y sedes institucionales.
Los inicios. El salto de visibilidad de las empresas llegó en paralelo con el ascenso político de los Menem libertarios. Pero el primer acercamiento con el universo Milei fue mucho antes de que se hablara de cargos o armados nacionales. En 2021, Tech Security fue la empresa elegida para custodiar el búnker de campaña de Milei en el Luna Park, cuando el libertario fue electo diputado nacional. Aquel acto tuvo un tono festivo, mezcla de mitín político y show de rock, y en la seguridad estaba la familia Menem. Ese búnker fue la primera muestra de confianza entre dos familias que, con el correr del tiempo, terminaron ensamblándose. Con la llegada de Milei al poder, Tech Security mantuvo su ritmo de contratos en el sector privado -que hoy representa el 80% de su facturación- pero también se posicionó como una de las pocas firmas del rubro con llegada directa a los despachos oficiales. En la interna libertaria, Martín y “Lule” Menem operan como la tropa propia de Karina Milei en el armado federal. Tienen territorio y apellido. Del otro lado, el asesor Santiago Caputo observa y toma nota. En su entorno ven el avance menemista como un intento de cooptar estructuras, con la ventaja de tener pedigree peronista. Los dos bandos están en guerra.
Los negocios de la familia Menem no arrancaron con el desembarco libertario, aunque la llegada al poder les dio otro aire. El corazón del entramado empresarial está en pleno microcentro porteño, sobre la calle Talcahuano, a pocos metros de la Avenida Córdoba, donde funciona el histórico estudio jurídico Menem. Desde ese búnker legal -que mantiene el nombre familiar como marca registrada- operan gran parte de las sociedades que componen el portfolio de los hijos de Eduardo Menem: Martín, Fernando y Adrián. Más allá de Tech Security, el universo Menem incluye consultoras, desarrolladoras inmobiliarias, financieras y hasta laboratorios de suplementos alimenticios. Según consta en la última declaración jurada presentada por Martín Menem, el presidente de la Cámara de Diputados tiene participación en varias firmas. Una de ellas es PGC SRL, una consultora que canaliza gran parte de las operaciones de asesoría jurídica y administrativa del grupo familiar y que fue creada en 2005. También aparece Libertador Uno, una desarrolladora que fue armada también en 2005. En el rubro financiero, figura Mimada SA, una sociedad que, según documentos oficiales, se creó en 2012. Y si la política es una carrera de fondo, también hay una conexión deportiva: Martín Menem declaró tener el 22% de la marca del ex golfista Daniel Vancsik, hoy convertido en diputado nacional por Misiones.
En el 2007, los hermanos Menem habían armado la sociedad Golf Management. El costado más antiguo y fit del portafolio de Martín Menem es el de los suplementos alimenticios. Bajo los nombres Gen Tech, Insulow y TR Nutrition, el diputado incursionó, a finales de los ‘90, en el negocio del bienestar, con productos orientados a deportistas y público fitness. Ese combo -derecho, seguridad, deporte y dinero- explica parte del recorrido empresarial de la familia, que se movió con sigilo mientras La Libertad Avanza tomaba forma. Las sociedades ya existían antes del salto de Martín a la política, pero hoy ganaron una nueva dimensión: pasaron de ser negocios privados a formar parte del radar del poder. En ese camino, el apellido Menem volvió a instalarse, aunque con otro look.
El último. El cuarto Menem no figura en el árbol genealógico directo, pero en la práctica funciona como un hermano mayor de Adrián, Martín y Fernando. Se trata de “Lule”, quien se llama igual que su tío: Eduardo. La historia de “Lule” Menem corre en paralelo a la de los hijos de Eduardo Menem y, en varios tramos, se entrecruza. Nació en Argentina a mediados de los ’60. Con la dictadura militar de 1976, sus padres -Mohamed y Fátimadecidieron emigrar a Siria. A los 15 años, con el servicio militar obligatorio tocando la puerta y el país sumido en conflicto, la familia mandó una carta a La Rioja. Preguntaban si alguien podía hacerse cargo del adolescente. La respuesta llegó desde la casa de Eduardo Menem: fue su esposa, Susana Valente, quien dijo que lo recibiría. Así fue como Eduardo Menem, acompañado por Julio “Chiche” Aráoz, viajó hasta Yabrud y lo trajo de regreso. Desde entonces, “Lule” construyó una vida política al servicio de su tío. Hoy es la mano derecha de Karina Milei, la encargada de custodiar el núcleo duro del poder libertario. Pero también quedó cerca de una zona turbia: los negocios colaterales que orbitan alrededor de Martín.
Uno de los casos más comentados es el que involucra a Sergio Andrés Aguirre, socio de Martín en TR Nutrition SRL. En abril de 2024, Aguirre creó una nueva empresa: Htech Innovation SA, que por casualidad también usa la palabra “tech”, como Tech Security y Gen Tech. En los papeles, la firma quedó presidida por María Casandra Mirabelli, madre de Aguirre. El 5 de julio, tres meses después, Aguirre entró a Casa Rosada junto a Virginia Montero, interventora de la obra social OSPRERA. La reunión fue con “Lule” Menem. Duró casi dos horas y figura en el registro oficial de audiencias de la Casa Rosada. Pocos días después, el 18 de julio, Htech Innovation amplió su objeto social para ofrecer servicios de consultoría. El giro fue quirúrgico: la obra social contrató a la empresa -recién reconvertida- por más de 40 millones de pesos. Eso dice la factura Nº 2 de la novel empresa, que está fechada el 6 de noviembre, según publicó el portal El Disenso. Ese mismo día, Montero presentó su renuncia. No se sabe por qué. Un dato relevante de esta historia es que el interventor de OSPRERA, Marcelo Petroni, tiene como secretaria privada a Mirabelli, la madre de Aguirre, es decir que cumple la doble función de secretaria y proveedora.
Detrás de escena. El hermano con perfil más bajo en esta nueva etapa menemista es, paradójicamente, el único que alguna vez pareció tener destino de heredero político. Adrián Menem fue diputado nacional por La Rioja entre 1999 y 2007. Caminó los pasillos del Congreso en los peores años para el apellido Menem y luego decidió volver al estudio familiar. Durante el final del ciclo kirchnerista tuvo algunas apariciones televisivas como invitado a paneles de programas políticos, pero enseguida eligió el detrás de escena. Hoy, sin cámara ni banca, Adrián es el engranaje menos visible pero más funcional del esquema. Desde el histórico estudio jurídico de la calle Talcahuano, gestiona parte de los negocios que su hermano Martín no puede firmar por cuestiones de forma, y también ayuda con algunas reuniones cuando hace falta. Es un operador en las sombras que conoce los tiempos y los actores del poder. En los pasillos de la política y de ciertas empresas se alimenta un mito cada vez más instalado: que Adrián es el verdadero cerebro del clan Menem en esta etapa. El día a día del estudio está a cargo de Adolfo Verra, amigo de Adrián y compañero de la facultad. Entre los expedientes más sensibles figura uno millonario: el intento de cobrarle 13 millones de dólares al empresario Matías Garfunkel en concepto de honorarios. Verra y Martín Menem lo asesoraron en su divorcio con Mariana Gersztein, una separación con bienes en juego por 500 millones de dólares. El reclamo es por el 2,5% de ese monto. Un vuelto, según la escala Garfunkel.
Esta nueva camada de los Menem está curtida en los vaivenes de la exposición pública. Saben que hacer negocios con el Estado puede traer consecuencias. Hoy, Tech Security tiene una ecuación más orientada al sector privado: el 80% de su facturación proviene de clubes, empresas y eventos, y apenas un 20% está vinculado a contratos públicos. Hubo un tiempo en que la balanza marcaba 50 y 50, pero el termómetro cambió. La licitación del Banco Nación, lejos de ser un triunfo ruidoso, trajo complicaciones: con el escándalo ya en agenda, desde el propio banco pidieron una prórroga del contrato actual hasta agosto (Tech Security es el proveedor actual de la seguridad de la sede central del Banco Nación). La razón: van a consultar a la Oficina Anticorrupción antes de renovar.
Por la vuelta. Los hermanos Menem crecieron en una casa habituada al poder, pero también atravesaron la etapa de mayor descrédito del apellido. En los primeros años del kirchnerismo, cuando las figuras del menemismo eran señaladas como parte de la decadencia de los ’90, Martín Menem iba a clases de teatro con Raúl Serrano y usaba el apellido de su madre: Valente. Así lo conocía Mauricio Davico, ex Ráfaga y hoy intendente de Gualeguaychú. Martín lo buscó como amigo, precisamente porque no sabía quién era. Ahora, con el revival libertario de los años ’90 y el éxito de la serie “Menem”, los parientes del ex presidente sienten que pueden salir del closet. Ser Menem volvió a ser algo cool.
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