
Aunque Argentina recibió en abril casi USD 12.400 millones del FMI al iniciar la “Fase 3” del programa económico, y tras la aprobación de la primera revisión se accederá a otros USD 2.100 millones, la fase en la que los desembolsos del Fondo superan los pagos que Argentina realiza en concepto de capital e intereses está llegando a su fin.
De hecho, incluso considerando el nuevo desembolso que llegará desde Washington, entre ahora y diciembre de 2027 la Argentina pagará al Fondo considerablemente más de lo que recibe de este organismo. En términos técnicos, el “flujo neto” será negativo para el país.
“Del nuevo desembolso de USD 2.100 millones, USD 801 millones se destinarán al pago de los intereses de agosto. A partir del siguiente desembolso (programado para noviembre), estos flujos comienzan a volverse negativos. Si bien la primera amortización de capital inicia en septiembre de 2026, el pago de intereses, con desembolsos más pequeños y espaciados, indica que para fines de 2027 Argentina habrá pagado USD 7.200 millones netos (incluyendo el desembolso mencionado)”, señala el reciente informe mensual de la consultora Eco Go, dirigida por la economista Marina dal Poggetto.
El gráfico adjunto ilustra en celeste claro los pagos de intereses, en gris los desembolsos del FMI, y la línea verde representa el “flujo neto” desde hoy hasta diciembre de 2027, cuando finaliza el actual mandato presidencial.
El documento de la consultora se elaboró antes de que el directorio del FMI aprobara, la semana pasada, la primera revisión del acuerdo con Argentina, que permitirá un próximo desembolso de poco más de USD 2.000 millones. Sin embargo, esta revisión, aunque modera la acumulación de reservas, no altera el calendario de pagos y desembolsos.
Según reporta el propio FMI, Argentina debe alrededor de USD 48.000 millones, cifra que ascenderá a poco más de USD 50.000 con el nuevo envío de fondos. Los próximos desembolsos del FMI serán más modestos y espaciados: USD 1.000 millones en noviembre de este año y cuatro desembolsos de USD 700 millones cada uno en mayo y noviembre de 2026 y 2027. Sin embargo, en septiembre del próximo año, a los pagos de intereses se sumarán los de capital, marcando el momento en que Argentina deberá comenzar a reducir su saldo deudor.
En su informe, Eco Go menciona que en abril, al alcanzar el acuerdo vigente, el gobierno, a instancias del FMI, abandonó el deslizamiento (crawl) mensual del 1% del dólar oficial, en busca de un dólar y tasas de interés más altos, además de acumular reservas en una banda cambiaria amplia (inicialmente de $1.000 a $1.400), con el objetivo de lograr una reducción del riesgo país que facilitara la refinanciación “en el mercado” de la deuda en divisas.
Sin embargo, el gobierno desestimó acumular reservas y afirmó que solo compraría en el piso de la banda porque, supuestamente, en una flotación cambiaria no se requieren reservas. El riesgo país nunca descendió de 600 puntos y, para obtener dólares, el gobierno emitió bonos en pesos a no residentes pagados en dólares, una política que luego se vio afectada por el aumento de las tasas de interés.
Acumular dólares
En definitiva, la acumulación de dólares continúa siendo un desafío, como reconocieron el gobierno y el FMI al dejar de lado esa meta en la primera revisión y al relajarla para el resto del plazo del programa.
Detrás de esta dificultad se encuentra la persistente demanda de dólares por parte de las “personas humanas”, ahora liberadas del cepo. En este sentido, Eco Go señala que en lo que va del año la “formación de activos externos” (es decir, el atesoramiento de dólares) y el gasto en turismo externo sumaron USD 14.690 millones.
Esta demanda ha sido respaldada por una liquidación récord de exportaciones (USD 8.000 millones promedio por mes), principalmente del campo, y por financiamiento privado.
“La expectativa de que la formación de activos externos permanezca en el sistema se disipa, al igual que el anuncio del programa para utilizar los dólares del colchón”, indica el informe. Además, la inversión extranjera directa (IED) sigue sin materializarse y es, de hecho, negativa, con empresas locales adquiriendo activos de empresas extranjeras, a pesar de la cantidad y el volumen anunciados de futuros aportes de capital por los proyectos presentados al Régimen de Incentivos para las Grandes Inversiones (RIGI).