El año pasado se realizó la primera cosecha con un rendimiento de 5500 kg para el mercado estadounidense. La plantación es de 3540 plantas por hectárea; las variedades utilizadas son O´Neill, Revielle y Blue Cuinex y se obtuvo una fruta de calidad premium de 5 grados brix (contenido de azúcar). El proyecto ocupa 5 hectáreas. Cuenta con malla antigranizo, riego por goteo y con 3 sistemas de sumidero invertido selectivo (SIS), una tecnología uruguaya basada en la extracción selectiva del aire frío de las capas inferiores del suelo para evitar el daño por heladas y con cortinas forestales de casuarinas, con el objetivo de proteger a la fruta y a las plantas de los efectos del viento.
Si bien existen retos en lo productivo, por tratarse de una zona menos apta desde el punto de vista técnico, el alto nivel de gestión empresarial aplicado hace exitoso este emprendimiento. "Nuestra fortaleza es la capacidad de interpretar los cambios y tener velocidad de respuesta", resaltó Rodríguez Cardozo. La inversión de capital fue pensada en función de un plan de negocios de 20 años. La aplicación de criterios de management, con una gestión descentralizada, permitió delegar en el personal calificado todas las tareas que hacen al producto. El odontólogo Rodríguez Cardozo, ahora productor de arándanos, incorporó toda la innovación tecnológica para desarrollar la mejor producción a largo plazo.
La administración es minuciosa en cuanto a los registros que llevan adelante; desde el estado fisiológico de cada planta, el pH del suelo, la aplicación de fertilizantes, hasta planialtimetría del terreno, entre otros, que son utilizadas como herramientas de diagnóstico. Entre las fortalezas de producir en Rocamora se encuentra la proximidad de los aeropuertos internacionales. Pero el deterioro de las rutas 20 y 39 hace más difícil el acceso terrestre y, por consiguiente, retrasa el crecimiento de posibles zonas productivas. El correcto manejo del pH en los suelos vertisoles, a base de enmiendas e incorporación de acículas de pino para mantener el agua de lluvia, es parte de la tareas que demandan personal constantemente. Y si bien la zona podría tener problemas de granizo, la incorporación de las mallas protectoras permite la preservación de los cultivos. "Actualmente en Concordia se están instalando protecciones, ya que se consideraban anteriormente libres de granizo", declara Javier Iglesias, de Textil Bol.
Cuando se estaba terminando en noviembre de colocar esas mallas, el pueblo se fue rezar a la iglesia por un posible granizo; esta identificación de la gente con el proyecto hizo que días después de finalizadas las tareas el granizo cayera sin perjudicar la etapa de cosecha, que empleó cerca de 50 trabajadores.
El producto no tiene consumo interno, lo cual lo hace exportable, aunque se prevé que hasta 2010 habrá un aumento del consumo. Los resultados en El Desafío son incipientes, pero el proyecto es a largo plazo. En 5 años esperan introducir nuevos cultivos intensivos, como lo es la alcaparra. "Nosotros no tenemos miedo del cambio, tenemos miedo de no cambiar", enfatizó el empresario. Reactivación y optimismo El desafío está ubicado en Rocamora, uno de los tantos lugares de Entre Ríos que podrían estar en peligro de extinción (en esta provincia hay cerca de 200 pueblos, de entre 300 y 1500 habitantes, que están en la misma situación). La alta migración interna hacia las ciudades demarca el cambio en la estructura poblacional de estos pueblos, en los cuales el desarrollo quedó en el olvido. El deplorable estado de las rutas 20 y 6, que es vínculo entre las zonas al este del río Gualeguay, muestra que no es prioritario ni el desarrollo tanto productivo ni el social o cultural. Sin embargo, en 2005 Rocamora instaló su primer tanque de agua, para suministrar agua potable a una población de 200 habitantes, y actualmente están construyendo una sala de atención primaria, que necesitará la presencia de un médico o enfermero permanente.
También se está proyectando la creación de un parque termal que demandará capital y mano de obra, tanto para la construcción como para el posterior mantenimiento, en un predio de 70 hectáreas en Basalvibaso. Aquí, las inversiones tanto públicas como privadas fortalecen el arraigue de las pequeñas comunidades y productores de la zona. "Un proyecto como El Desafío le da una inyección de optimismo a la gente, que venía en decadencia", dijo el diputado provincial Julio Aldaz. Y agregó que "plantar un mojón es un punto de recuperación que indica que no todo está perdido". Fuente: Diario La Nacion