Sábado, 1 de noviembre de 2025   |   Policiales

Aprietes narcos en concordia: vecinos obligados a guardar droga, allanamientos secuestran cocaína y detenciones

Aprietes narcos en concordia: vecinos obligados a guardar droga, allanamientos secuestran cocaína y detenciones

Un hombre denunció ante la Policía de Concordia que miembros de un conocido grupo narco del barrio José Hernández le exigían que les guardara droga en su casa. Al negarse, le apedrearon la vivienda y lo intimidaron con disparos al aire. Este viernes se realizaron varios allanamientos y detuvieron a tres integrantes del clan Bonazzola; les secuestraron cocaína, dinero y celulares.

El hecho denunciado no es aislado: sin distinción de ciudades ni provincias, cuando una banda dedicada al narcomenudeo crece en poder económico, territorial y en violencia suele recurrir a vecinos para custodiar droga, armas o balas. Aceptar significa complicarse con la Justicia; rechazarlo, poner en riesgo la vida de la familia.

Dos grandes clanes familiares se disputan desde hace años gran parte de la ciudad de Concordia para la venta de drogas, especialmente en la zona sur: barrios José Hernández, El Sapito, Pompeya, 90 Viviendas, entre otros. Se trata de los Bonazzola y los Trinidad. Son familias numerosas que fueron creciendo con el tiempo y quedaron al mando de numerosas propiedades. Abastecen a kioscos de narcomenudeo y además distribuyen a localidades como Federal, Federación y Chajarí.

Los Bonazzola ya fueron desarticulados en parte: padres, algunos hijos y primos están detenidos y el clan perdió algo de influencia, sobre todo desde la detención de Maza Bonazzola y su prima Natalia, quienes, junto a otros parientes, acumulan numerosas causas.

Los Trinidad, en cambio, estaban en auge hasta que, hace cuatro meses, Gustavo Trinidad fue detenido por la Policía local y quedó preso por narcotráfico: tenía un kilo de cocaína. Había sido condenado en la resonante causa federal de Francia-Brun, aunque ya había recuperado la libertad. Su hijo Franco asumió el control del negocio y, hace dos semanas, amenazó con un arma a uno de los Bonazzola. Por ello lo detuvieron el martes pasado por la noche y le secuestraron una camioneta VW Amarok nueva que había abandonado en Puerto Yeruá. El vehículo estaba a nombre del dueño de una concesionaria de Federal, con quien solían hacer negocios.

Esa situación fue aprovechada por los hijos de Bonazzola para intentar remontar el negocio y recuperar terreno. Parte de la droga que adquirían al por mayor la guardaban en la casa de una señora mayor, a quien hostigaban para que no presentara problemas. Es una estrategia clásica: buscar personas sin antecedentes ni vinculación con el delito para evitar allanamientos policiales.

La mujer falleció hace un mes y la vivienda quedó a cargo de su hijo. Entonces los narcos fueron a exigirle que les guardara la droga. Él se negó, pero se habrían introducido en la casa y se habrían llevado cocaína, armas y balas. Días después comenzaron a presionarlo; tras otro rechazo empezó a recibir amenazas, pedradas y disparos al aire en la puerta de su casa. La Policía tomó conocimiento de la situación, intervino y el joven finalmente denunció.

Así se abrió la investigación que culminó con seis allanamientos realizados este viernes por la tarde por personal de la Comisaría Segunda de la Jefatura Departamental Concordia.

Los procedimientos se llevaron a cabo en domicilios de los barrios José Hernández y Pompeya Sur. Secuestraron 106 envoltorios de cocaína, cuatro piedras de la misma sustancia, 94 envoltorios de marihuana, 330.000 pesos, 16 celulares, un cuadro de moto adulterado, una balanza y elementos para el corte de la droga. Tres Personas quedaron detenidas por narcomenudeo. Además, en una de las casas había un sujeto con pedido de captura que intentó escapar y fue arrestado.

Es un caso que se repite en distintos lugares de la provincia: cuando una banda consigue cierto poder territorial siembra miedo entre los vecinos. Unas amenazas, una apedreada o un par de tiros al aire pueden pasar como un conflicto rutinario en el barrio; pero detrás hay una organización que pretende imponerse no solo sobre la salud y la seguridad, sino también sobre el techo de familias que no tendrían otro lugar donde vivir.

Esas bandas se abastecen sobre todo de la cocaína que logran traer desde el norte o que les suministran organizaciones narcos de Buenos Aires. Hace una semana fue condenada una mujer peruana que, junto a sus hijos, transportaba ladrillos de droga en colectivo; dejaron de hacerlo después de que mataran a uno de los jóvenes que actuaba como mula cuando llegaba con la mercadería. Ahora se menciona a un paraguayo que vende kilos a varias bandas de la zona.

Concordia reúne múltiples factores favorables para el asentamiento y desarrollo de grupos dedicados al narcotráfico regional y transnacional: condiciones socioeconómicas y urbanísticas, su condición de ciudad de frontera, la ruta del Mercosur, el río Uruguay y la cercanía con Paraguay y Brasil.

Se observa además una mayor actividad represiva: la Fiscalía local, junto con la Jefatura Departamental de la Policía provincial, intensifican allanamientos y detenciones, apuntando a los eslabones bajos y medios de la cadena del negocio de la droga, que son donde emergen las consecuencias de la violencia retroalimentada por la disputa territorial y las adicciones. En Concordia tienen sede cuatro fuerzas federales: Policía Federal, Gendarmería, Prefectura y Policía de Seguridad Aeroportuaria. Desde hace unos años funciona el Juzgado Federal de Concordia, a cargo de Analía Ramponi.

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