Los damnificados son Juan Carlos Herman y Clementina Chávez, ambos paranaenses, de 67 años.
Hasta hace poco tiempo la mujer trabajaba como cocinera, pero se fracturó una pierna y no puede continuar la labor; actualmente está realizando los trámites para adherirse a la moratoria y obtener una jubilación, pero según explicó, aún no llegó su turno. En tanto Juan Carlos trabajó durante muchos años en la industria, se jubiló por incapacidad y hoy hace “changas” en el Club de Pescadores.
Mientras gran parte de las pertenencias de los ancianos estaban distribuidas en domicilios de los vecinos, otras yacían en la puerta de la vivienda protegidas por un nylon. El olor a humo y goma quemada durante la protesta aún se percibía en el aire ayer por la mañana, y la gente de la cuadra se turnaba para dialogar con los abuelos desamparados o llevarles té caliente y alimentos.
“En Argentina no puede pasar que los viejos estemos abandonados. Por qué nos tienen que tirar a la calle si pagamos toda una vida de trabajo”, dijo Clementina Chávez tras irrumpir en llanto.
Ayer la escena parecía mostrar dos caras de una misma moneda: por un lado el desamparo de dos abuelos que durmieron en un vehículo por un sistema y la Justicia que ellos paradójicamente consideran “injustos”; y por otro la buena fe y el acompañamiento de los vecinos, que hicieron del problema de los ancianos una causa común, esa solidaridad que en muchas ocasiones se cuestiona como perdida en la actualidad. El recorrido de los vecinos era constante.
Motivos del desalojo
Todo se originó hace varios años atrás, luego de que el hombre se separó de su ex esposa y sus seis hijos no detuvieron un juicio iniciado.
Ya el 29 de junio los ancianos habían evitado el desalojo en momentos en que se llevaba adelante el procedimiento, agrediendo con disparos de arma de fuego al abogado que inició la demanda. Pero ayer, la expulsión fue inevitable.
“No estábamos al tanto de las acciones judiciales y de las medidas. Un abogado avanzó con el embargo y ni la jubilación me dejaron”, dijo el hombre.
Por su parte la anciana indicó que “lo único que sabíamos es que el 20% de su sueldo estaba destinado a pagar el juicio”, explicó la abuela.
No recibieron -según su testimonio- ninguna cédula. La mujer lamentó su falta de preparación y desinformación: “Nunca hicimos nada, porque no sabíamos qué hacer, nunca nos notificaron de nada”, dijo y agregó que el diputado provincial Fabián Rogel, en el primer intento de desalojo “nos mandó los abogados y nos dijo que nos quedemos tranquilos que no nos iban a sacar de acá, pero miren lo que pasó”, dijo.
Hace 20 años que Juan Carlos Herman vive en calle Sudamérica 1875, y convive con Clementina Chávez desde hace 10 años.
“Estamos desesperados pero yo tengo esperanza. La Justicia argentina es mala, no sirve, si yo tenía plata nadie me sacaba de mi casa, pero como no tengo dinero para pagar un abogado me pasa esto”, contó Clementina.
Los perjudicados por la medida judicial quedaron a la espera de una ayuda de cualquier índole, instalados en el Fiat 600. “Muchos murieron en silencio por no pedir, yo quiero pedir ayuda”, dijo Clementina Chávez. (UNO)





