
El Presidente dio un discurso breve, leído, y muy sobrio desde el punto de vista de la expresividad emocional que siempre, en la retórica de Milei, es una dimensión muy significativa. Si hubiera que ver el corazón de su discurso, deberíamos ubicar el centro de lo que dijo en un presidente que tiene conciencia de que su programa económico, o algunos aspectos importantes de ese programa, han perdido consenso. Es un presidente que se dirige a la sociedad tratando de convencerla de seguir apoyando su política.
Es lo que quiso hacer durante la cadena nacional de este lunes, en la cual, muy probablemente por primera vez, conectó, sin decirlo, la derrota de la provincia de Buenos Aires del domingo 7 con algunas características de su gestión económica, sobre todo de las proyecciones de esa gestión sobre el gasto, y en particular del social.

Para poder enfocar de nuevo la lente en su política económica y corregir algunos mensajes hizo lo que se supone que iba a hacer: en primer lugar, un gran homenaje al mercado financiero y los sectores más técnicos, que miran con una lupa más grande los aspectos fiscales de la economía. Milei repitió 40 veces lo que viene repitiendo siempre: el ancla de este gobierno es fiscal. No está dicho, pero uno interpreta que el Presidente ratificó esto para poder decir lo que electoralmente quiso decir: va a haber un gasto mayor en áreas sensibles, por cuyo maltrato se ha perdido la elección en la Provincia.
Va a haber más gastos en universidades, que es el primer gran conflicto de Milei; en jubilaciones, por encima de la inflación que él calcula; también en salud, educación y en discapacidad, que ha sido un gran problema del último tiempo porque no pudo vetar la reforma que hizo el Congreso y, además, ligada con el gasto en discapacidad apareció la presunción de que hubo coimas vinculadas a la droguería Suizo Argentina. Es decir, los famosos audios de Diego Spagnolo que tanto daño causaron a la imagen del Gobierno.

Milei reconoció algo inédito. Indicó que las cosas que hace el Gobierno no siempre se entienden. No todo el mundo tiene claro por qué apoyar lo que se está haciendo, sobre todo aquellos que aún no recibieron los beneficios. También dijo algo que muchos expertos en economía y agentes financieros creen que es su gran problema: lo peor ya pasó. Mucha gente cree -y se nota en el mercado cambiario- que es al revés: que empieza otra etapa no tan buena como la que pasó. Además hizo una afirmación que corrige la imagen convencional de la retórica: en vez de hablar de la casta inmunda y las ratas del Congreso, prometió que va a trabajar codo a codo con los gobernadores, diputados y senadores. Va a reunir a la clase política alrededor de este programa. Irónicamente, uno podría decir que es un plan Larreta porque en su campaña hablaba de que el 70% de la clase política tenía que estar ordenada detrás de un programa de gobierno.

Algunos entienden que Milei le habló al mercado para decirle que sigue sacralizando la política fiscal. Pero también le habló a la encuesta y los focus group que le indican que está perdiendo, dijo que vuelve la obra pública y que, de hecho, va a haber un superávit fiscal que será destinado al financiamiento de empresas privadas dedicadas a la obra pública. Y al pasar mencionó algo muy significativo en la escena monetaria y cambiaria: es imposible que las empresas se financien con altísimas tasas de interés. Pero el Gobierno ha inducido a que las tasas de interés sean asfixiantes. En alguna medida mandó un mensaje a los que dicen que con esta política monetaria y este costo del dinero es imposible cualquier proyecto productivo.
Se ufanó de ser el primer gobierno con superávit fiscal y ya hay respuestas. Graciela Camaño, por ejemplo, emitió un post en X diciendo que Roberto Lavagna, que fue ministro de Eduardo Duhalde y después de Néstor Kirchner, inauguró una política de superávit fiscal y superávit de cuenta corriente, de lo que se llamaban superávits gemelos. Es decir, no es la primera vez que eso ocurre y se lo atribuyó nada menos que a Kirchner, que al final de la película está asociado con el desbarajuste fiscal.
¿Cuál es el contexto del discurso del presidente Milei? Primero, parece que hubiera leído un pasaje del libro de Juan Carlos Torre: Diario de una Temporada en el Quinto Piso. Es un libro que tuvo un éxito muy importante cuando salió y consiste en las memorias de Juan Carlos Torre -muy reflexivas y con mucha información- de su paso por el Ministerio de Economía acompañando a Juan Sorrouille durante el gobierno de Alfonsín. Pensando en el Plan Austral, que es el que ejecutó el gobierno de Alfosín con Sorrouille a la cabeza, Torre en ese libro dice que un plan de estabilización como el que lleva adelante Milei tiene que tener tres condiciones. Primero, que un plan de estabilización tiene que tener lo más obvio: consistencia técnica; segundo, capacidad de ofrecer un futuro, una tierra prometida. Es decir, tiene que generar expectativas positivas, que es lo que trata de hacer Milei al decir que lo peor ya pasó y al plantear varios objetivos de largo plazo hasta llegar dentro de 30 años a estar en el podio de las principales potencias del mundo. Pero Torre dice que, por sobre todas las cosas, debe tener empatía con aquellos sobre los que recae el costo principal del ajuste.
Si uno observa eso, entiende mejor qué quiere corregir Milei de su propia experiencia con el discurso del lunes por la noche. Es evidente que el Presidente reconoció que ahí hay un déficit muy importante de su forma de explicar la política económica, con independencia de los resultados de esa política. Es decir, ha habido displicencia en el trato hacia aquellos que son las víctimas del ajuste y del proceso de estabilización.
¿Por qué Milei tuvo que salir a hablar con un discurso tan medido? Tan sobrio que se olvidó de decir al final “viva la libertad carajo”. ¿En qué contexto se produce este giro tácitamente autocrítico del Presidente respecto de la forma en que maneja la política? Pasó algo muy importante en la elección de la provincia de Buenos Aires. Es algo no cuantitativo. Difícil de formular en palabras. Es intangible, es difícil de tocar.
Para entender qué pasó en la provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre hay que reconstruir lo que pasó en la Argentina desde las elecciones de agosto del 2023, cuando Milei sacó el 30% de los votos. Cuando 30% del electorado votó a Milei en las primarias y empieza una marcha hacia lo desconocido, y después lo vota otro 26%, lo que se instaló en la Argentina fue la idea de que entrábamos como país y sociedad en una gran rareza. Empezó otra historia que nunca se vio. Esta excepcionalidad que se presume en este momento histórico fue acompañada por otra conjetura: todo se había vuelto tan raro que a Milei se le toleraban ajustes que a otros no se le tolerarían. Esta es una presunción de la dirigencia argentina, de los opositores y de todos aquellos que se abstuvieron de criticar o de actuar porque sentían que no se podían enfrentar a la gente. Empezó otra física, otro mundo, y se suspendieron las reglas conocidas hasta ahora.
Esta sensación se quebró el 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires. Y a partir de ahí empezó otra etapa en la que el gobierno de Milei es como todos los gobiernos. Puede perder y puede ganar elecciones. No está todo dicho respecto de lo que va a pasar en octubre. Pero se perdió el encanto, el sortilegio. Se disipó el prodigio. Pareciera que son seres humanos. Pareciera que son un gobierno más entre todos los gobiernos. Eso es lo que empezó a suceder.

¿Eso significa que pierden en octubre? No necesariamente. Obviamente hay una duda, porque las mismas encuestas que pronosticaban que el Gobierno ganaba por el 42% de los votos son las que decían que perdían por 5% en septiembre. Entonces el escenario ahora se modifica porque está basado en los mismos pronósticos que fallaron en la elección de la provincia de Buenos Aires.
Hay quienes suponen que la elección de octubre es tan distinta de la de PBA que tranquilamente el Gobierno puede tener otro resultado y puede ganar, aún en la provincia de Buenos Aires. Primero porque era una elección muy rara, que nadie entendía muy bien de qué se trataba. Una elección, sobre todo para la Legislatura. Además, en una provincia que es el peor lugar para el gobierno de Milei, donde el índice que elabora la Universidad Torcuato Di Tella le da más desconfianza.
Hay también quienes dicen que los intendentes jugaron muy fuerte en esta elección y que, al no tener nada propio que defender en la de octubre, van a estar desactivados. Otro argumento a favor de que el resultado de Buenos Aires puede darse vuelta es que esta elección sirvió para despertar a gente desencantada con Milei que no fue a votar. Pero ahora piensa que, si por no ir gana el kirchnerismo, hay que cambiar de conducta, aunque Milei no le guste.
Puede haber otra lectura, tal vez la de Kicillof. En esta elección, donde gana el peronismo de la forma en que ganó, se inicia en Milei la perspectiva de un derrotismo que va a permitir ganarle una elección que para el peronismo parecía estar perdida: la de octubre. Si uno mira los movimientos del dólar, pareciera que el mercado financiero mira de esa manera la escena.

En síntesis, no sabemos qué va a pasar y no es tan predictiva la elección de septiembre en la provincia de Buenos Aires respecto de la de octubre. Es muy difícil comparar esa elección con elecciones anteriores. Pero lo más importante de todo es lo que Milei nos está mostrando sin decirlo, probablemente involuntariamente con el discurso de anoche: ya no es emperador, sino un presidente. Hasta ahora hubo un entorno dentro del Gobierno que, sobre todo en las redes sociales, lo exaltaba como algo absolutamente excepcional. La Argentina era una nueva Roma imperial dirigida por un emperador, que no necesitaba negociar con nadie e imponía a sus candidatos aún a los aliados que tienen poder en sus provincias; a los radicales de Mendoza y a los de Pro de Entre Ríos. Eso es lo que entró en tela de juicio y es muy probable que aunque el Gobierno gane las elecciones de octubre siga siendo así.
Hay algo que nos permite mirar con muchas salvedades la elección del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires que es una metamorfosis de La Libertad Avanza ligada a esto que estamos diciendo de que no es la misma fuerza política de las elecciones del 2023, mientras que el peronismo se parece bastante al del 2023.
El jesuita Rodrigo Zarazaga, que es un experto en la política del conurbano bonaerense y lidera el CIAS (Centro de Investigación y Acción Social), estudió las elecciones del conurbano bonaerense, en la primera, tercera y octava sección. Estamos hablando del 70% de la provincia de Buenos Aires y algo así como el 30% del país. Es muy expresivo.
Siempre hay que considerar que se trata de una elección provincial sin precedentes, que no puede ser comparada con elecciones nacionales anteriores. Zarazaga se toma el trabajo de ver los distintos circuitos electorales y las mesas donde votó la gente, ver dónde están ubicadas para inferir de ahí la clase social a la que pertenecen, el nivel de pobreza o de riqueza que tienen los electores y establecer qué correlación hay entre esa condición socioeconómica y el voto.
En el primer gráfico marca lo azul como Fuerza Patria y lo naranja como La Libertad Avanza, en alianza con Pro. Si nos ubicamos mentalmente en countries de primer nivel, vemos que La Libertad Avanza saca cerca de 80% en algunos circuitos. Los más pobres son villas de emergencia, los llamados barrios populares eufemísticamente, que están muy abajo y donde no llega a 10%. Vamos viendo que LLA va perdiendo votos a medida que la gente va descendiendo de condición social. Es una línea que va descendiendo hacia los sectores más pobres. En cambio, el peronismo tiene la línea contraria. Muy pocos votos en los barrios ricos y después sube mucho. Acá estamos hablando de más del 70% de los votos en la clase media-baja.
Para saber qué nos dice la elección del 7 de septiembre respecto de la morfología y la caracterización de estas fuerzas políticas hay que comparar con elecciones anteriores. En este caso ya los colores indican otra cosa. El azul es el peronismo del 23, que se llamaba Unión por la Patria, y el naranja es el peronismo, Fuerza Patria, de la última elección. Vemos que en todos los sectores sociales, este año, el peronismo saca más votos que hace dos años. Pero la intensidad que tiene en los sectores más ricos y en los sectores más pobres sigue siendo la misma. Es un partido que se sigue pareciendo a sí mismo.
En cambio, la comparación de LLA y Pro de esta elección respecto de lo que le pasó a la Libertad Avanza en 2023 marca diferencias. Gana muchos votos de los ricos y es posible que esto sea en parte el aporte de Pro. La de Milei era una derecha rara. Esto es lo que llamó la atención. Un líder con un discurso muy promercado, de ajuste, que saca bastantes votos entre los más pobres y en la clase media baja. Coincide casi con el peronismo. El voto de Milei de 2023 podría equipararse no al voto de Cristina, pero sí al voto de Massa de 2013 o 2015. Un peronismo que interpela a la clase media baja. Ahora parece estar perdiendo esa peculiaridad y parecerse mucho más a una derecha clásica tipo Pro, que pierde votos en las capas más vulnerables. Según los estudios de Zarazaga perdió el 3% de los más pobres y ganó mucho en los sectores más acomodados, como consecuencia de la convergencia con Pro.
El último cuadro muestra los votos de La Libertad Avanza en 2025 y de Cambiemos en 2023. Se parecen muchísimo. Podemos concluir en lo mismo: es un partido que, como ya le pasó en la Capital, empezó a perder votos en los barrios del sur, más populares, y ganó votos en Puerto Madero. Es evidente, y el Presidente lo reconoció, que hay un problema de sensibilidad en el programa económico que le hace perder esos votos más vulnerables. No quiere decir que eso sea irremediablemente perdido. Puede ser que haya una reacción en octubre y que gente que fue a la abstención vuelva a votar a los candidatos de Milei.
Esta es la percepción del público que está también muy influida por el escándalo de los audios, la presunción de coimas en el entorno de Milei, algo que es malo siempre, pero daña especialmente a un gobierno y a un presidente que venían a recuperar a la Argentina de ese tipo de miserias.
Cuando gobernaba un emperador invulnerable y la gente sostenía al Gobierno, a pesar de todos los ajustes, nadie se detenía demasiado en los detalles. Ahora que es un gobierno como todos los gobiernos, los que observan la economía quieren ver cómo es el equipo político, a ver qué calidad tiene este equipo humano, no solamente en materia económica sino también en materia de gestión. Y acá es donde empieza a haber problemas.
El primer problema tiene que ver con Milei. Mucha gente lo criticaba por no hacer lo que prometió: cerrar el Banco Central, dolarizar. Me parece que son críticas en alguna medida frívolas, no importan tanto. Pero en estos días hay otra duda que lo debe estar afectando mucho a él personalmente: lo que prometió que iba a pasar con sus medidas no pasa. En esto de subir la tasa de interés para que el dólar esté quieto no se produjo el milagro. Subió la tasa de interés y el contado con liquidación superó el techo de la banda y el dólar oficial se puso a $5 del ese techo.
El gráfico de Fernando Marull nos muestra la banda superior; $1467 quedó el dólar oficial y $1473, superó la banda, el contado con liquidación. Marull consignó la cotización de $1207 en julio, que fue cuando Luis Caputo, el ministro de Economía, dijo: “Comprá campeón”. Y le hicieron caso, hasta ahora. Esto es un problema porque a Milei se lo votó para que esto no suceda y porque faltan dólares.
Respecto a por qué sigue subiendo el dólar hay hipótesis sobre cómo se comporta el mercado. Muy probablemente los agentes financieros y los que operan en ese mercado crean que las bandas no van a existir más después de la elección porque para garantizar que el dólar se mantenga dentro de la banda, el Gobierno o el Banco Central van a tener que vender dólares que no tiene. Porque en términos de reservas netas líquidas tiene 6 mil millones de dólares, no más que eso.

Cuidado con esto, porque me consta, por gente con la que he hablado este fin de semana, gente que opera en el mercado argentino desde afuera, cree que las bandas tal vez tengan que sacarlas antes de la elección, a pesar de que estamos a un mes y medio. Esto hace que los que operan con bonos entiendan que no están los dólares para que les paguen, y por eso el riesgo país estuvo en 1150. Dicen que tienen solamente 6000 millones de dólares para defender el techo de la banda. Y hay algo más que no está dicho, que con muchos argumentos suponemos: el Fondo Monetario Internacional le dio el desembolso de 20 mil millones de dólares, pero ¿se lo dio al Banco Central para que lo gaste como sea, defendiendo un determinado valor del dólar? ¿O hay algún documento no publicado en el acuerdo con el Fondo, con reglas respecto de cómo el BCRA puede intervenir? ¿Puede intervenir si de un día para el otro hubo tal nivel de desviación? ¿Puede intervenir si en el mismo día hubo tal nivel de desviación? ¿Puede intervenir si en el promedio de los últimos cinco días el dólar subió un monto específico? Son reglas que le quitan libertad a Santiago Bausili, el presidente del Banco Central, para intervenir controlando el precio del dólar.
Este es un interrogante muy razonable. Es decir, no solamente no tienen todos los dólares que se necesitarían, sino que, para aplicar los dólares que tienen, hay determinadas restricciones pactadas con el FMI. En este contexto hay una anécdota que puede dar que hablar en estos días. Se celebra, como todos los años en septiembre, la Asamblea General de Naciones Unidas, donde Milei va a ir. En el marco de esa reunión siempre hay acontecimientos, a la sombra de la Asamblea. Este año va a haber una entrega de premios a ciudadanos globales donde les van a dar un premio a Macron, a Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, y otro a Milei. Existe la versión de que en el premio al Presidente intervino Scott Bessent, es decir, el secretario del Tesoro. Esto es importante porque, contra el telón de fondo de que hay problemas con controlar el valor del dólar en el techo de la banda, en su momento, 15 días después de que se levante el cepo, Bessent hizo una declaración muy llamativa. Dijo que si la Argentina tiene un problema con el dólar, el Tesoro va a poner la plata. ¿Será verdad? ¿Este premio a Milei anticipa eso?
Hoy la relación con Estados Unidos, en este contexto, es crucial para el gobierno de Milei. Es el gran sostén con un problema de dólar. Ahora, también están los que dicen, mientras en la prensa internacional, en The Economist, en Wall Street Journal, en Financial Times, sigan apareciendo notas sobre presunta corrupción del gobierno de Milei, a Bessent y a Trump se le va a hacer cada vez más difícil desembolsar plata para apoyar a su amigo en la Argentina. Plata del Tesoro, ya no dinero del Fondo.
Mientras tanto, se multiplican las denuncias. Hay mucha interna. Ahora apareció en DiarioAr que Santiago Caputo, que no es funcionario, sino un asesor contratado por la Secretaría General de la Presidencia, andaría en una 4×4 de la SIDE y tiene como custodio a un funcionario de esa misma dependencia. ¿Será verdad? Si lo es, es una irregularidad. ¿Eso lo cuentan los Menem por abajo? No lo sabemos. La guerra sigue desatada ahí adentro.
¿Qué mira el mercado? Acá está el problema. Por eso el discurso de Milei. El Gobierno puede ganar en octubre y, si lo hace, en el mejor de los casos se ubica en la situación anterior a la derrota de la provincia de Buenos Aires y el riesgo país vuelve a 800 puntos. Dificilísimo salir a pedir plata al mercado con esta situación. La pregunta que se hacen otros es si durante esta presidencia de Milei la Argentina va a poder financiarse en el mercado. Los que dicen que no, sostienen que va a tener que conseguir los dólares de otra manera, con más exportaciones, con más superávit comercial. Eso es otro dólar. Para bajar el riesgo del país va a tener que comprar reservas. Eso va a subir el precio del dólar, lo que significa menos consumo, más exportaciones, y enfriamiento.
Joaquín Cottani, que es un economista significativo porque fue el primer viceministro de Economía de este gobierno con Luis Caputo, dijo, en declaraciones publicadas por Clarín, que el Banco Central va a vender dólares si realmente el tipo de cambio toca el techo de la banda, no antes. Y es probable que eso ocurra. “Va a tener que vender dólares, de los pocos que tiene. La economía no da para tasas más altas, pero tampoco hay mucho margen para que el Banco Central intervenga vendiendo las reservas que son necesarias para pagar la deuda. Después de cuatro semanas hacia las elecciones, el rumbo va a tener que cambiar porque no va a haber otra alternativa”, aseguró. Cottani también dijo que hay que hacer cambios que no son tan profundos, para que cambie el humor, y que lo que hay que hacer es liberar el tipo de cambio, eliminar cualquier tipo de controles y anunciar un programa de compra de reservas. Claro, no es tan profundo, pero es un cambio muy significativo para un gobierno que, como tantos otros gobiernos, obtiene un gran rédito político atrasando el dólar, y como todo lo que consumimos está más o menos hecho de dólares, es una forma de mejorar el ingreso. Es una noticia no económica, es una noticia política.
Si es un gobierno de seres humanos, no de superhéroes; si Milei es un presidente, no un emperador, los que están enfrente, gobernadores, sindicalistas, diputados de la oposición, senadores, también empiezan a jugar. Las negras también mueven. Volvemos al mundo de los seres humanos.