Hay que decirlo ahora, antes del resultado de la elección: a partir de la semana que viene, Milei, para gobernar mejor, tendría que cambiar mucho. Casi, casi, convertirse en otro.
Porque a partir del lunes 27 de octubre no le será suficiente con una victoria módica, a nivel nacional. Y, para ser justos, también es posible que pierda. O que ni siquiera le alcancen los votos para evitar un pedido de juicio político.
Es decir: el escenario está abierto, y la perspectiva sobre el futuro inmediato podría no ser la mejor, con todo el dramatismo que esto conlleva.
¿Debería ya mismo anunciar el nuevo gabinete que tiene en la cabeza, y que podría contemplar la incorporación de hombres recomendados por Mauricio Macri, y por gobernadores con lo que ahora compite por los votos, como los nucleados en Provincias Unidas? Sería lo ideal.
Sin embargo, a una semana de una elección cada vez más polarizada y con resultado incierto. ¿Quién podría aceptar la designación?
E incluso, después del domingo, cómo garantizar apoyos sólidos como para aprobar, por ejemplo, una reforma impositiva, o una reforma laboral, si durante el último año y medio, el Presidente atacó con fiereza a sus posibles aliados, y a veces con insultos que rozaron lo personal.
Y luego: cómo recuperar la confianza de gobernadores a los que se les anticipaba una posible solución que luego no sucedía.
Pero, además, a partir del lunes 27, Milei deberá poner fin, de inmediato, a la interna salvaje que carcome al Gobierno.
Una interna imposible de disimular, y que el Presidente le atribuye, equivocadamente, al periodismo ensobrado.
Una interna feroz que viene teniendo impacto en el círculo rojo y los mercados, más allá del denominado “riesgo Kuka”.
La semana pasada el Presidente le anticipó a Esteban Trebucq que estaba dispuesto a ofrecer un alto cargo en el Poder Ejecutivo a Santiago Caputo. ¿Pero cuál?
Porque para designarlo jefe de gabinete tendría que desplazar a Guillermo Francos, uno de los ministros más valorados y que le aporta más racionalidad.
Por otra parte, el pasado viernes, en horas de la mañana, el canciller Gerardo Whertein, le comunicó al Presidente que renunciará a partir del lunes 27 de octubre. Sus argumentos fueron, entre otros, que no deseaba compartir un gabinete cuyo jefe fuera Santiago Caputo, revelaron fuentes bien informadas.
Y aún cuando Milei le ofreciera a su asesor contratado, no la jefatura de gabinete, sino la secretaría de Inteligencia, el ministerio del Interior, o una secretaría Legal y Técnica con amplias atribuciones, cómo se garantizaría el Presidente el buen funcionamiento del gobierno, si Caputo y Francos no se ponen de acuerdo.
Pero entonces: quiénes serían los futuros ministros de Milei.
Patricia Bullrich dejará de ser su ministra de Seguridad para ocupar una banca en el Senado.
El actual vocero Manuel Adorni asumirá como legislador por la Ciudad.
Luis Petri se despedirá del ministerio de Defensa para ingresar a la cámara de Diputados de La Nación.
Por otra parte, se da por seguro que Mariano Cúneo Libarona no continuará en el Ministerio de Justicia.
¿A quién recurrirá entonces Milei para armar, como anticipó ayer, un “verdadero seleccionado nacional”?
Todo parece indicar que antes de tomar una decisión, la consultará con Macri.
Y hasta es posible que Milei le pueda ofrecer, al expresidente, el puesto de “enviado especial para el mundo, a cargo de cuestiones complejas”. Una posición sin antecedentes, pero de altísima relevancia, similar a la que ostenta Steve Witkoff en el gobierno de los Estados Unidos.
Witkoff es un empresario, negociador clave, en nombre de Donald Trump, en el Tratado de Paz que se acaba de firmar en Medio Oriente.
El problema es que tampoco Macri se sentiría cómodo formando parte de un equipo cuyo jefe de gabinete fuera Santiago Caputo.
Por lo demás, ya se revolean nombres a diestra y siniestra.
Guillermo Montenegro, para los ministerios de Seguridad, o de Justicia, o para un ministerio que se ocupe de las dos áreas.
Diego Santilli, para Seguridad o Interior.
Cristian Ritondo, para Interior o como presidente de la Cámara De Diputados, en lugar de Martín Menem.
Rodrigo De Loredo, para el ministerio de Defensa.
“Más que los nombres, importa el diagnóstico, la hoja de ruta, el carácter del gobierno y la eficiencia de la gestión” repite Macri a quien quiera escucharlo.
El expresidente, en el último encuentro con Milei, del que participaron, Francos y Karina Milei, fue directo. Le dijo, palabra más, palabra menos:
- Que el error de Libra, los audios de Spagnuolo, las sospechas sobre José Luis Espert habían terminado de horadar uno de los principales activos de La Libertad Avanza: la idea de que gente de bien venía al gobierno para terminar con los negocios de la casta.
- Que la derrota en la provincia de Buenos Aires había terminado de exacerbar la interna.
- Que el internismo había terminado de tomar al gobierno y estaba afectando seriamente la gestión.
Los libertarios que desprecian al expresidente dicen que Macri no tiene nada para aportar al Gobierno, solo “un poco de aparente gobernabilidad”. Pero Milei no comparte esa mirada.
De hecho, después de su último encuentro, el Presidente reconoció que hay errores de gestión que deben ser corregidos. Incluso fue más allá.
Reveló que acaba de “comprar” la idea de Guillermo Dietrich de dividir la Hidrovía por tres, para llamar a una nueva licitación más exitosa.
En cualquier caso, todo parece indicar que Milei, después del domingo que viene, tendrá que cambiar, pero no solo en apariencia.
Porque ya son varios los que le dijeron que los militantes de las Fuerzas Del Cielo fueron muy relevantes para llevarlo a la presidencia. Pero también le advirtieron: “Un gobierno serio no se puede manejar como si fuera un jardín de infantes”.
¿Cómo se pueden sentir, por ejemplo, Macri, Francos y Whertein después de las cosas que escribió sobre ellos Daniel Parisini, más conocido como “El Gordo Dan”? ¿Y cómo no suponer que lo que escribe Dan es lo que defiende y piensa Santiago Caputo?
Entonces, ¿por qué alguien a quien le importe su reputación iría a comprometerse con un gobierno que exhibe semejante interna expuesta?
Incluso el equipo económico admite que una parte de la volatilidad del mercado financiero se debe a esta inconsistencia política.
La otra poderosa razón que explica semejante volatilidad, es como ya sabemos, el pánico a que vuelva el kirchnerismo.
Pánico que, dicho sea de paso, es el principal activo electoral de la Libertad Avanza para las elecciones del próximo domingo.
Por todas estas razones Milei debería cambiar, y mucho. Preguntarse y responderse con sinceridad por qué perdió tanto apoyo. Terminar de aceptar que algo hay que hacer, sin afectar el equilibrio fiscal, para revertir la desaceleración de la economía. Y no es apropiado preguntarle al periodista que lo entrevista: “¿usted que haría?”. Porque el Presidente es él.
¿Puede? ¿Quiere?
¿Se puede cambiar un temperamento tan enérgico, y no muy proclive a cambiar las ideas estructurales que defiende, y que, más allá del asedio del kirchnerismo, lo llevaron a este estado de situación?
Quiénes se jactan de conocerlo bien anticipan que será muy difícil.
Que solo podría cambiar radicalmente siempre y cuándo esté convencido de que no tiene más remedio.
Por otra parte, si le preguntaran ahora mismo responderá que su prioridad es evitar que el mercado se desmadre, mientras le pone el cuerpo una campaña sumamente incómoda.