Lunes, 18 de agosto de 2025   |   Campo

Agricultura como política de Estado: cambios admirables y el desafío de la línea roja

Agricultura como política de Estado: cambios admirables y el desafío de la línea roja

BEIJING.- Viajamos a China junto a un grupo de productores para aprender a través de la observación, la consulta y el intercambio, y, siendo agricultores, explorar la cultura a través de la agricultura. Algunos es la primera vez que visitan este país, otros lo hicimos hace 10 años y otros, hace 20. Compartimos experiencias de nuestras visitas y reuniones en esta ciudad, en Jiangling y Xian, combinando un poco de turismo con muchas reuniones de intercambio con funcionarios de empresas públicas, privadas y universidades.

Beijing nos recibió con un cielo azul, parques bien cuidados, millones de árboles que son regados a diario y una ciudad notablemente limpia; una gran diferencia respecto a lo observado en viajes anteriores. El tráfico ha dejado de ser desordenado y complicado de entender, convirtiéndose en un flujo ordenado y silencioso. La movilidad eléctrica ha provocado un cambio significativo, evidenciado no solo en la cantidad de vehículos personales (motos, triciclos y bicicletas), sino también por la gran cantidad de autos con chapa verde (los eléctricos).

Otra sorpresa fue la limpieza y el buen comportamiento ciudadano, lo que indica un cambio cultural profundo, ya que no solo se relaciona con la gestión de residuos, sino con costumbres que antes eran muy arraigadas, como escupir en la calle y fumar en cualquier lugar.

La delegación argentina que visitó China

Los cambios en la sociedad china son asombrosos y nos generan admiración. En los últimos 40 años, el “socialismo con características chinas” no solo ha sacado de la pobreza rural a 800 millones de personas, sino que también ha erradicado el hambre, reemplazándola por la noción de desarrollo.

La transformación tecnológica ha propiciado un cambio sustancial en la calidad y competitividad de sus productos, convirtiendo el “made in China” en un sello de calidad e innovación, como se observa claramente en la industria automotriz, donde son líderes en la producción y comercialización de autos eléctricos.

Aunque los números de crecimiento actual no son tan impactantes como en años anteriores, China sigue siendo un mercado con una dinámica sorprendente y un nivel de inversión que nos genera optimismo respecto a su capacidad de generar riqueza y su relación con nuestro país.

Sin embargo, hay aspectos que no han cambiado: la presencia del Estado y su intervención en la economía son difíciles de entender. A pesar de que las libertades internas son cada vez mayores para los ciudadanos chinos, las comunicaciones para los extranjeros siguen siendo un desafío, y no todo se soluciona con un VPN; por ejemplo, en uno de los días de nuestra estadía, no pudimos salir del hotel durante unas horas debido a los ensayos del desfile conmemorativo del “fin del fachismo” (fin de la Segunda Guerra Mundial).

En el intercambio con los funcionarios del gobierno chino, dejaron de hablar del autoabastecimiento alimentario como un objetivo central y confirmaron que continuarán siendo grandes importadores. Este cambio representa oportunidades para países como el nuestro y también beneficia a los consumidores chinos al reducir el precio de los alimentos.

No obstante, esto genera situaciones de quebranto para algunos sistemas productivos, especialmente en el ámbito de la proteína animal en ciertas regiones de China.

La inversión en tecnología está comenzando a dar resultados en términos de innovación y aumento de productividad. La posibilidad de visitar y “jugar” en una escuela de robótica nos induce a pensar de manera diferente sobre lo que imaginábamos antes del viaje. En las visitas a universidades, al equipo de planificación del Ministerio de Agricultura y a empresas agrícolas, el mensaje siempre es el mismo: la tecnología está disponible, pero la función social de la agricultura se considera una política de Estado. Todo esto nos lleva a reflexionar que la velocidad de cambio en la agricultura es distinta al resto de la sociedad productiva. La producción se ha estancado en los últimos años y mantener las 180 millones de hectáreas cultivadas representa un gran desafío.

China es un líder global, no solo en términos comerciales e industriales, sino que su participación en foros internacionales se evidencia en las conversaciones con funcionarios y empresarios en todos los niveles. La complementariedad de la economía y las necesidades, aunque sean de escalas diferentes, es evidente. La demanda de proteínas animales y de insumos para la alimentación animal es creciente y considerable. Por ejemplo, hemos notado un mayor interés por la harina de soja, la carne bovina, ciertos cortes de carne de cerdo y oportunidades comerciales que no habíamos escuchado antes, como el maní, otros frutos secos y leche en polvo.

En cuanto a la apertura de mercados que nos interesan, como los subproductos de cerdo y otros derivados de la industria frigorífica, es fundamental que continúen viniendo funcionarios de primer nivel para mantener esas negociaciones.

Al llegar, pensábamos más en vender productos, pero al volver, todos reconocimos la competitividad que podemos alcanzar en nuestras empresas gracias a las importaciones de bienes de capital y tecnología, que están mucho más accesibles de lo que habíamos imaginado.

La velocidad de cambio está aumentando; las transformaciones que han ocurrido en los últimos 10 años son mucho más notables de lo que habíamos observado anteriormente, lo que nos lleva a tratar de anticipar lo que se viene, con ansiedad pero también con un considerable optimismo.

La delegación con miembros de la Embajada argentina en China

Ya sabíamos que China es una potencia global que aspira a alcanzar el primer lugar, pero también observamos sus capacidades para liderar el desarrollo de los países del centro de Asia, aplicando y transfiriendo tecnología a través de la política de “la franja y la ruta de la seda” como una estrategia estructural en todas las conversaciones internacionales.

Compartir este contexto con los funcionarios argentinos en China no solo nos hizo sentir como en casa, sino que también nos sentimos muy bien representados en esas conversaciones que se llevan a cabo a diario.

Viajar en grupo es mucho más que simplemente hacerlo; nos permite aprender sobre aspectos que cada uno individualmente no podría o no sabría ver. La metodología marca la diferencia. El pragmatismo es la norma, y los preconceptos que traemos al observar China nublan nuestra percepción. La clave radica en considerar la importancia de un modelo que simplificamos en las 3D de China: decisión, disciplina y dinero para las inversiones.

Sebastián Gavaldá integra Globaltecnos; Ricardo Negri es productor y profesor, exsecretario de Agricultura y expresidente del Senasa.

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