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Miércoles, 9 de julio de 2025

Advierten sobre un drama educativo y éxodo de zonas rurales en un municipio bonaerense

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Advierten sobre un drama educativo y éxodo de zonas rurales en un municipio bonaerense

El abandono de los caminos rurales en muchos puntos de la provincia de Buenos Aires condena a cientos de chicos que necesitan tener clases al aislamiento y el desarraigo, según alertan en el sector agropecuario. Cuando ya va medio año del ciclo lectivo, más de 400 alumnos de escuelas rurales en el partido de Azul no pueden asistir regularmente a clases. En tanto, en la Escuela primaria N° 14 y la secundaria N°7 de La Vizcaína, en Bolívar, la matrícula escolar se desplomó considerablemente respecto del año pasado.

Leandro Maidana es padre de dos chicos de 6 y 9 años que asisten a una escuela rural en la localidad de Azul, provincia de Buenos Aires, donde este año, en total, han asistido solo 45 días a clases. La asistencia que tienen es a través de videos online que envían las maestras. “Es uno de los municipios más olvidados. El diálogo que tenemos está en cortocircuito porque llegan los reclamos y están todos cajoneados y eso refleja que el campo está olvidado”, contó.

Hoy 420 chicos no pueden acceder a la escuela en el partido de Azul y en algunos casos cuando puede asistir, llovizna un poco y nuevamente no pueden concurrir a clases por el mal estado de los caminos. “La situación es caótica”, resumió. En 2024 vivieron una situación similar con los caminos rurales: de marzo a mayo sus hijos asistieron solo 14 días a clases. “Esto generó un impacto igual que el Covid-19, porque estábamos aislados y los chicos no asistían a clases y hacían los deberes en casa, donde las maestras los enviaban por internet”, agregó. No todos tienen acceso a internet.

Un camino rural en Azul, Buenos Aires, tras la lluvia

El reclamo lo han hecho en todas las instancias posibles. Incluso los productores destacaron que pagan la tasa vial que debería servir para mantenimiento de los caminos. Según Cristina Boubee, productora agropecuaria de la zona, el año pasado el municipio subió un 270% la tasa vial y sumó a esto una “tasa esencial” que consistía en 2,5% por litro de gasoil por hectárea. “La suba en la supertasa al combustible impacta directamente en los sectores más vulnerables: el que corta el pasto, la maestra, el jardinero, el que vive de changas. Justamente a quienes, según adujeron, se buscaba proteger”, dijo.

Muchos productores han decidido no pagar esta tasa ante la falta de una contraprestación del servicio. “El campo para los municipios es una mina de otro, siempre paga y paga y nunca reclama. Con esto, siempre le ajustan los impuestos. El municipio está intimándolos por una deuda que ellos mismos (municipios) adeudan”, analizó Maidana.

A la provincia ha llegado gente desde Entre Ríos, Chaco y Misiones con la ilusión de encontrar un mejor futuro. “Llegan a Azul y el futuro mejor es volverse porque acá nadie se puede mover. La situación de abandono es desesperante y caótica. A Dios gracias que jamás ha explotado, porque si se me muere un chico lo tengo que ver morir en mis brazos, delante de mí, sin poder hacer nada. No podemos salir”, dijo.

Por esta situación muchos chicos no pueden ir a clases

Según contó, ahora están analizando con su esposa las posibilidades de que ella se mueva a la ciudad para que sus hijos no pierdan el año escolar. “Alquilar nos ajusta económicamente. No me puedo dar el lujo de alquilar una casa, pero tendremos que aprender a vivir ajustados. Para nosotros es más importante la educación de los chicos”, resumió.

Brenda Romano es mamá de Agustín y Mauro, quienes asisten a 1.º y 2.º grado a la Escuela N° 38, ubicada a 6 kilómetros del campo donde vivía hasta hace poco la familia. Hace un mes, por el estado intransitable de los caminos y la falta de personal docente, tuvieron que cambiar de escuela a sus hijos y mudarse con ellos a Azul. Su marido, quien es puestero en un campo a 40 km, tuvo que quedarse a trabajar y separarse de su familia para que los chicos puedan asistir a clases y no pierdan el año.

Este año directamente no comenzaron las clases: perdieron mucho tiempo. Habíamos tomado la decisión de mandarlos a la escuela N°43, ubicada en la ruta 60, pero se rompió el camino y tampoco podíamos salir para la escuela. Uno de mis hijos de 7 años es asmático y si le da un ataque no podemos salir del campo”, observó.

El año pasado fueron pocas las clases que tuvieron: la maestra a través de YouTube manda actividades para seguirlas en casa. Ahora, que asisten a la nueva escuela, los maestros les dijeron que los chicos están muy atrasados. “No hay ninguna solución de ninguna parte. El municipio tiene paradas las máquinas en el camino al Pajonal y todavía no se hizo nada. Tienen que levantar el camino” precisó. Cada vez más padres deciden mudarse al pueblo.

Otro tramo de un camino en mal estado

Laura, quien pidió mantener en reserva su apellido, relató que la Escuela Primaria N° 14 de La Vizcaína se transformó con los años en una unidad pedagógica: primero sumó nivel secundario y luego un jardín de infantes. Hasta el año pasado, la institución reunía una matrícula de 100 alumnos en sus tres niveles, todos provenientes del ámbito rural y trasladados en transporte escolar. No obstante, este año, por el mal estado de los caminos que se ha venido agravando, sobre todo después de una inundación de marzo, justo en el comienzo del año lectivo, provocó que la mayoría de los alumnos no pudieran comenzar el ciclo escolar.

Esto llevó a que en 2025 la asistencia diaria bajara a 20-30 chicos por día y a que solo 12 tomaran el transporte público. “Ese problema se agudiza con los chicos que tenían transporte, porque no todos los que el año pasado tenían transporte hoy lo pueden tomar. El Ministerio de Educación sacó una reglamentación que decía que solo podían acceder al transporte trabajadores informales, familias con ingresos de hasta 1 salario mínimo vital y móvil, con un solo inmueble y vehículo de más de 10 años. Esto excluye al 95% de los chicos, que no califican, aunque no sean de familias con altos ingresos”, sentenció.

Esto lleva a un éxodo rural forzado: hay familias que se mudan a la ciudad o dejan a los hijos con parientes para que puedan ir a otras escuelas, reiteró Laura. “Algunos chicos deben asistir a internados o escuelas de alternancia. El comedor escolar también está inactivo por falta de alumnos”, afirmó. Por otra parte, agregó que los docentes también enfrentan dificultades para llegar y en algunos casos, hay algunas maestras que tienen que compartir el auto para poder llegar a la escuela.

Imagen aérea de la Escuela Primaria Nº 14, de la Vizcaína

Los padres hicieron movilizaciones, reuniones con autoridades locales y regionales. Laura remarcó, el municipio no arregla adecuadamente los caminos. LA NACION intentó tener una explicación del municipio sobre la situación en Azul, pero hasta el momento no obtuvo respuestas.


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