Jueves, 24 de julio de 2025   |   Policiales

21 años sin Fernanda Aguirre: Halle afirma que Lencina pudo haber llevado el secreto al infierno

21 años sin Fernanda Aguirre: Halle afirma que Lencina pudo haber llevado el secreto al infierno

Se cumplirán 21 años del secuestro y desaparición de Fernanda Aguirre, este viernes 25 de julio. El caso criminal que más ha impactado en la historia reciente de la provincia, la chica que perdura en la memoria colectiva entrerriana.

Con la recompensa de 2 millones de pesos por información que permita esclarecer el misterio, nunca se dejará de lado la esperanza de que alguien revele qué hizo Miguel Ángel Lencina aquella tarde de invierno de 2004 con la joven de San Benito. La oferta de recompensa sigue vigente por parte de la Nación.

Halle: “Fue un hecho que me marcó”

Un protagonista significativo de aquellas semanas y meses de búsqueda de respuestas fue el exsecretario de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la provincia, José Carlos Halle, quien previamente se desempeñó como juez Correccional y, años después, como intendente de Paraná. Tras dos décadas sin comentar públicamente sobre este caso que lo marcó, el exfuncionario se expresó en el programa televisivo “Cuestión de Fondo” (Canal 9 Litoral).

—¿Cuánto tiene presente el caso de Fernanda Aguirre con el paso del tiempo, qué recuerdos se le presentan en el día a día?—Lo tengo presente. Como toda memoria, uno recuerda muchas cosas. Esa frase de Borges sobre que la memoria es como pedazos de espejos rotos, es muy cierta. Uno entra a reconstruir sin un hilo conductor, sin el expediente, sin dialogar con la gente. Han pasado más de 20 años. Tengo recuerdos porque fue un hecho que me marcó, que influyó en mi vida y en mi labor. Después de diez años como juez penal, en ese momento asumí como secretario de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, volviendo a la política. La tragedia del secuestro de Fernanda ocurrió en un contexto inusual, ya que en esa época se secuestraban entre cuatro y cinco personas por día en el conurbano bonaerense. La prensa nacional, especialmente los canales, estaban presentes aquí, en Paraná, todos los días, manteniendo contacto con nosotros y cubriendo la noticia. Tenía la misma repercusión que el secuestro de un empresario en el conurbano. A medida que avanzó el proceso, se dieron cuenta de que este caso era distinto. No se trataba de un secuestro extorsivo clásico. Incluso cuando la SIDE trajo tecnología y equipamiento para ayudar a la Justicia, en este caso a la Justicia Federal, no sirvió de nada porque no sabían dónde estaba. Lencina estaba preso, cumpliendo condena, mientras su familia vivía en condiciones precarias. No había posibilidad de contar con logística, ni tecnología, ni siquiera para instalar un micrófono o filmar. Fue un momento muy trágico y doloroso. Cuando Lencina fue detenido y trasladado a San Benito, la multitud intentó lincharlo. La gente se agrupó en la comisaría. La Policía lo había trasladado desde Concepción del Uruguay, donde estaba preso, y había realizado una salida transitoria que, como recordarán, provocó un jury contra el juez de Ejecución. Él cumplió con las formalidades que estipula la Ley y, por ello, tuvo dicha salida. En ese periodo, Lencina secuestró y muy probablemente mató a Fernanda. Por los antecedentes que teníamos, había dos muertes y dos violaciones previas. Las muertes de las dos chicas que él había asesinado en los casos anteriores presentaban similitudes: aparecieron las prendas de vestir, las zapatillas, el buzo, al igual que las prendas de Fernanda. Los investigadores comentaban: “Peor. Esto es otra clara demostración de que la mató. Lo que ocurre es que no sabemos dónde encontrarla”. Y la situación se complicaba más porque hubo un prolongado lapso de tiempo. Cuando la niña fue secuestrada por Lencina entre las 3 y las 4 de la tarde, un domingo, el clima frío y la escasa concurrencia de gente marcaron el contexto. Aunque es habitual que los domingos la población acuda al cementerio en San Benito, ese día Argentina jugaba contra Brasil y había poca gente. Algunos alcanzaron a ver a Lencina, quien se destacaba por su apariencia física, su estatura y su presencia, generando inquietud entre la gente. El temor que transmitieron los testigos llevó a Carlos Catena (exdirector de Investigaciones) a preguntar: “¿Pero este no es Lencina?”. Otro respondió: “Lencina está preso”. “¿No habrá salido?”, se cuestionaron, y así se ataron los cabos en un tiempo de 24 horas. Entre las 3 y las 4 de la tarde, hasta que se dio aviso a la Policía —aproximadamente a medianoche— pasaron entre 7 y 8 horas. Fue complicado encontrar a la chica del segundo homicidio; se había realizado un rastreo en un terreno pequeño. Imagínate cuánto tiempo tuvo este criminal para hacerla desaparecer.

Las sospechas sobre Lencina

—¿Cree que alguien sabe dónde está Fernanda?—No sabría decir. Es probable que la esposa de Lencina tuviera conocimiento, pero no lo afirmaría, porque según lo que tengo organizado mentalmente acerca del suceso, él regresó a buscar a su mujer y se fueron, creo que a la Terminal, donde se encontró con Monzón, y allí pasaron un rato y comieron. Él insinúa que surgió un secuestro. La idea del secuestro le surgió —infiere uno— porque la niña debió haber advertido que la tragedia se acercaba, entonces tal vez pensó: “Mamá tiene 2.000 pesos”, quizás para salvar su vida. De otro modo, no tendría sentido que Lencina llamara al teléfono de la casa de Fernanda para pedir el rescate. Su modus operandi, al menos en los casos anteriores, era que él las encontraba, las agredía, las mataba y luego escondía sus cuerpos o los desechaba. A todas les quitaba la ropa y la regalaba a algunos. Por tanto, Mirta Chávez tal vez tampoco supo; quizás ni se enteró. ¿Quién sabe? La verdad es que no lo sé.

—¿Creyó en su momento la teoría del suicidio de Lencina?—Lo del suicidio fue un golpe contundente, realmente fue algo inesperado. Si había algo que podía resultar aún más desastroso, eso fue. Es increíble lo que ocurrió esa mañana. Recuerdo que estábamos en Casa de Gobierno y todos los medios nacionales aguardaban para que el gobernador diera el parte de prensa diario. En el instante previo a su alocución, me llamó Geuna (exjefe de Policía) para informarme que se había suicidado. No sé si mi reacción fue evidente para el gobernador Jorge (Busti) o para los periodistas presentes, no sé qué expresión habré mostrado. Enseguida los informé: “Dicen que se suicidó Lencina”. Entonces, los mismos periodistas comentaron: “Bueno, salga gobernador y diga que se está investigando, y dentro de media hora, cuando se aclaren los detalles, hable nuevamente sobre lo ocurrido”. Lo primero que se me ocurrió, además de consultar al fiscal y al juez, fue separar de inmediato a todo el personal policial. No obstante, tampoco cerraba por ningún lado. No sé qué razón podría haber para que la Policía lo matara, porque eso era lo que se decía.

—Lo que se sospechaba era que había sido torturado para obtener información, que lo habían ahorcado y que se había montado o plantado la escena.—Lo que más sentí fue desesperación. Me repetía: “Desháganse de todos, tenemos que despedirlos a todos. Esto se acabó, no queda nada”. En ese momento, me contactó Rosario (Romero), diputada nacional. Me dijo: “Estoy en la comisaría, conozco a estos policías. He intervenido”, y en efecto, había estado involucrada en múltiples causas, incluso algunas contra la Policía. Me advirtió: “No te juegues la vida con esto. Me parece que este tipo se suicidó de veras. Hazme caso, aquí no es como piensan”. Tenía una nota; ambos tenían notas (por las cartas que enviaban con Chávez mencionando el suicidio). Si se hubiese realizado un cacheo, tal vez se podría haber evitado el suicidio, ya que él avisó que se encontraría con ella.

—Igualmente, hubo maniobras engañosas por parte de la Policía, ¿verdad? Como lo fue el pedido de auxilio que apareció en Santiago del Estero.—No sé si la Policía… Había de todo. Tenía un flujo constante de personas que venían a informarme sobre de qué se trataba, incluso de brujos. Y se vivió la locura de la búsqueda de dinero; todos querían encontrar el “huevo de oro”. Fueron momentos horrorosos para una gente que estaba sufriendo en un periodo muy crítico, en un instante de incertidumbre porque la investigación estaba estancada, ya que teníamos al sospechoso y él se nos fue, se suicidó. Tenían hasta los elementos de la niña. La SIDE se marchó porque dijo: “Esto no es un caso nuestro”. Esta fue la peor parte; no sabría decirte si fue la Policía. A mí me parece que muchas personas malas jugaron con la esperanza que cualquier padre tendría de que su hijo esté vivo. Si mi hijo no ha aparecido, mi hijo sigue vivo. Hasta que no lo vea muerto, seguirá vivo. Yo continuaré. Todo indicaba que este individuo había asesinado a Fernanda. Sin embargo, creo que sentiría lo mismo que los padres. La verdad no sé si alguien tiene conocimiento; es muy probable que Lencina se lo haya llevado al infierno.

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